Carlos Zúñiga

Carlos Zúñiga

Valladolid

Carlos Zúñiga: el último romántico del toreo (Parte 1ª)

Novillero, empresario y apoderado. Ahora disfruta viendo y hablando de toros

16 enero, 2022 09:36

Novillero, empresario y apoderado. Ahora disfruta viendo y hablando de toros desde la independencia que siempre mantuvo.

Amable, educado, dicharachero, elegante, y buen gestor taurino. Son los adjetivos que mejor encajan en este personaje vallisoletano, hecho así mismo desde que empezara de novillero allá por los años 50 en su Pucela natal.

Carlos nos recibe en su casa, rodeado de los recuerdos más preciados y con varios amigos. Buen conversador y con una memoria privilegiada, a lo largo de nuestra conversación va recordando con precisión exacta los momentos más interesantes de su dilatada trayectoria. Sin antecedentes taurinos en su familia, el veterano empresario nos cuenta sus inicios en el mundo del toro.

Su primer becerro en Nava del Rey

R.- En mi casa nunca hubo antecedentes taurinos, pero yo no me acuerdo de tener otra afición e ilusión en mí vida que no fuera la de ser torero. Con 10 años empecé a asistir a las lecciones prácticas que daba el gran Fernando Domínguez y a las capeas. A los 15 años maté mi primer becerro en Nava del Rey, mano a mano con mi amigo del alma Santiago Sáiz. Matamos dos novillos de Sanchez Fabrés. El segundo fue en Valladolid el día de San Fernando con Lunarito y otra vez Santiago Sáiz. El tercero en Alaejos con Pablo Yustos, y así hasta ocho novillos, todos de corto.

Presentación de luces en el coso del Paseo de Zorrilla

Fue en la novillada organizada por el Ayuntamiento en la que corté una oreja. Aquella tarde toreé con Paco Rubio y Luis Barceló. No pude torear antes porque un novillo me pegó una cornada en el muslo derecho que me tuvo retirado todo el mes de agosto y casi todo septiembre. Fue para mí un disgusto tremendo ya que tenía mucha ilusión por debutar vestido de luces en Valladolid. No pudo ser y lo hago en plena feria un 25 de septiembre de 1959.

Reseña de ese día que se jugaba “La Oreja de plata”

De ese debut tenemos una reseña que recoge Ricardo Furones en su libro “Valladolid: toros y toreros 1890-2004”. “Se lidiaron seis novillos de Molero Hermanos (de El Aguachal - Valladolid), para Curro Rubio, de Sevilla: ovación y ovación con petición de oreja. Luis Barceló, de Córdoba: oreja y vuelta al ruedo y Carlos Zúñiga: voluntarioso en su primero y oreja en el sexto. La “Oreja de Plata” fue para Luis Barceló con 1.297 votos. Carlos Zúñiga obtuvo 783 votos y Curro Rubio 134 votos”.

Debut con caballos en Vista Alegre

“Entre los años 1959, 1960, 1961 y 1962, -nos comenta Carlos- toreo unas 50 novilladas y festivales, hasta que debuto con picadores el 22 de junio de 1962 en Vista Alegre con Tomas Parra y Ricardo Doblado. Me repiten en Vista Alegre al año siguiente con Raúl Sánchez y Chico Molina y me coge el segundo novillo, al que tenía cortada una oreja. Fue descabellando, me partió la clavícula. Perdí varias novilladas importantes.

Desde 1962 hasta 1966, año en que me retiro, sumé 21 novilladas con caballos en plazas como Vista Alegre, Dueñas, Hervás, Vilanova y la Geltrú, Cercedilla, San Feliú de Guisols, Lloret de Mar, Jaén, Vitigudino, Puente de Génave, Ampuero, Aranda de Duero, Tarragona, Motril, Ramales de la Victoria y Sevilla. Además de un montón de novilladas sin caballos porque en aquella época, excepto los novilleros punteros, los demás toreábamos con caballos o sin ellos. El caso era sumar”.

P.- ¿Que significó para usted el debut con caballos?

R.- Pues hombre el debut con picadores era parte de la ilusión que tenía porque eso significaba un paso adelante en mi difícil andadura. No quería dejar de torear ni en Las Ventas ni en Sevilla. En Madrid pude torear en el mes de marzo y por un mal entendido que no puedo revelar no lo hice, pero en Sevilla si pude cortar una oreja en cada novillo. Me tocaron la música en los dos, pero Canorea no me puso en ninguna de las dos novilladas que quedaban por dar y cogí tal rebote que me dije que no toreaba más y así fue desde aquel 16 de septiembre de 1966.

