Fotograma de 'Cocaine Bear', en España 'Oso vicioso'.

Fotograma de 'Cocaine Bear', en España 'Oso vicioso'.

Ciencia Mundo animal

La historia tras 'Cocaine Bear', el oso que ingirió cuatro gramos de cocaína y murió de sobredosis

En 1985, un narcotraficante arrojó desde un avión varios fardos. Uno terminó en las garras del mamífero. Su historia se lleva ahora a los cines.

31 marzo, 2023 13:18

Renovando los esquemas del cine de terror, llega a los cines españoles Oso vicioso (Cocaine Bear), la historia de un oso que, tras comer literalmente un fardo de cocaína, se vuelve completamente violento y empieza a atacar a todo aquel que se cruza en su camino. El relato parece bastante surrealista, pero lo cierto es que no está muy alejado de la realidad

En diciembre de 1985, los periódicos estadounidenses recogían en unas pocas líneas el descubrimiento de un oso muerto en el condado de Fannin (Georgia, EEUU). El suceso se había convertido en noticia por la extraña causa de la muerte: "Sobredosis de cocaína".

Según informó en aquel momento la Oficina de Investigación de Georgia (UPI, por sus siglas en inglés), el hallazgo conectaba con un incidente que había tenido lugar en el mes de septiembre. Andrew Thornton, un narcotraficante, había sido hallado muerto con un paracaídas roto y 35 kilos de cocaína. Al parecer, el delincuente había tenido que saltar de un avión que iba en caída libre y que se encontró a 100 kilómetros del cuerpo. En él, transportaba una gran carga de dicha sustancia.

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La historia reconstruida de Thornton apunta a que, antes de arrojarse al vacío, había probado otra solución: lanzar fardos y fardos de cocaína para aligerar peso. En total, tras una búsqueda que duró meses, se localizaron más de 130 kilos de esta sustancia. Para desgracia del oso, su instinto le hizo dar con ella antes que los equipos de localización.

La autopsia lo corroboró

"La UPI ha dicho que el oso fue encontrado entre 40 envases de plástico abiertos con trazas de cocaína", relataba la noticia. El hallazgo lo conectaba directamente con Thornton, y la autopsia que se le hizo al animal también. El médico forense del estado, Kenneth Alonso, encontró en su torrente sanguíneo entre tres y cuatro gramos de cocaína.

Lo que le pasó en las últimas horas del oso es un misterio, pero por la zona no se reportó ningún accidente. Lejos de la ficción, la cocaína no hizo del animal un asesino.

Lo que sí se sabe es que el contacto de animales con sustancias estupefacientes no es tan raro, sobre todo en el caso de los osos, que durante el otoño, antes de invernar, atraviesan un periodo de hiperfagia y consumen grandes cantidades de alimentos de alto valor calórico. Esto les lleva a estar buscando constantemente comida y, si viene de los humanos mejor, ya que han aprendido que somos buenos proveedores de preparados ricos en calorías. Lo de que el Oso Yogui robara cestas a los visitantes de Yellowstone no era ninguna broma.

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The New York Times da fe de dos incidentes similares acaecidos por la gula de estos animales. Uno en el que un hombre de Colorado denunció que un oso había asaltado su nevera mientras estaba de excursión y se había llevado unos comestibles de marihuana que tenía preparados también unas patatas fritas. El otro es muy similar, sólo que esta vez el animal sustrajo cerveza.

Las noticias pueden parecer cómicas, pero como deja claro la desgracia del Oso vicioso, para algunos de estos animales su contacto con las drogas puede ser mortal. Esto es lo que defendía una investigación editada en 2020 en la revista Biology Letters y que concluía que los humanos poseen un metabolismo del etanol (también conocido como alcohol etílico) "inusualmente eficiente". "Es una falacia suponer que otros animales comparten nuestras adaptaciones metabólicas", sentencia el escrito.

Anguilas hiperactivas, vacas envenenadas

Y no sólo los osos están expuestos a los peligros de la droga. Hay que poner especial atención a los que habitan en el agua. En 2019, un trabajo publicado en Environment International alertó del descubrimiento de rastros de cocaína en camarones de agua dulce en Gran Bretaña. El documento no examina si hubo o no cambios de comportamiento en estos peces, pero otro estudio sí consiguió determinar las anguilas expuestas a agua con bajos niveles de cocaína se volvieron hiperactivas.

Ojo, que también hay ejemplos patrios. A finales de 2022, nueve vacas murieron envenenadas en Rois (A Coruña) tras ingerir estramonio, una planta venenosa de la que se extraen unas semillas compuestas por una sustancia que puede resultar familiar: escopolamina. Sí, uno de los ingredientes de la burundanga.

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En todos esos casos, la ingesta fue accidental, pero no se puede pasar por alto que existen investigaciones que apoyan que los animales se drogan intencionadamente. Uno de los defensores más fervientes de esta línea es el antropólogo Giorgio Samorini, que incluso ha publicado un libro al respecto: Los animales que se drogan. En él, por ejemplo, describe el caso de los elefantes borrachos, algo que descubrió en sus viajes por África. Según él, estos comen frutos de palma fermentados para embriagarse y es algo que llevan haciendo años y años.

De hecho, el experto apunta a que es un comportamiento "cultural", lo equivalente a la cañita en los humanos, vaya. Puede que su metabolismo también se haya adaptado a los efectos de ciertas drogas, pero los ejemplos anteriores son la advertencia de que se debe extremar el cuidado con el manejo y exposición de estas sustancias.