El equipo de trabajo de la Unidad de Afrontamiento Activo del Dolor de Valladolid

El equipo de trabajo de la Unidad de Afrontamiento Activo del Dolor de Valladolid J.I.F.

Valladolid

La unidad pionera y referente de Castilla y León que ya inspira a otros países: “El dolor aísla, es una epidemia silenciosa”

Visitamos y conocemos desde dentro la Unidad de Afrontamiento Activo del Dolor de Sacyl en Valladolid por la que han pasado ya miles de afectados: “El paciente debe ser el agente activo de su recuperación", afirma el doctor Montero.

Más información: Mañueco anuncia que todas las áreas de salud de CyL tendrán unidades del dolor: "Queremos cambiarlo por la sonrisa"

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Vivir con dolor es vivir con un límite impuesto. Para quien no lo sufre, el dolor es un aviso puntual. Por ejemplo, un esguince, un corte, un golpe…. un mecanismo de protección. Pero para millones de personas en España, en Castilla y León, aproximadamente medio millón de personas es algo más.

En la Comunidad una de cada cinco personas sufre dolor crónico, demostrando que el dolor no es un síntoma pasajero, es algo que se puede quedar perenne en nuestro cuerpo y alma.

Es una enfermedad en sí misma, un estado que acompaña, invade y condiciona cada decisión diaria. Algo tan sencillo como levantarse de la cama, trabajar, caminar, dormir, abrazar a un hijo se convierte en toda una pesadilla.

La Unidad de Afrontamiento Activo del Dolor de Castilla y León no solo ofrece tratamientos. Está cambiando la cultura del dolor en España.

A menudo no se les ha creído: si la resonancia es normal, “no tienes nada”. Se les ha acusado de exagerar, de inventar, de no poner de su parte. Pero la ciencia ya ha dejado claro que el dolor no necesita una lesión para ser real.

En España, el dolor crónico afecta ya al 25,9% de la población, una cifra que, según los expertos, puede describirse sin matices como una epidemia silenciosa.

En los años noventa, la prevalencia era del 11–13%. Hoy, pese al avance de fármacos, cirugías, fisioterapia e intervencionismo, la cifra se ha duplicado. Algo, como señala el doctor Federico Montero, “no estábamos haciendo bien”.

El doctor Federico Montero

El doctor Federico Montero

En medio de esta realidad surge un proyecto pionero: la Unidad de Afrontamiento Activo del Dolor de Sacyl, la primera unidad en España ubicada en Atención Primaria dedicada exclusivamente a tratar el dolor crónico desde un enfoque totalmente distinto. No trabajan lesiones. Trabajan personas. Se puso en marcha en 2017.

“Somos la primera unidad de dolor situada en Atención Primaria en España”, explica el doctor Montero a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León que destaca la gran “labor de equipo” que se realiza.

Es pionera porque rompe con la lógica tradicional, no aborda el dolor como un problema del tejido, sino del individuo, en toda su complejidad.

Mientras las unidades hospitalarias se centran en lumbalgias, hernias o estenosis, aquí la mirada es otra. Atienden a personas que llevan años, a veces más de una década con lo que eso supone, conviviendo con el dolor, sin encontrar respuesta ni alivio.

Inauguración de la nueva unidad del dolor en Valladolid

Inauguración de la nueva unidad del dolor en Valladolid ICAL

“El dolor crónico no es un síntoma mantenido. Es una enfermedad con mecanismos centrales, con cambios funcionales y estructurales en el sistema nervioso”, señala.

En esta unidad, el enfoque es biopsicosocial. Es decir, el dolor repercute en la movilidad y la discapacidad pero también en la memoria, la concentración, el sueño, en el estado de ánimo, en la conducta, en las relaciones sociales, en el trabajo, y en la identidad misma de la persona. Es decir, en todos los ámbitos de la vida con lo que eso supone.

Los inicios

Por eso aquí no se “pincha la espalda”, aquí se reconstruye la vida. La unidad comenzó a gestarse hace una década, gracias a la inquietud y la frustración de dos fisioterapeutas de Atención Primaria: el propio Montero y Miguel Ángel Galán, fallecido en 2021.

Ambos constataban desde hacía años que los mismos pacientes volvían una y otra vez a sus consultas, sin mejoras reales.

Esa inquietud los llevó a formarse con investigadores de Australia, Centroeuropa y en el prestigioso laboratorio de neuromodulación del dolor de Harvard. Vieron otro camino posible. Y empezó la investigación: primero en 2014–2015, luego con una beca del Sacyl. Los resultados fueron sorprendentemente positivos.

Tras demostrar la eficacia del enfoque, el proyecto creció. En 2018–2019 comenzaron a funcionar como unidad, interrumpidos por la pandemia, pero retomaron su impulso en 2022.

Homenaje al doctor Miguel Ángel Galán en Valladolid en 2021

Homenaje al doctor Miguel Ángel Galán en Valladolid en 2021 ICAL

Lo que empezó siendo un equipo de dos hoy se expande por siete provincias (Valladolid, Burgos, Palencia, León, El Bierzo, Salamanca y Ávila), con otras tres unidades en fase de apertura (Segovia, Soria y Zamora).

En total, más de 50 profesionales (médicos, enfermeros, fisios, salud mental…) ya integran el proyecto en Castilla y León, algo que Montero agradece al actual consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, por la “fuerte apuesta realizada” con este equipo multidisciplinar.

