El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, durante su discurso de apertura del Año Judicial.

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, durante su discurso de apertura del Año Judicial. Efe

Salamanca

García Ortiz, el 'confitero' de Lumbrales, nieto de don Evelio y que su familia cedió un tesoro por un euro: “Aquí es uno más”

En el centro del huracán político y a las puertas de ir a juicio, EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León relata la infancia y el pasado del fiscal general del Estado, nacido en la provincia de Salamanca. Sigue yendo cada verano a este pueblo de 1.500 habitantes.

Más información: La fiscal jefa de Valladolid pide la dimisión de García Ortiz: "Es inimaginable que esté imputado por el Supremo"

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“Este verano le vi tomando café en el bar de la plaza; para nosotros es el chico del confitero”, así describe la situación un anciano de Lumbrales (Salamanca) con la visita cada agosto para ver a su madre de Álvaro García Ortiz, el todavía fiscal general del Estado.

Para muchos será siempre Álvaro, el hijo de Emilio y el nieto del médico Evelio. Todos los vecinos de este municipio de 1.510 habitantes pueden decir que el fiscal general del Estado es de aquí.

Y, a pesar de sus responsabilidades al frente de la Fiscalía y sus problemas judiciales, no ha perdido nunca esa costumbre de volver a casa, de caminar las calles de su infancia como si los años, los cargos y las polémicas no lo hubieran alejado de sus raíces.

Nacido el 16 de diciembre de 1967, en pleno invierno, en este rincón de Salamanca, Álvaro García Ortiz creció entre la botica familiar y las historias de un padre incansable, Emilio (ya fallecido), que fue farmacéutico, emprendedor, distribuidor de butano y comerciante de electrodomésticos. Eran otros tiempos.

Durante algún tiempo regentó también la farmacia familiar en Lumbrales, donde se casó con la hija del médico del pueblo, don Evelio.

La suya fue siempre una familia conocida en Lumbrales, recordada como ‘los confiteros’, en los pueblos todo el mundo tiene mote y el fiscal general no iba a ser menos.

Una donación por un euro

Una familia vinculada al progreso del pueblo y a su patrimonio. Según fuentes del pueblo, fueron los García Comerón quienes donaron el terreno del castro vetón de Las Merchanas, joya arqueológica prerromana que hoy es Bien de Interés Cultural. Lo hicieron siendo alcalde Marcelino Herrero Cuéllar.

Álvaro García Ortiz, en un círculo, durante un homenaje a su familia que se realizó en el pueblo en 2011

Álvaro García Ortiz, en un círculo, durante un homenaje a su familia que se realizó en el pueblo en 2011 ICAL

Y lo hicieron por ¡¡un euro!!. Eso sí, con condiciones. La principal tenía que ver con garantizar a los visitantes el disfrute de un poblado amurallado, que los arqueólogos estiman debió erigirse hará unos dos mil quinientos años.

Así, el día 24 de marzo de 2005, la familia García Comerón recibe el cheque de un euro como pago a la venta realizada; “moneda que bien adornada permanecerá para siempre en poder de la familia, de generación en generación”, según palabras del representante de la familia, Manuel García Francia.

De esta manera, el Ayuntamiento y todo el pueblo de Lumbrales pasa a ser propietario del Castro con la expresa obligación de separar lo adquirido del resto de la finca.

Este lugar destaca por sus murallas y por el campo de piedras hincadas, elemento que se construía para dificultar los ataques de la caballería.

“Ese gesto permitió que se conservara y se pusiera en valor un lugar único en la provincia con la ayuda de la Diputación y de la Junta”, aseguran fuentes cercanas al pueblo a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León.

En agradecimiento a esta donación, la Diputación de Salamanca instaló en 2011, en el aparcamiento de acceso al castro, una escultura conmemorativa que recuerda el gesto altruista de la familia.

Somos los que damos, grabación del monumento homenaje a la familia propietaria del Castro

"Somos los que damos", grabación del monumento homenaje a la familia propietaria del Castro Ayuntamiento de Lumbrales

Esta generosidad queda reflejada en la escultura que con el lema “Somos lo que damos” simboliza en un árbol a las tres ramas de la familia García Comerón y sus descendientes, entre ellas nuestro protagonista.

