Julio Lopez Revuelta, tras su pregón en el teatro Liceo de Salamanca

Julio Lopez Revuelta, tras su pregón en el teatro Liceo de Salamanca Luis Cotobal

Salamanca

“Cuando me encontró la Semana Santa”: Julio López Revuelta emociona a Salamanca con un pregón para la historia

El director de Comunicación de la Junta abre el alma de Salamanca con un pregón íntimo y emocionante bajo la mirada del Cristo Despojado.

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El silencio en el Teatro Liceo no era solo respeto. Era recogimiento. Era nervio, expectación, casi liturgia.

La Semana Santa de Salamanca no ha comenzado todavía en la calle, pero sí lo hizo ya en el alma de quienes abarrotaban este templo cultural convertido en iglesia improvisada.

Sobre el escenario, la imagen de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras. Frente a ella, el pregonero. Y con él, una ciudad dispuesta a escucharse a sí misma en su relato.

Julio López Revuelta, director de Comunicación de la Junta de Castilla y León, protagonizó este martes un pregón emocionante, culto, profundamente humano y a la vez litúrgico, que de seguro quedará grabado en la memoria colectiva de los cofrades salmantinos. Porque fue mucho más que un anuncio.

Fue una confesión pública de amor a una Semana Santa que, según sus propias palabras, "no fue tanto que la encontrara, sino que fue ella quien me encontró a mí".

De cofrade de acera a pregonero de fe

El pregón arrancó con una escena que mezclaba música, oración y ternura: la Agrupación Musical La Expiración interpretaba la marcha Esperanza de María y el pregonero, visiblemente conmovido, iniciaba su intervención con una súplica al Cristo Despojado. No era solo un recurso poético: fue un acto de fe sincera.

A partir de ahí, comenzó un viaje por la Semana Santa salmantina desde la mirada de quien ha vivido su transformación desde fuera hacia dentro. Sin medalla, sin vara, sin hábito. Como él mismo confesó, "un cofrade de acera sin distinción, pero con el alma llena".

Las marchas procesionales suenan en el Teatro Liceo y dan la bienvenida a la Semana Santa de Salamanca

Contó cómo entró en ese mundo por la puerta de la curiosidad y la responsabilidad pública. Como concejal de Cultura, como colaborador de cofradías, como testigo de momentos que acabaron por sembrar en él una pasión verdadera. "Tomaba apuntes como en la facultad", dijo sonriendo.

"Y fue así como me encontré con la Semana Santa, aunque siempre he pensado que fue ella la que me encontró a mí".

Las cofradías, los barrios y la memoria

López Revuelta recorrió con sus palabras las calles y templos de Salamanca, pero también sus símbolos, sus imágenes, sus sonidos. Desde la Borriquilla y los niños que inauguran cada Domingo de Ramos hasta el Cristo de la Liberación en su tránsito por el cementerio, en una de las escenas más sobrecogedoras que describió: "Estar tan cerca de los que están tan lejos…".

El pregón fue también un homenaje a quienes ya no están. En un gesto que conmovió al público, sacó una rosa roja desde el atril, bajó hasta la imagen del Cristo Despojado, la besó y la dejó a sus pies, en silencio. Luego, regresó al púlpito claramente emocionado. "A los que me enseñaron a amar esta ciudad y esta Semana Santa, les debo todo", dijo.

Julio López Revuelta, emocionado, entregando una rosa roja al Cristo Despojado

Julio López Revuelta, emocionado, entregando una rosa roja al Cristo Despojado Luis Cotobal

"La fe no entiende de costal o de hombro"

En uno de los puntos más valientes de su discurso, el pregonero defendió con rotundidad la diversidad dentro de la Semana Santa: "¿Quiénes somos nosotros para ponerle puertas a una Iglesia que es universal? La fe no entiende de acento, ni de forma de cargar un paso". Fue un llamamiento directo a la inclusión y al entendimiento entre tradiciones y personas.

López Revuelta no eludió el debate entre estilos, pero lo resolvió con elegancia, subrayando que lo importante es lo que une, no lo que separa. "Cristo no pregunta si vas con capirote o con costal. Cristo pregunta si vas con el corazón".

Una ciudad que es fe, piedra y barrio

Desde la solemnidad del Cristo Yacente en Santa Basilia hasta el fervor vecinal de la Hermandad del Silencio en Pizarrales, el pregonero enlazó las procesiones como cuentas de un mismo rosario urbano. "La Plaza Mayor y la plaza del pueblo. El farol y la antorcha. La catedral y la iglesia de barrio. Todo eso es Salamanca", afirmó con contundencia.

También hubo espacio para recordar a los "reporteros de la Pasión", esos periodistas que -como él mismo- siguen cada acto, cada cartel, cada ensayo, "llevando esta tradición más allá de nuestras fronteras gracias a las nuevas tecnologías".

Un broche de esperanza: la Resurrección

El cierre del pregón fue, como manda la liturgia, un canto a la esperanza. El pregonero llevó al público al momento del Encuentro, cuando la Virgen pierde su luto y la ciudad celebra la victoria de la vida sobre la muerte. "La música cesa y los intérpretes guardan sus instrumentos… pero no será por mucho tiempo. En Salamanca, la Semana Santa no dura siete días. Dura 365". 

Y con una última declaración de amor, cerró la noche: "Por encima de todo, los cofrades. Por encima de ellos, Cristo. Por encima de todo eso, Salamanca. Siempre Salamanca".

Mañueco, como en casa

La presentación del acto corrió a cargo del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que ejerció con naturalidad de anfitrión y amigo. No escatimó elogios al pregonero, de quien dijo conocer "su pasión por Salamanca y su vocación de servicio público", y recordó con emoción los años que compartieron como alcalde y concejal. 

"El pregón es mucho más que un anuncio: es reflejar lo que significa la Semana Santa, expresar su esencia", afirmó Mañueco. Y concluyó con un augurio: "Julio, tienes sensibilidad, conocimiento y amor por esta ciudad. Sé que vas a hacer de este pregón algo inolvidable".

Y así fue.