Lo que comenzó aquí ya es referente fuera de la comunidad… y fuera del país. En el País Vasco y en Extremadura ya tienen unidades de estrategia de afrontamiento activo del dolor, próximamente llegará a Galicia y Castilla-La Mancha. Y otras como Cataluña o La Rioja han pedido asesoramiento. Y otros países ya lo están implementando.

Por ejemplo, Uruguay ha ejecutado sus primeros programas tras la formación impartida desde Castilla y León. Y un proyecto europeo ayudará a implementar el modelo en una región en Portugal.

“Han pasado por la unidad más de 100 profesionales de 16 nacionalidades para formarse”, esto es algo llamativo”, explica el doctor, que en su caso, también vivió el dolor como paciente hace unos años y le hizo comprender que el “dolor es un todo”.

Perfil del paciente

La mayoría lleva más de cinco años de dolor, son mayoritariamente mujeres, con una media de edad en torno a los 50 años. “Muchos han peregrinado por traumatología, rehabilitación, reumatología, neurología, psiquiatría… sin hallar respuestas claras”, explica.

Las etiquetas diagnósticas más frecuentes incluyen: lumbalgia crónica, cervicalgia crónica, la famosa fibromialgia, fatiga crónica, neuropatías, síndrome doloroso regional complejo o el COVID persistente.

Presentación de la Unidad de Afrontamiento del Dolor Crónico en Atención Primaria en Burgos

Presentación de la Unidad de Afrontamiento del Dolor Crónico en Atención Primaria en Burgos ICAL

Sin embargo, en la unidad no se trabaja por diagnósticos, sino por capacidades funcionales. Montero lo explica: “Importa menos el nombre de la enfermedad y más qué limita a la persona”.

Las investigaciones de la última década han transformado radicalmente el concepto de dolor. Ya no se considera solo un aviso de lesión, sino una experiencia emocional y sensorial que puede existir incluso sin daño tisular real.

El dolor crónico implica hipersensibilización del sistema nervioso, cambios en el sistema inmune, mecanismos de protección mal adaptativos y alteraciones neuroquímicas y estructurales.

“Por eso las guías internacionales ya desaconsejan intervenciones pasivas —opioides, radiofrecuencias, infiltraciones— para la mayoría del dolor crónico no oncológico”, recuerda el doctor Montero.

El pilar central es claro en estos casos: el paciente debe ser el agente activo de su recuperación para conocer cómo funciona el dolor. Los tratamientos combinan la educación en dolor. En este caso, “comprender el origen del dolor reduce el miedo, la catastrofización y la hipervigilancia, tres factores que amplifican la percepción dolorosa. Es una herramienta clave”.

“Con programas graduados lo que buscamos es mejorar las capacidades funcionales no solo físicas, también cognitivas, e incluso sociales”, explica.

Además de una rehabilitación somatosensorial, que consiste en entrenamientos específicos para “normalizar” la percepción corporal.

Se apuesta por el uso racional de opioides y retirada supervisada cuando es necesario. Y, tras terminar los programas, muchos pacientes continúan actividades grupales en instalaciones municipales para mantener sus progresos.

El dolor crónico no solo duele y es aquí donde el doctor se pone más serio. “Aísla, empobrece, desespera”. No es raro, cuenta el doctor, recibir pacientes que relatan intentos autolíticos. “El dolor es, literalmente, insoportable para algunos”.

En la unidad han atendido ya a casi 6.000 pacientes, muchos de los cuales han recuperado su vida. Algunos se convierten en “pacientes expertos” que acompañan a los recién llegados y les muestran que sí se puede mejorar.

¿Desaparece el dolor crónico?

A veces sí, a veces no. “Pero el objetivo no es que el dolor desaparezca del todo, sino que deje de ser el protagonista de la vida”, apunta Montero. Cuando la funcionalidad y la normalidad vuelven, el dolor suele atenuarse e incluso desaparecer con el tiempo.

El dolor crónico es causa de jubilaciones anticipadas, bajas e incapacidades por valor de 10.000 millones de euros anuales en España, según las estimaciones. Sin embargo, el sistema laboral sigue sin adaptarse.

Unidad del Dolor de Atención Primaria de Palencia

Unidad del Dolor de Atención Primaria de Palencia

En países como Dinamarca, los pacientes realizan una reincorporación progresiva mientras reciben tratamiento. En España, se pasa de meses de baja a ocho horas laborales de golpe.

“Tenemos que aprender de otros modelos”, señala Montero. La legislación actual ni siquiera permite ensayos clínicos que integren rehabilitación en el entorno laboral.

Mirando al futuro

El proyecto desde Castilla y León avanza en varias líneas. Por ejemplo, la expansión territorial para llegar a toda la comunidad y extender el modelo por España.

Que siga la investigación puntera junto a equipos de epigenética, inmunología, ingeniería biomédica y salud mental. Tecnologías de neuromodulación y análisis de imagen cerebral.

Elaborar programas internacionales en colaboración con América Latina y Europa, precisamente hace unos días Federico Montero acaba de regresar de varios viajes al otro lado del charco.

Todo con un objetivo en común, disminuir una epidemia que lleva años creciendo.

“Trabajamos por y para los pacientes”, insiste Montero. “Queremos que recuperen su vida. Que el dolor deje de dirigirla. Y que la sociedad entera aprenda a entender el dolor crónico, a prevenirlo y a tratarlo como lo que es: una enfermedad compleja, humana e invisible”.