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Valladolid

Los olvidos de la administración

16 septiembre, 2017 17:18

Habrá con seguridad innumerables casos, reclamaciones y quejas de todo tipo ante la administración en diferentes niveles. Este es sólo un grano de arena, sin representatividad, sin estadística vinculante detrás. Pero eso da igual, la sociedad se debería construir siempre pensando en quienes tienen más dificultades, en quienes necesitan medios para que se cumplan sus derechos.

El caso de Aimar es significativo para apreciar la deshumanización que a veces exhibe la administración, autonómica en este caso. Un niño de 15 años de Tordesillas que sufre una parálisis cerebral que le genera problemas respiratorios y que requiere la presencia de personal de enfermería en el centro para poder asistir a clase.

Sólo con enunciarlo es difícil imaginar la lucha y la persistencia que ha tenido que tener su familia. Parece obvio que el sistema educativo debería atender las necesidades de Aimar, no por ser él en concreto, sino porque no debería haber ninguna barrera ni impedimento para que cualquier niño y niña acceda a uno de los servicios más básicos y esenciales como es la Educación. Así de simple.

No es que la administración tuviera la intención de expulsar a Aimar del sistema educativo para quitarse un problema de encima. La solución que durante más de un año plantearon a la familia era internar a Aimar en un centro especial en Valladolid o que una profesora acudiera dos días a la semana a su domicilio. En ambas se suprimían valores esenciales que otorga la asistencia a un colegio, la convivencia con otros niños y niñas, las relaciones que se desarrollan, más importantes aún para un muchacho que ha tenido la mala fortuna de toparse con la enfermedad en su infancia.

El deseo de la familia siempre fue que Aimar asistiera al Colegio Público Pedro I de Tordesillas con total normalidad. Para ello solo hacía falta que la Junta, a través de la Consejería de Educación o de la de Sanidad, contratara a una enfermera para que estuviera en el centro y, además, atendiera cualquier tipo de necesidad que pudiera tener otro menor. Vamos, nada del otro mundo.

En diciembre de 2016, después de lograr el apoyo unánime del Ayuntamiento de Tordesillas y la Diputación y tras la aprobación en las Cortes de que se atendieran situaciones como esta, la enfermera al fin llegó al CEIP de Tordesillas. Pero sólo durante unos meses.

La madre de Aimar, Remedios Navas, se ha visto obligada a ser poco menos que una ‘madre coraje’, a tirar de persistencia y no caer en el desánimo para reclamar lo justo para su hijo. Con indignación y pesar recuerda cómo a comienzos de este curso se encontraron de nuevo con que no había personal de enfermería en el centro.

Vuelta a la casilla de salida. A convocar una protesta, a pedir apoyos, a alzar la voz para reclamar lo evidente. Esta vez el precedente ya había hecho buena parte del trabajo y Educación respondió ese mismo miércoles, para asegurar que el lunes 18 habría una enfermera.

La respuesta dada para explicar lo ocurrido fue pasar la pelota de un tejado a otro, de Educación a Sanidad, a la dirección del centro, a la Dirección Provincial… un leve descuido, un olvido. Es difícil no pensar que rescindir ese contrato en junio no buscaba volver a obviar la situación, a olvidar a Aimar, a ignorar que pueda o no ir a clase.