Ricardo Crespo elaborando el vino con la viga de EmeBodegas.

Ricardo Crespo elaborando el vino con la viga de EmeBodegas. Foto cedida

Valladolid

El arte de hacer vino como hace 400 años en una bodega única de Valladolid

Ricardo Crespo regenta, junto a su padre, este negocio familiar que adquirió su abuelo, recientemente fallecido, hace cuatro décadas

22 marzo, 2023 07:00

Como hace 400 años. Así elaboran el vino en EmeBodegas, un pequeño negocio familiar de los Crespo que adquirieron hace cuatro décadas. Su principal particularidad es la viga romana que tienen, datada, como mínimo, en el siglo XVIII. El ideólogo de sacar este caldo al mercado, Ricardo, y último en la lista generacional de la familia, explica a este periódico toda la historia que esconde esta bodega, que es única en Valladolid y se sitúa en Fuensaldaña, en plena Denominación de Origen de Cigales.

Hace 40 años, de la mano de Emilio abuelo, recientemente fallecido, y Emilio padre, llegó a la familia Crespo. Durante todas estas décadas fue usada "realmente para hobbie". "Hacían vino para ellos. No había una comercialización como tal. La usaban como merendero y punto de encuentro para todo el mundo", recuerda Ricardo en palabras para EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León. 

Esta pasión por el vino pasó, como no podía ser de otra manera, a la tercera generación, representada en la persona de Ricardo, un joven de 28 años que además de bodeguero es conductor de ambulancias. "Mi abuelo nació en una bodega y mi padre le acompañaba desde pequeñito, al igual que yo. Es una pasión que se transmite de padres a hijos y me gusta mucho", apostilla el joven bodeguero.

Ricardo Crespo junto a su familia en los viñedos.

Ricardo Crespo junto a su familia en los viñedos. Foto cedida

Apuesta por sacar el proyecto de comercialización

En 2020 este joven de 28 años decidió dar un salto más. "Quería rentabilizar la bodega. A día de hoy no son rentables si no vendes el vino. Todo el proceso del vino, desde el viñedo hasta que el cliente tiene la botella, es manual. Lo hago yo solo con mi padre", relata Ricardo. Además del producto, la propia historia de este pequeño negocio familiar también invitó a esta familia a querer mostrar y enseñar las instalaciones. Por ello, también se lanzaron a lo que se denomina como enoturismo. 

"Somos la única bodega a nivel comercial que lo hace así en Valladolid. En Castilla y León me atrevería a decir que también y en España no lo sé", explica el joven en relación a la particularidad de seguir elaborando el vino como hace siglos. Aunque admite que sí puede haber otras bodegas que lo hagan así en la provincia, estas no comercializan su vino ni están en una Denominación de Origen. "Esa es la diferencia", reitera el bodeguero vallisoletano.

La viga romana del siglo XVIII

Su principal atractivo, la viga romana del siglo XVIII, ha sido todo un boom en el mundo vitivinícola. Y no solo en Valladolid, Castilla y León o España, sino que vienen visitantes de todo el mundo para conocer esta tradicional forma de elaboración. Tal es así que el bodeguero señala que viene gente de China, Japón, Argentina y hasta Estados Unidos. "Es difícil explicarlo sin que lo hayan visto. Funciona un poco como una antigua báscula de las de pesar. En un punto tenemos con lo que queremos trabajar y en el otro el contrapeso. El proceso es muy largo, tardamos 12 horas en prensar", puntualiza el joven vallisoletano.

Y es que esta herramienta es totalmente única, ya que a pesar de su severa antigüedad se encuentra en perfectas condiciones. "Encontrar una viga tan antigua que funcione es muy muy difícil. No tiene ningún mantenimiento porque estamos a 15 metros bajo tierra y eso crea humedad y una temperatura constante de 10 grados que nos permite conservarlo de la mejor manera posible", afirma Ricardo.

Ricardo Crespo descarga las uvas recolectadas.

