Irene Campanario, teniente de la Guardia Civil en la comarca de Vitigudino Luis Cotobal

Salamanca

La Guardia Civil en el corazón del mundo rural: patrullas, ley y seguridad donde nadie más llega

En la España despoblada, sus patrullas son la primera línea de seguridad, recorriendo cada camino para proteger a quienes más lo necesitan.

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Las grandes ciudades cuentan con cámaras de vigilancia, cuerpos de seguridad municipales y recursos inmediatos en caso de emergencia.

En la España rural, sin embargo, la seguridad depende en gran medida de la Guardia Civil, que se convierte en el primer -y en muchas ocasiones, único- recurso para atender desde conflictos vecinales hasta desapariciones o robos en explotaciones ganaderas.

Para conocer esta labor desde dentro, EL ESPAÑOL de Castilla y León acompaña a Irene Campanario Luque, teniente adjunto de la compañía de la Guardia Civil en Vitigudino, una comarca salmantina que engloba 85 municipios y más de 25.000 habitantes.

Un territorio extenso 

Campanario, natural de Jerez de la Frontera y formada en la Academia General Militar, alcanzó el grado de teniente en julio de 2021 y, poco después, fue destinada a esta zona, donde forma parte de la organización de patrullas y operativos en un territorio con desafíos muy particulares.

“La comarca de Vitigudino es bastante tranquila, pero nuestro trabajo consiste en adelantarnos a los problemas antes de que ocurran”, explica. Para ello, se organizan patrullas que cubren la mayor extensión posible y se mantiene un contacto estrecho con los vecinos, pieza clave en la seguridad rural.

En los pueblos, la Guardia Civil además de un cuerpo de seguridad, es también una referencia cercana y accesible. “Aquí no nos ven solo como agentes, sino como unos vecinos más a los que pueden acudir en caso de necesidad”, destaca la teniente. Este vínculo de confianza facilita el flujo de información y permite prevenir delitos antes de que ocurran.

El campo, en el punto de mira

Uno de los mayores desafíos en esta zona es la protección del sector agrícola y ganadero, clave en la economía de la comarca. Los robos en explotaciones, el vandalismo en el campo y el acceso a recursos en caso de emergencia son preocupaciones recurrentes entre los profesionales del sector.

“Los ganaderos y agricultores nos avisan si ven vehículos sospechosos o personas desconocidas rondando sus fincas. Con esa información, dirigimos nuestros servicios para prevenir posibles delitos”, explica Campanario.

Sin embargo, el trabajo de la Guardia Civil en la zona va mucho más allá de la vigilancia en el campo. Las patrullas también atienden accidentes de tráfico, rencillas vecinales y episodios de violencia de género, un problema que en el medio rural puede verse agravado por el aislamiento de muchas víctimas.

“Hoy en día hay más información sobre cómo pedir ayuda en estos casos”, señala la teniente, “pero además contamos con un equipo especializado que mantiene contacto directo con las víctimas y les ofrece apoyo personalizado”.

Coordinación y tiempo de respuesta

La dispersión de los municipios hace que la organización de los recursos sea un reto en sí mismo. “Nuestra compañía tiene nueve puestos distribuidos estratégicamente para que no haya ninguna zona desprotegida”, explica Campanario.

El patrullaje puede ocupar entre seis y ocho horas al día, aunque en casos de emergencia, como la búsqueda de una persona desaparecida, las horas en carretera pueden multiplicarse. Las desapariciones de mayores con deterioro cognitivo son algunas de las intervenciones más delicadas y requieren una respuesta rápida y coordinada.

Los accidentes de tráfico con heridos graves también marcan la dureza del día a día. “Son situaciones muy complicadas, que nos afectan como personas y como profesionales”, reconoce la teniente.

Vocación y sacrificio

A pesar de la dureza de algunas intervenciones, Campanario tiene claro que su vocación pesa más que las dificultades. “Hay jornadas complicadas, pero cuando alguien se te acerca y te da las gracias por lo que has hecho, que forma parte de tu trabajo, eso no tiene precio”.

Su historia es la de una vocación temprana, marcada por la tradición familiar. Hija y nieta de guardias civiles, creció en un cuartel y desde pequeña tuvo claro su futuro. “Siempre me ha gustado servir a los demás, y hacerlo con este uniforme es de lo mejor que me ha pasado en la vida”, asegura.

A quienes piensan en seguir su camino, especialmente a las mujeres que se plantean entrar en la Guardia Civil, les anima sin dudarlo. “Es una profesión con muchas salidas, con especialidades en las que puedes volcar tu vocación y crecer tanto profesional como personalmente”.

Desde su llegada a Vitigudino, la teniente Campanario ha trabajado para reforzar la seguridad en una comarca que, pese a su aparente tranquilidad, presenta desafíos constantes.

Cada patrulla, cada intervención y cada operativo son una muestra de un compromiso que va más allá de la ley: proteger, servir y estar siempre cerca de quienes más lo necesitan.