
David González, taxista salmantino
La Semana Santa de David en el taxi: “Tengo una clienta que reza antes de subirse a mi coche"
Entre cortes de tráfico, clientes con prisa y algún que otro capirote fuera de sitio, David sortea la Semana Santa desde el volante con una mezcla de fe ajena y paciencia propia.
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Si alguien conoce los rodeos de Salamanca en Semana Santa, ese es David González. No porque se sepa los recorridos de memoria, sino porque cada paso puede suponerle una procesión propia: de tráfico, de llamadas y de clientes que quieren llegar "lo más cerca posible" de la Catedral, aunque haya una cruz guía ocupando la calle.
"Me piden que los deje casi dentro de la procesión. Uno quiso que me metiera por la calle Francisco de Vitoria como si fuera de libre paso. Imposible. Pero insistía", recuerda.
Hay otros que, aunque lleguen tarde, aún quieren parar a ver el paso. "Bueno, bueno, bueno…", suelta con resignación, como quien ya ha perdido más de un Santo Entierro entre semáforos en rojo.
Con fe, con prisa y con el taxímetro en alto
David trabaja sobre todo de noche. Sabe cuándo empieza el jaleo de verdad: "Cuando acaban las procesiones, nadie quiere andar. Y si encima llueve, te los llevas a todos".
A esas horas, no se sabe si alguno viene de ver un paso o de la discoteca. "Hay días que no sabes si bajan de una procesión o de la de los borrachos de Zamora, pero en Salamanca", dice entre risas.
Algunos le piden rutas imposibles. Otros se quejan de los cortes como si él fuera concejal de movilidad. "Me preguntan por el tráfico como si yo llevara el programa oficial", bromea. "Y si no pueden, se enfadan. Que no me lo van a pagar, que si esto, que si lo otro… Como si la culpa fuera mía porque hay procesión".
La clienta que reza y otras estampas
No todos los pasajeros vienen alterados. Algunos vienen en modo recogimiento. Como aquella clienta que, al subirse, comienza a rezar. "Supongo que pide que lleguemos sanos y salvos, o que yo no me despiste. Pero oye, por si acaso, ella lo hace", cuenta David, sin darle más importancia aunque lo recuerde con una media sonrisa.
También ha llevado a más de un despistado en estos días. "Una vez, una mujer se dejó la mantilla. Que cómo se te va a olvidar eso, decía. Tuvimos que ir a la peluquería otra vez. Llegó tarde, pero llegó".
Por dónde no se pasa ni con milagros
Hay zonas por las que prefiere no pasar. "San Pablo, imposible. Todo lo que pase por ahí, lo evito. Si no, acabas dando más vueltas que un costalero en tiempos de ensayo".
Aun así, David le pone fe. "Se vive con paciencia, con fe y con el taxímetro en alto", nos resume. Y aunque no sale en ninguna foto, también forma parte de la estampa: el conductor que aguanta el volante, la charla nerviosa y el sonido de tambores de fondo.
Porque en Salamanca, en Semana Santa, no sólo hay pasos. También hay gente como David, que hace sus recorridos en silencio, sorteando baches, procesiones y algún pasajero con alma de penitente.