El nuncio del Papa en España, Bernardito Cleopas Auza, en una imagen de archivo de otra visita a Castilla y León

El nuncio del Papa en España, Bernardito Cleopas Auza, en una imagen de archivo de otra visita a Castilla y León César Sánchez Ical

Burgos

El representante diplomático del Papa en España, protagonista en Burgos

Ha sido el encargado de presidir una solemne misa por el 600 aniversario del Real Monasterio de Santa Dorotea

5 mayo, 2024 19:34

El Real Monasterio de Santa Dorotea de canónigas regulares lateranenses de San Agustín acogió hoy domingo una solemne misa de acción de gracias por estos 600 años de presencia en Burgos, que ha presidido el nuncio apostólico del Papa en España, Monseñor Bernardito Cleopas Auza y que fue concelebrada por el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, así como por el arzobispo emérito de Burgos, Fidel Herráez, el obispo emérito de Jaén, Ramón del Hoyo López, así como más de una docena de sacerdotes, entre los que se encontraban el vicario general de la archidiócesis, Carlos Izquierdo, y el capellán del monasterio, Óscar Moriana. Es el acto central de una serie de eventos organizados por estas religiosas para conmemorar el VI centenario de su fundación en la ciudad de Burgos.

El nuncio llegó minutos antes de las 12 del mediodía al Real Monasterio, acompañado por el arzobispo de Burgos y el arzobispo emérito. A la entrada de la iglesia le esperaba una comitiva de bienvenida, formada por la madre federal de la Orden, la madre Irene Estadella, la priora de la comunidad, sor Pilar Fernández, y un numeroso grupo de religiosas de la orden, venidas de Arceniega (Álava), Palencia y Palma, monasterio este último del que depende la comunidad de Burgos. Durante la recepción al nuncio, se escucharon expresiones en tagalo, lengua materna del representante del Papa y de muchas de las hermanas presentes, que han dado un sabor especial a la celebración.

Ante una iglesia abarrotada de fieles, que quisieron acompañar a las monjas en esta ceremonia, el nuncio repasó en su homilía la historia del Real Monasterio, así como la vinculación que esta orden religiosa tiene con su isla natal, Bohol, donde ya hay tres fundaciones de estas monjas. Seguidamente, Monseñor Auza desgranó el sentido de las lecturas del día, poniéndolo en relación con los mensajes que san Juan Pablo II y Francisco han transmitido a la vida contemplativa.

En concreto, el nuncio citó las palabras que el papa polaco dirigió a unas carmelitas, al poco tiempo de ser elegido, a las que dijo que ellas “extraen del Corazón de Cristo todas las riquezas, viviéndolo y dándolo a todos”. Además, citó a Francisco, en unas palabras que dirigió a un grupo de carmelitas descalzas, pero aplicables a la vida contemplativa en general, con “la vocación contemplativa no lleva a custodiar cenizas, sino a alimentar un fuego que arde”. “Un fuego que arde -prosiguió- del que nos habla la Palabra de Dios en este VI Domingo de Pascua. El mensaje pascual de este domingo es el amor. 'Dios es amor', dice la segunda lectura”.

"Al entregarle al Señor la vida en la contemplación, se tiene en cuenta que, si uno está solo, lo está por los otros. No es una vida de egoísmo, ocupados en nuestros intereses los cuales muchas veces podemos colorear de espirituales. Y es que, esta soledad, no es separación. Tampoco es indiferencia o desprecio de cuanto ha salido de sus manos. Es separación de todo lo que no es amor, es decir, de todo lo que no es necesario”, explicó el nuncio.

Recordando a San Agustín y los tres puntos fundamentales de su vida y enseñanza, Monseñor Auza apuntó que “podemos decir que es el Amor el que trasforma las almas haciéndolas interiores; es el amor que nos congrega en uno en la comunidad; es el amor, en tercer lugar, que nos da la percepción de la necesidad para socorrerla con misericordia, sobre todo, con la disponibilidad a la necesidad siempre urgente de la Iglesia en el servicio de la evangelización en la misión”.

Tras la celebración eucarística, las religiosas invitaron al nuncio a conocer de cerca a la comunidad de religiosas, mostrándole las dependencias del monasterio, y también a compartir con ellas una comida de fraternidad, tras la que las hermanas de origen filipino ofrecieron un pequeño recital de música con canción en tagalo incluida.