De Primera Comunión

Álvaro fue un niño de juegos tranquilos en la era del pueblo y de hacer la primera comunión, algo habitual en esos años. Hasta que, con apenas diez años, la familia se trasladó a Zamora y después a Valladolid por el trabajo de su padre, ya que fue nombrado inspector de Farmacia.

El Centro Cultural de los Maristas de Valladolid fue su primer colegio en la ciudad del Pisuerga tras llegar desde Zamora, luego se matriculó en el instituto de El Pinar de la Rubia. Siempre escuela pública.

Allí estudió Derecho en la Universidad y, dicen sus amigos, ya mostraba esa mezcla de cercanía y firmeza que marcaría después su carrera. En Valladolid tejió amistades con quienes hoy ocupan altos cargos en el Gobierno, como Ana Redondo y Óscar Puente, ambos han salido en su defensa.

Sobre todo la ministra de Igualdad que, en plena ola polémica por su gestión,  le invitó a cenar en Valladolid.

En la Escuela Fiscal fue donde se enamoró de su esposa, con quien comparte profesión y dos hijos.

Ingresó en la carrera fiscal en 1998, en Menorca, y poco después se trasladó a Galicia. Allí se ganó un nombre como fiscal coordinador de incendios forestales y delegado de Medio Ambiente. Fue el rostro de la acusación en el caso Prestige, la mayor catástrofe ecológica en España, que tardó más de una década en resolverse.

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, junto a la ministra de Igualdad, Ana Redondo, en un acto pasado

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, junto a la ministra de Igualdad, Ana Redondo, en un acto pasado La Sexta

En ese momento se convirtió en todo un azote para el PP; quizás de esos lodos vengan ahora estos enfrentamientos terribles con los populares, que han encontrado en él una diana fácil. Incluso llegó a tumbar alguna ley a Feijóo.

Y es que el salmantino cuando era fiscal delegado de Medio Ambiente garantizó que la Fiscalía coordinaría las investigaciones para hallar a los culpables de los incendios que asolaron a Galicia durante años.

Su ascenso fue constante: fiscal de sala, fiscal jefe de la Secretaría Técnica y, desde agosto de 2022, Fiscal General del Estado.

Un cargo que lo coloca en la cúspide de la justicia española y que, al mismo tiempo, lo ha situado en el centro de la polémica. En los últimos meses, García Ortiz ha enfrentado una tormenta jurídica y política, aunque ha contado con el respaldo fiel de Pedro Sánchez y de todo el Gobierno.

El juicio

Ahora su futuro pasa por el mes de noviembre. El Tribunal Supremo ha fijado del 3 al 13 de noviembre la celebración del juicio en el que está acusado de un delito de revelación de secretos.

Presuntamente facilitó a un medio de comunicación el contenido confidencial de un correo electrónico enviado por el abogado del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Alberto González Amador, al fiscal que le investiga por fraude fiscal.

Las sesiones del juicio, en el que comparecerán 40 testigos, se celebrarán los días 3, 4, 5, 11, 12 y 13 de noviembre. Ahora está imputado, algo que nunca había ocurrido con un fiscal general.

Y sin embargo, cada verano, regresa a su pueblo natal. Lo hace junto a su madre, a la casa familiar de Lumbrales, donde se deja ver en los bares o en alguna marcha senderista por el Camino de Hierro.

Un proyecto puesto en marcha por la Diputación de Salamanca, que parte desde la antigua estación del tren de La Fregeneda y llega hasta , en la frontera con Portugal.

Habla con los vecinos sobre lo que ocurre en el pueblo, escucha, opina y, sobre todo, se muestra accesible. “Cuando está aquí no es el fiscal general, es Álvaro”, dicen quienes lo ven pasar como uno más. Y lo hace charlando con total naturalidad con los lugareños.

Y mientras en Madrid se debaten su futuro y sus decisiones, en su pueblo natal permanece intacta la imagen del vecino que nunca olvidó de dónde venía, el nieto de los confiteros.