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Salamanca criminal: merodeadores de despachos en hospitales y facultades de universidad

1 octubre, 2018 09:35

La crónica de sucesos está impregnada cada vez más con hechos delictivos hasta no hace mucho tiempo más propios de grandes urbes, de otras latitudes donde la delincuencia está a la orden del día. Pero la globalización también conlleva la expansión del delito y sus nuevas vertientes, que NOTICIASCYL les detalla cada domingo en una serie, acercándoles los detalles sobre prácticas cada vez más comunes en Salamanca.

Es el caso de los merodeadores de taquillas y despachos, ladrones que acumulan decenas de antecedentes por hurtos en los hospitales o las facultades de la universidad. Amigos de lo ajeno que aprovechan cualquier descuido en busca de su botín y saben perfectamente dónde, cuándo y hasta qué robar para seguir burlando a la Justicia, entrando por una puerta de los Juzgados de Colón y saliendo inmediatamente por otra.

El delito de hurto está castigado con pena de prisión que puede alcanzar hasta tres años. No es robo porque no se emplea la fuerza, el ladrón es un oportunista que aprovecha un error de la víctima, y no se lleva cosas de valor artístico, histórico, cultural o científico para no exponerse a la mayor pena de cárcel, ni productos de primera necesidad. Pero, sobre todo, el valor del botín no supera los 400 euros, para que la pena sólo sea una multa de uno a tres meses, hasta doce si hubiera alguna circunstancia de mayor gravedad. Como estos ladrones se declaran insolventes y aprovechan la lentitud de la Justicia, por eso están más tiempo delinquiendo en la calle que en prisión.

Varios son los ya conocidos por la Policía Nacional debido a sus repetidas fechorías. En los hospitales utilizan varios métodos. Por un lado, sondean las plantas de los pacientes con menor movilidad y aprovechan la salida de algún familiar para airearse durante unos minutos para entrar en la habitación y llevarse su bolso o pertenencias a la vista. Por otro, simulan ser pacientes esperando y aprovechan una salida temporal al baño o cualquier otro despacho que implique desplazamiento para entrar rápidamente a la consulta en busca del botín.

Lo mismo ocurre en las facultades de la universidad. Sobre todo en el campus Miguel de Unamuno, con edificios de facultades cuyos pasillos facilitan la labor de los ladrones. Largos pasillos con decenas de despachos que pueden recorrerse en escasos segundos y escaleras cercanas para huir rápidamente. Los merodeadores aprovechan la hora del café en busca de alguna puerta sin candar o mal cerrada, aunque también suelen estar al quite en un lugar desde el que controlar los despachos y aprovechan una salida momentánea para introducirse a la carrera y buscar su anhelado botín.

Otra modalidad de este tipo de ladrones son las denominadas ‘ratas de hotel’, más comunes en grandes ciudades y localidades de costa. Se trata de personas que se introducen en los hoteles como si fueran clientes, y sin que el personal del establecimiento se percate, aprovechan para robar en habitaciones, consignas o cualquier otro lugar a su alcance. Cualquier despiste es aprovechado por estos sutiles amigos de lo ajeno.