Castilla y León

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Salamanca

De la decimonónica Rúa para paso de carruajes a paradigma de las peatonalizaciones como oasis urbano para terrazas y turistas

La emblemática calle, de obligado paso para encaminarse desde la Plaza Mayor hasta las Catedrales, fue testigo de vaivenes políticos, cambió de nombre y no se libra hoy de polémicas entre vecinos y hosteleros

3 septiembre, 2021 15:01

Es una de las arterias urbanas más emblemáticas de Salamanca y lugar de paso obligado para todo aquel que quiera conocer de cerca todos los encantos de la capital del Tormes. Estamos hablando de la Rúa Mayor, por donde los foráneos se encaminan cuando quieren visitar el Patio de Escuelas Mayores con la legendaria estatua de Fray Luis León, y las dos catedrales salmantinas (la Vieja y la Nueva). Sin embargo, la historia de esta calle sigue siendo desconocida para muchos salmantinos.

Los estudiosos y apasionados de la historia de Salamanca se remontan a la segunda mitad del siglo XIX para buscar los orígenes de esta vía. La necesidad de alargar el camino que conducía desde la plaza de San Martín hasta la plaza de Anaya, enlazando al mismo tiempo la Plaza Mayor y las Catedrales, alumbró su nacimiento.

En la sociedad salmantina de entonces, aseguran los cronistas locales, se respiraban vientos de modernidad urbanistica y por eso se decidió acometer esta obra. El proyecto fue ideado y por Carlos Gondorf, arquitecto de la Real Academia de San Fernando y en él se contempló por primera vez la idea de prolongar este espacio en línea recta hasta la Plaza de Anaya. Contemplar la belleza de la Catedral desde la puerta renacentista de San Martín era unas de las ventajas que iba a conllevar la habilitación de esta vía urbana. La idea tomó forma hacia el año 1890 con el derribo de varias casas y así nació la Rúa Mayor.

Los años siguientes estuvieron marcados por la polémica, dado que la nueva vía cambió de nombre en varias ocasiones. De hecho, llevó el nombre de un catedrático de Metafísica de la Universidad de Salamanca y relevante exponente del 'krausismo', Mariano Arés, y posteriormente tomó el nombre del polìtico y periodista salmantino, Isidoro García Barrado, todo ello envuelto en diversas polémicas ciudadanas ante los cambios de denominaciones en el callejero ordenados por el Ayuntamiento. FInalmente, en el año 1938 la calle pasó a llamarse, ya de forma definitiva, como la Rúa Mayor, aunque popularmente todo el mundo la conoce por la sencilla y escuela fórmula de La Rúa

Mucho ha llovido desde aquel año (1938) en plena Guerra Civil española. De aquellos pequeños locales de plateros, comerciantes y joyeros del siglo XIX se pasó, a comienzos de la década de los años 90 del pasado siglo, a un nuevo concepto de la Rúa, caracterizada por su peatonalización. El proceso fue imparable y ese paradigma de nuevo urbanismo encarnado por la Rúa, caracterizado por el paso solo de peatones salvo las lógicas excepciones derivadas de las operaciones de carga y descarga de las furgonetas de suministros en las cafeterías, bares y restaurantes que pueblan esta arteria urbana,  se impuso sin posibilidad de que hubiera marcha atrás.

Críticas


La Rúa Mayor es, desde hace años, un oasis de terrazas durante la primavera y el verano, con turistas tomando tranquilamente el aperitivo o almorzando gracias a los variados menús que ofrecen los restaurantes ubicados en la calle. Sin embargo, no todo es esplendor y unanimidad de opiniones, dado que numerosos vecinos se han quejado de que las terrazas impiden el paso de los peatones, dado que ocupan gran parte de la vía y reducen de forma considerable la visibilidad monumental de las Catedrales, situadas al final de la vía, en la plaza de Anaya.

También los partidos políticos se han posicionado sobre la proliferación de terrazas. Hace unas pocas semanas, sin ir más lejos, la concejala de Podemos en el Ayuntamiento de Salamanca denunció públicamente que la Rúa se había convertido en la máxima expresión de cómo se incumple el bando municipal de carga y descarga. Para Podemos, una de las calles que demandaban un cambio drástico era la calle la Rúa, debido a sus dimensiones y los numerosos bares, restaurantes y comercios que se encuentran en ella. Un mes después de la nueva regulación nada ha cambiado. "El buque insignia de la nueva regulación hace aguas. El incumplimiento más generalizado es el acceso a la Rúa desde la calle Quintana», afirmaba la edil de la formación morada. Por si fuera poco, el problema en la Rúa se agrava todavía más, a juicio de Podemos,  con la presencia de terrazas apiladas en la misma calle. "Que el bando no contenga una referencia al momento en que pueden ponerse las terrazas y donde han de estar las mesas, sillas, mamparas, parasoles que las componen hasta ese momento es una de las deficiencias más grandes de la regulación de la carga y descarga", puntualizó entonces la edil.

Con independencia de estas polémicas políticas y estas discrepancias entre vecinos y hosteleros, lo cierto es que la Rúa sigue siendo una de las arterias que vertebran la Salamanca monumental. Afloró, aprovechando las nuevas tendenicias urbanísticas, a finales del siglo XIX y actualmente, en pleno siglo XXI, forma parte imprescindible de la proyección exterior de la ciudad. Y de la misma forma que nadie se imagina una Salamanca sin el Patio de Escuelas, la fachada plateresca de la Universidad, la Plaza Mayor o el convento de San Esteban, resulta muy difícil de otear una Salamanca sin su turística Rúa.