P.- ¿Eran tiempos difíciles para ser torero?

R.- Mucho. Hay que tener en cuenta que yo me fui de mi casa a buscarme la vida a Zaragoza, Barcelona y Madrid y sin un duro, porque en casa no lo había y vivía de lo que toreaba. Ser matador de toros siempre ha sido muy difícil, pero mucho más difícil ha sido ser figura del toreo.

P.- Hemos visto en alguna foto suya (con 17 años) un acto solidario en pro de los damnificados del embalse de Ribadelago (Zamora) en 1959. ¿Cómo surge la idea?

R.- Había reventado la presa de Ribadelago (Zamora), un desastre provincial en el que perecieron infinidad de personas, y enseguida se pensó en organizar un festival taurino benéfico para paliar a los damnificados. Y se me ocurrió la idea de ir andando hasta Zamora pidiendo por los pueblos y así llamar la atención para poder ser incluido en dicho festival como novillero. Me acompañó en la idea “Ovejerlto”, porque solo me daba un poco de vergüenza ir pidiendo de casa en casa por los pueblos donde pasábamos. Nos presentábamos a los alcaldes y nos acompañaba el alguacil de turno, que es quién recibía los donativos que daban los vecinos.

173.000 pesetas de la época y Curro Romero

“Cuando acabábamos -sigue su relato Carlos- lo contábamos y el secretario nos daba un recibo con la cantidad de dinero recaudado, firmado y sellado, que luego entregábamos al gobernador civil. Recaudamos me parece que fueron unas 173.000 pesetas, que en aquellos tiempos tan difíciles fue una buena cantidad. Nos dijo el gobernador, que entonces era don Juan Murillo de Valdivia, que los dos no podíamos torear; lo echamos a suertes y me tocó a mí. Para mi desgracia, el empresario de Zamora era González Vera y puso en el cartel a Curro Romero de novillero y a punto de tomar la alternativa. Eso dio al traste con mis ilusiones, pero nunca me arrepentí porque de alguna forma contribuí a paliar las desgracias de aquellas gentes”.

Humanidad, generosidad y márketing

Hemos querido incluir esta anécdota de nuestro personaje, porque está repleta de humanidad y generosidad. Y también destacar su imaginación que, de alguna manera, era lo que hoy, 63 años después, podría utilizarse como estrategia comercial y promoción de un producto (márketing). En este caso la promoción de un novillero que empezaba a soñar ser torero.

Antes de anunciarse “El Cid” en los carteles lo hacía con el de Carlos Zúñiga. Pero el empresario y exmatador de toros Antonio García “Maravillas” lo “bautizó” con ese nombre artístico.

P.- ¿Y lo de “El Cid” en los carteles?

R.- Eso fue cosa de Antonio Maravillas, un matador de toros que en aquellos años de mis inicios era empresario de la plaza de Vista Alegre, alternándola con Jumillano padre, quién por cierto no había forma de que me anunciara en su plaza, mientras que sí toreé varias tardes en Valladolid que también la llevaba. Y cuando fui a ver a Maravillas para pedirle que me pusiera y decirle que era de Valladolid me dijo: “tú te llamarás “El Cid”. Con la sorpresa de que una semana más tarde me anunció con ese apodo en los carteles. Pero en cuanto pude me quité ese sobrenombre y seguí como Carlos Zúñiga hasta el final de mi etapa en Sevilla.

P.- ¿Cómo fue la etapa de novillero con caballos?

R.- Pues resultó muy bonita, porque había una cosa que se llamaba “preparación”, y por eso toreábamos con caballos y sin caballos cuando nos brindaban la ocasión, pero el caso era estar siempre preparado para cuando surgiera el momento. Llegué a torear 186 novilladas sin caballos, 21 con caballos y 7 festivales. Fueron diez años de gran intensidad hasta que me retiré a los 25.

P.- ¿Era Carlos Zúñiga diestro de arte?

R.- No sé cómo me catalogarían, pero lo cierto es que yo siempre fui un admirador de Antonio Ordóñez y el maestro de Ronda ha sido para mí el mejor artista de todos los tiempos

De comercial en Bodegas Caballero (el del ponche y el coñac)

P.- Y luego ¿Qué pasó?

R.- Pues que yo no pensaba como otros compañeros que no llegaron y se hacían banderilleros; en mis pensamientos no entraba aquello. Tuve la gran suerte de que la Casa Caballero, con sus bodegas en El Puerto de Santa María, me facilitara el puesto de delegado de ventas en Castilla y León. Y durante un tiempo me dediqué a la venta de bebidas, me olvidé un poco del toro y me casé.