Castilla y León

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Turismo

El Rebollar, un paseo entre robles por tierras de frontera

18 octubre, 2020 10:00

Otoño es temporada propicia para disfrutar de la multiplicidad cromática del campo –en su amplia expresión-. El viajero emprende nuevos caminos por la provincia salmantina tras un prolongado caluroso verano condicionado por la pandemia de Covid-19. En esta ocasión se dirige el suroeste salmantino, nuevamente a tierras de frontera. 


La primera parada tiene a Ciudad Rodrigo de asiento, donde ofrece templanza al estómago con desayuno en su Plaza Mayor, donde la belleza del lugar es inigualable. Intenta una visita a sus museos, pero es lunes y todos tienen sus puertas cerradas, motivo por el que el viajero y sus acompañantes emprenden camino desde Ciudad Rodrigo por el mediodía, siguiendo la antigua calzada de Extremadura, por lo que antes eran tierras de cultivo y suaves ondulaciones del terreno. Deja a su izquierda a El Bodón, primer núcleo antes de adentrarse en la Sierra de Gata y El Rebollar (El Rebollal). Hay quien no distingue El Rebollar con una gran parte de la mancomunidad de pueblos próximos a la Sierra, en los que crece el rebollo o roble. El Rebollar está formado por cinco municipios: Navasfrías (Navafrías), El Payo (Payu), Peñaparda, Robleda (Robrea) y Villasrubias (Villarrubias). Esta comarca salmantina tan recóndita como desconocida, es un lugar afortunado y especial. Afortunado y especial por ser en sí misma un tesoro natural y por poseer, en su interior, algunos tesoros culturales.


El viajero cruza el embalse del Águeda, con un bajo nivel de sus aguas, para seguir adelante entre verdes praderas donde pastan cabezas de vacuno, y robles, monte bajo y jara y, siempre, siempre, el Jálama oteando en el horizonte. Al suroeste de la provincia, aquí donde las tierras salmantinas confluyen con las portuguesas y cacereñas, se extiende este espacio natural de El Rebollar, ya declarado Parque Natural.

Plaza del Buen Alcalde de Ciudad Rodrigo./ FALCAO


Cuaderno de naturaleza


En este nuevo acercamiento periodístico a El Rebollar, el viajero se documenta para realizar un ligero cuaderno de naturaleza como introducción a este auténtico vergel de la provincia de Salamanca. Deja para sucesivos reportajes el recorrido por Robleda, Villasrubias, Peñaparda y Navasfrías y, de paso, el salto a la otra acera fronteriza, donde repone fuerzas en Vale de Espinho, lugar truchero de excelsa belleza para el esparcimiento donde volverá en otra ocasión a esparcir sentimientos y emociones por a fonte do Mondego.


Las cumbres de la Sierra de Gata, de 1.500 m. de altitud, se deslizan hacia la comarca de Ciudad Rodrigo en forma de suaves laderas tapizadas por coníferas y por la especie arbórea que encumbra a este espacio a las más elevadas cotas de la calidad ambiental de Salamanca. El viajero se refiere, claro está, al roble rebollo que configura un magnífico robledal enriquecido por algunos bosques galería que festonean los ríos y arroyos que descienden desde la sierra.


La ubicación del Espacio Natural en el extremo más SO de la Comunidad de Castilla y León, en la misma frontera –llamada seca- con Portugal y limítrofe con Extremadura, con quien comparte vida, vegetación y etnografía –concretamente a Serra da Malcata y a Las Urdes-, hace que las influencias atlánticas sean intensas, aunque fitosociológicamente este territorio salmantino esté enclavado en la región Mediterránea. Los ecosistemas madereros son en su mayor parte bosques de rebollo o roble melojo, distribuidos por toda la zona montañosa, junto con encinares, menos importantes y localizados en los espacios más xéricos y alejados de la influencia serrana. 


