Una niña llora mientras hablar por teléfono
Hazte un Sandra Peña y suicídate
"Sería suficiente si los padres hiciesen el mínimo que se debería exigir para tener un hijo: enseñar lo que está bien y lo que está mal. Pero es pedir demasiado a una sociedad que tiene hijos por encima de sus posibilidades".
En este mundo frenético ocurren cosas que se olvidan rápido porque pasan otras y la sociedad, al final, se queda con lo último que ha visto en Instagram porque se carece de capacidad de retención. Parece que es mejor olvidar, pasar página y seguir tu vida comentando el nuevo tema de Rosalía.
Sandra Peña sufría acoso escolar. Alrededor del 10% de los alumnos de nuestro país sufren acoso y/o ciberacoso. Y sí, se suicidó. Y nos echamos las manos a la cabeza intentado buscar culpables cuando, para los padres, ya no creo que exista consuelo.
Está claro que llegamos tarde a encontrar una solución para Sandra. Pero hay muchos más niños que están pasando por esto y los protocolos no son suficiente. Ahora entre los acosadores se lleva decir “márcate un Sandra”. ¿En qué sociedad despreciable cohabitamos?
No nos bastaba con arrebatar la autoridad a profesores, que son quienes pasan más tiempo con tus hijos, sino que tampoco los educáis en casa. ¿Cómo los vais a educar si ni siquiera tenéis educación vosotros? Unos porque los dejan con la niñera de turno y otros porque no les dedican tiempo de calidad.
Sería suficiente si los padres hiciesen el mínimo que se debería exigir para tener un hijo: enseñar lo que está bien y lo que está mal. Pero es pedir demasiado a una sociedad que tiene hijos sin pensar si está capacitada para tenerlos. Una sociedad que engendra por presión social, porque queda bien, por estatus o porque no quieren quedarse solos con ochenta años, que alguien les tendrá que pagar la pensión. A veces pienso que para ser padre habría que pasar un examen. Está claro que no vale cualquiera.
En cuanto al ciberacoso, la exigencia de un DNI para abrir una cuenta en cualquier red social sale a debate. Estoy bastante de acuerdo. Pero ya no sólo por los niños, que por supuesto. También por los adultos. Quien es capaz de escribir barbaridades bajo un seudónimo, debería ser fácilmente identificable. No es ir en contra de la libertad de expresión, es que hay quien está volcando su ira y rabia hundiendo al de al lado. Y esto, aparte de ruin, es débil y lamentable.
Me pone histérica cuando mis sobrinos me cuentan que un niño les dice cosas feas y se sienten tristes. Pero me encantan que tengan la capacidad y confianza de contármelo y, por ello, estoy muy orgullosa de la educación que les está dando su madre. Me consuela saber que hay personas con valores, inteligencia emocional, que apuestan por el tiempo de calidad y mucho sacrificio, que se involucran totalmente con sus hijos. Es una lástima que no sea así en todos los casos, tanta pena para los padres, pero más para los hijos.