Viernes por la noche, día de diario, laborable y con un fresquito de pleno otoño. Pero Zorrilla esta temporada no va a ver malas entradas, la afición y la ciudad tienen una conexión con el Real Valladolid a la altura de un equipo de Primera División.

Los abrigos ya no debajaban ver el ambiente tan poblado de camisetas blanquivioletas de tardes anteriores en el estadio, pero las bufandas seguían dando colorido. Algún gorro, numerosas banderas y una merienda más que abundante para el descanso.

Entre tanto, cánticos y ánimos durante los 90 minutos, sin descanso. Especialmente tras el gol del Espanyol en el minuto 20, evitando que el Pucela se viniera abajo. En el empujón ofensivo de la última media hora de partido acompañó la afición a la perfección, alentando al equipo, presionando al rival y exigiendo al árbitro.

Pero el momento del partido llegó al final, en esa tensa línea que separa el tiempo reglamentario del descuento subjetivo. Ahí emergió Daniele Verde para golpear una falta directa de forma magistra, con una 'folha seca' que dejó congelado a Diego López y estupefacto a todo el estadio, sacudiendo la grada con un escalofrío asombroso.

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