Castilla y León y otras 12 CC.AA. envían directamente a Bruselas el informe del lobo que el Gobierno bloqueó

Castilla y León y otras 12 comunidades y las dos ciudades autónomas han decidido dar un paso al frente y remitir directamente a Bruselas el informe oficial sobre el estado de conservación del lobo en España.

Lo han hecho tras comprobar que el Ministerio para la Transición Ecológica bloqueaba su aprobación, al desconvocar sin explicación la Conferencia Sectorial donde debía votarse el documento.

Ese informe, elaborado por técnicos de las propias comunidades y validado previamente por la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, constata que el lobo no solo se conserva bien, sino que sigue expandiéndose: ha pasado de 279 manadas en el anterior censo a 333 en el actual.

Un crecimiento que, lejos de celebrarse, ha sido silenciado, según las comunidades firmantes, para impedir que se cuestione la inclusión del lobo en el Listado de Especies de Protección Especial.

Tras dos intentos fallidos de convocar una nueva reunión —reclamados por una mayoría de autonomías—, las comunidades han optado por enviar el documento directamente a la Comisión Europea, acompañado de una carta dirigida a la comisaria de Medio Ambiente, Jessika Roswal.

En ella denuncian lo que consideran un incumplimiento deliberado de la ley por parte del Gobierno central, y solicitan una reunión urgente para explicar lo ocurrido.

Las autonomías defienden que la gestión del lobo debe volver a ser compartida con las comunidades, como ya reconocen la última reforma de la Directiva Hábitats en Europa y el propio Parlamento español, que recientemente incluyó una disposición en la Ley de Desperdicio Alimentario para sacar al lobo del listado de protección especial.

En paralelo, reclaman que se tenga en cuenta el impacto real que la especie genera en el medio rural. Solo en 2024, entre Galicia, Cantabria y La Rioja, los ataques del lobo provocaron la muerte de más de 12.000 cabezas de ganado. “Se puede conservar el lobo”, insisten, “pero no a costa de los ganaderos”.

Para las comunidades firmantes, la clave está en el equilibrio: proteger a la especie sin abandonar a quienes conviven con ella.