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Guardián de dos joyas por legado de su padre

El Español Noticias de Castilla y León charla con Mariano Rubio Martínez, sacristán de las iglesias de San Pedro y Santa María en la localidad vallisoletana de Alaejos. Legado que cogió de su padre, que desempeñó también esta función y fue además organista en el municipio pucelano

4 septiembre, 2021 09:00

A 58 kilómetros de Valladolid, más cerca de tierras zamoranas y salmantinas que de la propia ciudad del Pisuerga y en un territorio inmensamente llano, se encuentra el municipio vallisoletano de Alaejos. En el lugar se elevan al cielo las esbeltas torres de sus dos joyas, de valor incalculable, las iglesias de San Pedro y Santa María.

Dos piezas arquitectónicas únicas que conoce a las mil maravillas Mariano Rubio Martínez, de 80 años, nacido en la localidad vallisoletana y cuyos padres eran de Villavicencio de los Caballeros. Él es el sacristán de las dos iglesias idolatradas por los alaejanos, y anteriormente el auxiliar en la farmacia del pueblo durante más de 50 años.

Mariano es la persona que ayuda al sacerdote en el servicio del altar, cuida de los ornamentos, realiza el toque de campanas y es el guardián de estas dos joyas que sobresalen en la provincia de Valladolid.

Sacristán por legado


“Ayudo al párroco que tenemos que abarca los pueblos de Alaejos, Castronuño, Villafranca de Duero y San Román de Hornija, que tiene mucho trabajo, para que todo esté perfecto con el fin de que celebre las misas. Preparo los elementos de celebración y hago los toques de misa en sus respectivos horarios y también en fiestas o cuando se produce un triste fallecimiento”, nos cuenta el sacristán.

Mariano se jubiló hace 10 años, con 70, tras desempeñar durante más de 50 la labor de auxiliar en la farmacia del pueblo, para centrarse en ser guardián de la Iglesia de San Pedro y Santa María y desempeñar una de esas labores que muchos no ven pero que resulta vital para que todo esté en orden.

“Realmente, la labor de sacristán llevo desempeñándola durante mucho más tiempo pero de una forma más ligera. Empecé desde monaguillo y con mi padre, que también se llamaba Mariano y era el sacristán y organista dell lugar hasta su fallecimiento”, asegura nuestro entrevistado.

En el año 2.000 fue cuando su padre falleció y desde ahí ha ayudado a tres párrocos: a Don José, que ya falleció, a Don Javier que está en la actualidad en Valladolid, y ahora a Don José David.

Dos joyas de valor incalculable


El sacristán presume, como es lógico, de sus dos templos. La Iglesia de Santa María, del S.XVI, que “tiene un gran valor artístico” y “declarada Monumento Nacional en 1931”. El de Alaejos añade que “el artífice principal” de que la joya fuera así declarada fue “Miguel de Unamuno cuando estuvo de rector en Salamanca” ya que “pasaba mucho por Alaejos cuando se dirigía a Medina de Rioseco”.

“Es muy significativo el altar mayor renacentista, que es de Esteban Jordán, y que tiene dos cúpulas o artesonados. Cuentan que Unamuno se echaba boca arriba en el presbiterio y miraba el artesonado y la obra de arte que hay en la iglesia”, afirma nuestro entrevistado.

La altura de la torre de Santa María es de  65 metros, diez menos que la de San Pedro, de 75. “Parece ser, según comentarios, que pueden ser las dos torres más altas de la provincia de Valladolid y es gótico-mudéjar”, añade Mariano. 

La Iglesia de San Pedro fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 1980. Es de mayor tamaño pero de menor valor que la de Santa María. El altar mayor de San Pedro es de un discípulo de la Escuela de Rincón, de un tal Sáez de Torrecilla”, finaliza.

Otro legado en el aire


Mariano asegura que “no tiene pensado dejar” la profesión de sacristán y que la desempeñará “hasta que la salud se lo permita” aunque añade que, como sucedió en su caso, es “difícil” que su hijo Carlos recoja el testigo porque “tiene otras dedicaciones” y “otras ideas”.

Sobre el coronavirus y estos meses complicados de pandemia, nuestro protagonista añade que “no ha sufrido la enfermedad” y que “ha seguido todos los protocolos para estar protegido” cumpliendo, a rajatabla, su desempeño de sacristán en el pueblo vallisoletano.

“Dentro de mi edad pido seguir como estoy y que mi familia pueda seguir adelante sin problemas de salud”, finaliza Mariano.

Un alaejano que desempeña una labor imprescindible, la de sacristán, en un oficio que sigue estando muy presente en la provincia de Valladolid.