
Roberto Ojero, el vendedor de la ONCE de la Plaza Mayor de Valladolid
Roberto, vendedor de la ONCE en el centro: “Pagué la novatada el primer año y ya no trabajo los días gordos de Semana Santa”
El cuponero revela cómo afectan estas fechas a sus ventas y confía en que este año pueda dar un premio. "Todavía veo que me jubilo y no le doy", asegura.
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La Semana Santa es una de las fechas más esperadas por una buena parte de la población española y también por la mayoría de los negocios.
Hoteles, comercios y establecimientos de casi todas las ciudades ven notablemente aumentadas sus ganancias gracias al turismo, el cual se dispara en esta época del año llegando a alcanzar cifras muy elevadas.
Si bien, la Semana Santa no es motivo de alegría y celebración para todos, pues hay quienes, aunque la respetan, no alcanzan el rendimiento que les gustaría.
Este es el caso de Roberto Ojero, el vendedor de la ONCE de la Plaza Mayor de Valladolid. Tal y como ha confesado en declaraciones a este periódico, a él la Semana Santa no le gusta, pese a ser una de las celebraciones más emblemáticas del conjunto del país.
Y es que, además de que para su gusto, "la ciudad se pone más seria de lo que ya de por sí es", es una fecha "muy rara y especial" en la que, por lo general, "vendemos poco". Incluso encontrándose en pleno corazón de la ciudad y en una zona de paso de muchas procesiones.
Sin embargo, no cree que esto tenga que ver con que la gente haya perdido la fe en este tipo de juegos, "porque saben que la ONCE es diferente y que tiene fines solidarios", sino con el hecho de que "a Valladolid viene tanta gente, que muchas veces ni te ven". "Es terrible, para mí cuanta más gente, peor".
Ha habido años en los que ha "vendido bien", pero asegura que no suele ser el caso. De hecho, desde hace tiempo, los días fuertes de la Semana Santa ni siquiera los trabaja, pues no le sale rentable ni económicamente, ni tampoco a nivel personal.
"Pagué la novatada el primer año y ya no trabajo los días gordos", revela.

Roberto Ojero en la Plaza Mayor de Valladolid
Era el Viernes Santo de su primera Semana Santa en Valladolid y, al terminar su jornada por la tarde, Roberto se vio atrapado entre la multitud y sin poder salir. "Había mucha gente y me costó mucho hasta poder cerrar el maletín. No me dejaban salir, tenía que molestar y me resultó bastante complicado", reconoce.
Por ello, ahora solo trabaja los primeros días de la Semana Santa en los que, por lo general, el centro de Valladolid no sufre tantas aglomeraciones, y únicamente por la mañana. "Durante las procesiones nada", confiesa.
"Además, ahora te tienen que hacer un permiso especial, bien detallado y firmado, para poder vender. Si lo solicitas, te lo hacen, pero yo no lo hago", explica.
Estos días en los que Roberto sí trabaja, reconoce que están cargados de incertidumbre, ya que nada le garantiza que vaya a vender lo deseado. "Te puedes ir a casa sin cupones o venderlos todos", revela.
Esto, según explica, depende un poco de la afluencia que haya, ya que, si hay mucha gente, son pocas las personas que se paran a comprar décimos. "Vendo más cuando está todo un poco más fluido, que cuando la gente está agolpada", afirma.
También de los vecinos de la ciudad que se hayan ido de vacaciones, pues son estos los que representan la mayor parte de su clientela.
"Los turistas también se acercan, pero la gente que viene a comprar es, fundamentalmente, gente de la zona, porque los clientes se hacen con los años", asegura.
Roberto también reconoce que en los 19 años que lleva trabajando en Valladolid, de los cuales los 10 últimos lo ha hecho en el puesto de la Plaza Mayor, "nunca he repartido un premio en Semana Santa".
Si bien, desea con todas sus fuerzas que este sea el año, porque "todavía veo que me jubilo y no le doy".
Esto, teniendo en cuenta que a lo largo de sus casi 20 años de trayectoria tampoco ha dado "ningún premio gordo", y los que ha dado, "de 5.000 euros el más alto", han sido "hace muchísimo tiempo".
"Llevo una burrada sin dar un premio, así que confiemos en la Semana Santa. Ojalá", expresa.