Ricardo Crespo descarga las uvas recolectadas. Foto cedida

No obstante, todavía están estudiando para datar la fecha exacta de la viga, puesto que la madera presenta unas marcas que no saben si estaban ya hechas o la bodega es mucho más antigua de lo que creen. "Estamos trabajando con arqueólogos. Igual apuntaban ahí cosas porque las paredes y el suelo eran de tierra. Hay muchos dibujos que estamos intentando revelar porque a día de hoy no lo sabemos", relata el bodeguero de Fuensaldaña.

La historia de sus vinos

En total son cuatro los vinos que producen en esta bodega, tres de ellos ya en el mercado y uno que próximamente verá la luz. Unos caldos que también guardan su historia detrás y que todos ellos tienen su motivo. Para empezar, la historia de la denominación de la bodega (EmeBodegas) viene de Emilio, que es como se llamaban el abuelo de Ricardo y también su padre. 

El primero de los vinos es, precisamente, tocayo de la propia bodega. Se llama M y es el caldo "insignia" de este negocio familiar. "Fue el último vino que hicieron mi padre y mi abuelo juntos en el 2018", recuerda Ricardo Crespo. Se trata de un crianza y en este caso no se encuentra bajo el distintivo de la Denominación de Origen de Cigales.

El segundo es un clarete llamado Durangas. Este vino nace de la historia de tres mujeres solteras, hermanas entre ellas, de Fuensaldaña. "Vivían juntas, vestían de negro y bebían mucho clarete. Hace 50 años y en época de Franco... Imagínate. Eran unas incomprendidas y unas brujas, como las llamaban", narra Ricardo, que seguidamente aclara que su padre se llevaba "muy bien" con ellas y cuando fallecieron se quedó con parte de los viñedos, donde a día de hoy sale ese vino. "Es el más tradicional, el clarete de toda la vida de la zona, de Fuensaldaña y de la comarca", insiste.

Ricardo junto a su padre Emilio Crespo recogiendo la uva.

Ricardo junto a su padre Emilio Crespo recogiendo la uva. Foto cedida

El tercero es Glotón, un vino en el que mezclan varias variedades como son la garnacha gris, la garnacha tinta y el verdejo, el cual clasificaron dentro de la Denominación de Origen de Cigales. "Era en honor a mi abuelo porque a las bodegas se iba a almorzar, a beber y luego por último al vino", explica el bodeguero.

Por último, el que saldrá próximamente al mercado será su primer tinto dentro de la Denominación de Origen de Cigales. Se trata de Fanfarrón, que tiene su origen cuando en las bodegas se conservaba el vino en depósitos de hormigón. "Nadando un poco en la DO vimos que nadie sacaba un tinto joven conservado en hormigón. Lo tenemos en los depósitos de hormigón originales durante 12 meses. Fanfarrón es un vino muy moderno y muy guay", admite Ricardo.

Ricardo junto a su familia en la bodega.

Ricardo junto a su familia en la bodega. Foto cedida

Un resultado de 12 horas de trabajo diarias. Ricardo y su padre Emilio, aunque a veces con la ayuda de algún familiar, son los encargados de dar vida a esta bodega, que puede presumir del arte de seguir elaborando el vino como hace 400 años. "Empezamos descargando a mano a las 12:00 horas de la tarde. Hasta las 18:00 no empezamos a prensar y a las 05:00 o 06:00 de la mañana del día siguiente tenemos que desmontar todo lo que hemos dejado prensado para volver a ir a vendimiar", retrata Ricardo.

Todo ello acaba con el resultado de estos cuatro vinos, encumbrados en una actividad como el enoturismo para que la gente "sepa lo que está consumiendo, que es un vino de viñedo y que lleva un trabajo". "La mejor satisfacción es cuando la gente valora tu trabajo. La manera de elaborar no ha cambiado nada", sentencia Ricardo Crespo, el joven vallisoletano que regenta una bodega única en la provincia y que sigue elaborando el vino como hace 400 años.