Los robledales son los más abundantes hasta el punto de dar nombre a este Espacio Natural, aunque han sufrido importantes reducciones como consecuencia de la acción humana. Son también importantes las repoblaciones de coníferas, generalmente con dos especies, Pinus pinaster y en zonas altas el Pinus sylvestris que es escaso. En las márgenes de los ríos aparece una vegetación a base de alisos, sauces y fresnos. Las formaciones de matorral son muy variadas: escobos frecuentes en las zonas más deforestadas, brezales que dominan en los suelos pizarrosos, jarales, matorrales típicamente mediterráneos que prosperan en suelos muy degradados y donde la especie más típica es la jara pringosa, conviviendo con el jaral, aparece el tomillar, donde dominan tomillos y cantuesos, y los espinares frecuentes en todo el Espacio.
Una de las características más destacadas de la fauna en El Rebollar es la diversidad de especies. El catálogo de vertebrados incluye 229 especies, de los que 180 son reproductores seguros y los 49 restantes se reparten en distintas categorías de presencia. 


Tres son las especies más significativas, consideradas todas ellas en peligro de extinción o vulnerables: la cigüeña negra, el buitre negro y el lince. Pero junto a ellas hay otras muchas especies de gran interés: entre los mamíferos destacar el lobo, la nutria, el gato montés, el meloncillo, el topillo de Cabrera, tejón o turón, entre otros. 


En cuanto a las aves llama la atención la presencia de especies como el elanio azul, alimoche, buitre leonado, águila culebrera, aguilucho cenizo, gavilán, azor, águila imperial, águila real, águila perdicera, cernícalo primilla, alcotán, halcón peregrino. 


Por último, el campo de los reptiles no se queda atrás (culebrilla ciega, eslizón ibérico, lagarto verdinegro, lagartija de bocage, víbora hocicuda, ...); al igual que el de los anfibios (tritón ibérico, sapillo pintojo, sapo partero ibérico, rana patilarga, ...) y los peces (trucha común, barbo ibérico, ...) tienen aquí una importante representación. 


Una comarca natural de indudable interés ecológico, donde anida un problema muy importante, como es la despoblación que se vive en los últimos años. La falta de oportunidades laborales para los jóvenes deja sin gente a estos pueblos, motivo que ha inducido a alcaldes preocupados por este serio asunto a buscar alternativas económicas como la producción de resina o la micología, pero esto es harina para otro costal.

Pueblos del Rebollar, predio./ FALCAO


El habla, un dialecto del leonés que marca a esta zona


El viajero llega a Robleda entre olor a humo de leña y pan recién horneado que impregnan la pureza del aire. En la plaza, dos mujeres saludan a los viajeros y rehuyen utilizar la ‘parla’ –el habla del Rebollar- porque las pueden considerar “paletas”. Otra vecina que sale de la panadería con su pan aún caliente en la mano espeta “parecéis verduleras”. Por estos pagos, palabras que podrían parecer insultos en la urbe no son más que formas propias de significados normales, en este caso, que hablan mucho. 


Este habla de El Rebollar (Navasfrías, El Payo, Robleda y Villasrubias) es un sub dialecto del leonés, que a su vez lo es del latín –muy parecido al Mirandés en el concejo de Miranda do Douro, o al que el viajero escuchaba hablar a su abuela Manuela y, en alguna ocasión, a su madre y a su tía Ramona en La Ribera, en Villarino concretamente-. El Rebollar se encuentra en la zona de influencia del leonés oriental. El habla de estos pueblos se ha conservado, al igual que muchas de sus tradiciones, gracias a su aislamiento durante mucho tiempo. Sin embargo, y al igual que ocurre con el resto de las tradiciones, se va perdiendo con el paso del tiempo. Lo que se habla en estos pueblos es una lengua distinta, el leonés, no una forma ‘paleta’, como se intenta erróneamente hacer creer. En cierto modo, El Rebollar podría considerarse ‘bilingüe’, ya que hablan el leonés y el castellano, y por qué negarlo, también el portugués. 


Lamentablemente, muchos habitantes de estos pueblos se han dejado llevar por las olas de falso modernismo y piensan que quien habla así es alguien sin cultura y han castellanizado el dialecto, como el viajero comprobó en su primera charla con las mujeres de Robleda, que abre estos nuevos Caminos de Salamanca.

GALERÍA DE IMÁGENES DEL REBOLLAR (Salamanca)