Alvise Pérez, durante una reciente intervención ante el pleno de la Eurocámara en Estrasburgo.

Alvise Pérez, durante una reciente intervención ante el pleno de la Eurocámara en Estrasburgo.

Opinión

Alvise y los sueldos miserables de los españoles

"Resulta que en España no tenemos contentos a nadie: ni a los empresarios que pagan sueldos ni a los trabajadores que los reciben".

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Alvise dona parte de su sueldo de eurodiputado a través de un concurso de Instagram y TikTok (50.000 euros), a las fundaciones de la Guardia Civil o la Policía Nacional. Una mezcla entre mofa de los sueldos de los españoles y crítica a nuestra clase política, que ni tiene clase ni hace política.

Un poco populista, un poco Robin Hood. No es la primera vez que habla de la situación laboral y económica de nuestro país en clave de burla. Una estrategia comunicativa que funciona, fácil para que la entienda todo el mundo y dañina para fomentar movilización civil. Repartir su sueldo entre diferentes fundaciones parece que es el resultado; al menos no destina su sueldo (o el de sus votantes) a montar un bareto en Lavapiés y lucrarse.

Resulta que en España no tenemos contentos a nadie: ni a los empresarios que pagan sueldos ni a los trabajadores que los reciben.

Los que trabajan en pequeñas y medianas empresas se quejan del bajo salario que perciben. Quizá si a quien paga no le saliese el coste por el doble, se les subiría el sueldo de forma proporcional a lo que se genere. Yo estaría - encantada no, feliz - de que el dinero que pago por cada sueldo se destinase íntegramente a quien está en la oficina sacando el curro.

Aparece entonces el problema de las pensiones. Bueno, quizá si hubiese una educación económica correcta, los trabajadores podrían invertir su dinero o ahorrar, cada uno por su cuenta, para una jubilación posterior. Pero claro, lo queremos todo: queremos salarios altos y no tener responsabilidad financiera sobre nuestro futuro cuando lleguen los – con suerte – 65 años.

Luego tenemos la queja sobre las multinacionales o grandes empresas. Como consejo, aquí tienes dos opciones: o haces un poco de carrera y usas el nombre de la empresa en cuestión para pedir un sueldo mejor en la siguiente, o aguantas estoicamente años, horas y bajos sueldos para quizá optar a un alto cargo pasados los 20 años de tu vida que has dedicado a la compañía. Olvídate de tu vida social y familiar.

Enorgullecerse de trabajar en una big four como si fuese tuya, o de que tu cliente es Coca Cola, por suerte se me pasó cuando tenía veinticinco años. Siempre me ha dado igual que me llamasen becaria, junior o manager mientras en mi cuenta entrase todos los meses una cantidad suficientemente cómoda como para sonreír los lunes.

Si aun así no estás contento ni en una pyme ni en una grande, móntatelo por tu cuenta. Ya verás cómo no te hace gracia pagar por dos el salario de tus trabajadores, sin que se perciba ni siquiera el esfuerzo. Si tienes suerte (porque para el resto siempre será suerte, tenlo en cuenta) y das beneficio, también pagas. Es un bucle infinito para mantener no sé muy bien a quién. 

Montar una empresa con equipo en nómina es muy complicado en España. Alrededor del 80% de las empresas quiebran antes del cuarto año por no poder soportar la presión fiscal, problemas de flujo de caja, por no dormir por las noches y desistir, por mala gestión… A todo lo anterior, suma los errores de principiante o puñaladas que te van clavando por el camino. Un aprendizaje constante, dicen.