Imagen de una de las calles del pueblo que enamoró a Orson Welles y, en el círculo, el cineasta americano

Imagen de una de las calles del pueblo que enamoró a Orson Welles y, en el círculo, el cineasta americano

Soria

El pueblo de España que enamoró a Orson Welles está en CyL: fue escenario de batalla y parece sacado de un cuento

La historia, la tradición y el patrimonio se funden en una pequeña villa que fue declarada Conjunto Histórico-Artístico.

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La impronta que Orson Welles dejó en el mundo del cine es indiscutible. Es considerado uno de los grandes directores de toda la historia y sus obras fueron todo un fenómeno de masas que llevaron bajo la gran pantalla a millones de espectadores. Nacido en Estados Unidos, sus películas no se quedaron allí, sino que traspasaron todas las fronteras.

Incluso llegaron hasta cruzar el charco para llegar a España. Pero si había un escenario que el cineasta americano se empeñó en llevar a sus películas fue Castilla y León. Y entre ellos destaca un pequeño pueblecito que hoy, en 2025, no alcanza los 50 habitantes, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Entre otras ubicaciones como Salamanca, Segovia, Ávila o Valladolid, el pueblo de Calatañazor (Soria) logró enamorar a Orson Welles y hasta aquí trajo varios de los rodajes de sus obras más emblemáticas. Incluso aquí discurre parte de la que el propio cineasta considera su película más ambiciosa, Campanadas a medianoche.

Calatañazor en Segovia

Calatañazor en Segovia Fotografía: Turismo Castilla y León

Las empinadas calles y sus modestas casas construidas con entramado de madera, adobe y ladrillo, configurando un aspecto medieval, recordaron a Welles a las calles de Londres en las que se narra la relación paternofilial de John Falstaff con el príncipe Hal, quien ha de elegir entre su lealtad al primero o a su padre, el rey Enrique IV.

Aunque el también guionista reconoció que Ávila era su favorito entre todos los rincones que visitó en la Comunidad, Calatañazor se convirtió en una referencia cinematográfica, enamorando al cineasta americano.

Catalañazar saltó a las pantallas de Hollywood con la película estrenada en 1965 en una coproducción entre España, Suiza y Francia, que basaba su trama en varias obras de William Shakespeare.

Escenario de batalla

Pero la historia de Calatañazor no responde únicamente a su unión a Orson Welles. Enclavado en la comarca de Tierras del Burgo, su origen se remonta a la época visigoda, proveniendo su nombre del árabe y que significa 'castillo del buitre' o 'nido de águilas'.

En sus calles se fraguó una tensa batalla en el año 1002, con Almanzor derrotado por los ejércitos cristianos de Castilla, León y Navarra como protagonistas. Pero a este episodio histórico se le atribuyen múltiples leyendas, fruto de la falta de pruebas en las crónicas del momento.

Almanzor era el líder musulmán del califato de Córdoba y tras llegar a Galicia se adentró en Castilla, donde se encontró, precisamente en Calatañazor, con la oposición cristiana. Sufrió una importante derrota, donde registró bajas de calado y se vio obligado a huir.

Esta batalla simbolizó la pérdida de la invencibilidad del líder musulmán y de la misma nació la famosísima frase de 'en Calatañazor perdió Almanzor el tambor'.

Algunas de las leyendas en torno al hecho narran que Almanzor, tras la derrota contra las tropas cristianas, dejó de comer y beber, muriendo en Medinaceli (Soria). Sin embargo, la falta de pruebas ha llevado a muchos historiadores a tildar el evento de irreal, siendo todavía a día de hoy una incógnita los hechos reales en los que se libró la batalla.

Sacado de un cuento

Calatañazor también destaca por ser un pueblo sacado de un cuento, donde el tiempo parece haberse quedado inmóvil sobre esta pequeña villa que se alza sobre la cima de una roca sobre el río Milanos.

Antes del asentamiento en Calatañazor con la invasión visigoda, hay registros de las primeras poblaciones presentes en la zona. En concreto a un kilómetro al suroeste, en el Cerro de los Castejones, con restos arqueológicos de entre el siglo II a.C. y el V d.C., coincidiendo con la ciudad arévaca de Voluce.

Parte del entorno natural de Calatañazor, rodeado de un bosque de sabinas

Parte del entorno natural de Calatañazor, rodeado de un bosque de sabinas Concha Ortega Ical

Precisamente, las tumbas antropomorfas del entorno de Calatañazor hacen intuir los orígenes del poblado al momento de la invasión visigoda. Tiempo después, durante la Edad Media, la villa estuvo vinculada al linaje de los Padilla, señores de Calatañazor.

Ya en el siglo XVII pasó a manos de la casa de los duques de Medinaceli, para después llegar el turno del Marqués de Feria.

A la villa le rodean dos murallas que aún se conservan casi intactas, permitiendo únicamente dos entradas de subida a la localidad. Al sur se levanta el castillo, que se encuentra en lo alto de un peñasco. Fue construido entre el siglo XIV y el XV, y todavía conserva parte de la torre del homenaje y gran parte de sus murallas, además de un ventanal gótico.

En la actualidad solo puede verse la puerta más pequeña, pero llegó a tener tres. Bajo el castillo se encuentra la necrópolis medieval excavada en roca con las tumbas antropomorfas anteriormente mencionadas.

El Castillo de Calatañazor

El Castillo de Calatañazor Concha Ortega ICAL

Entre otros atractivos está la iglesia de Nuestra Señora del Castillo, que mezcla los estilos góticos y románico, presentes en la portada y un tramo que hace de ábside gótico.

Cuenta con una pila bautismal en piedra del siglo XI y también ha conservado una imagen de la Virgen de Fuentemayuel del siglo XIII que pertenece a un despoblado en 1590. El altar mayor lo preside un retablo del siglo XVI y XVIII que cuenta con una talla románica de Santa María del Castillo.

Dentro de la iglesia también se ubica el museo parroquial, con algunas de las obras ya mencionadas y otras tablas y tallas correspondientes al barroco, o un órgano procesional y una colección de privilegios rodados y pergaminos del siglo XII y XV.

Poco puede apreciarse, pero de la que todavía quedan la puerta y los muros, de la ermita de Santa Ana y San Juan Bautista. Junto al río quedan aún los restos de Voluce cuya calzada romana puede apreciarse en parte.

Cabe resaltar que el pueblo está declarado Conjunto Histórico-Artístico. Su visita es considerada por muchos como un viaje en el tiempo, donde la historia, la tradición y el patrimonio se conjugan en una única ruta que, en su día, enamoró a Orson Welles.