Lo que está pasando con Vox ya lo hemos visto antes. Lo vivimos con Ciudadanos, pero en ese caso no estaba España preparada para un partido liberal de centro. Albert lo tenía todo: es un tipo de Estado, formado, buen líder, gran comunicador, con un proyecto y una estrategia a corto, medio y largo plazo. Capaz de negociar con un lado y otro por el bien común. Lo que pasó es que entró en algo que está chapado a la antigua, donde los pactos son para mover sillas y no para mejorar un país. Nos da miedo el cambio porque, aunque las cosas no vayan bien, tampoco van tan mal. O eso pensamos. Parche y a seguir. Los españoles somos cada vez menos valientes, y así nos va.
Luego Podemos y su autodestrucción. Por inconscientes, incongruentes y pesados. Que son tres cosas que no se puede ser en esta vida. De ilusión y utopía no se vive. Y del populismo, tampoco. Los de la izquierda dejaron ver sus cartas antes de tiempo y sus votantes volvieron al redil socialista. Para rematar la jugada, Errejón se ha encargado de disipar los resquicios. Esto tampoco ha sido una sorpresa. Si a todo este desastre sumamos la dictadura Sanchista, muchos se han quedado sin partido al que votar por la desilusión y extorsión provocada, y así está bien.
Ahora Vox se está resquebrajando. Es verdad que la tendencia histórica que estamos viviendo hoy en día es hacia la derecha -la sociopolítica es como un péndulo que va de un extremo a otro a lo largo de los años- pero, ¿qué está pasando en Vox? Cuando se empiezan a ir cargos clave achacándolo a la dignidad, no pinta bien del todo la cosa. Se dice que están subiendo en las encuestas y esto no es más que otra cortina de humo por parte de Sánchez para dividir el voto de la derecha. Algo se está tramando cuando los más preparados abandonan el barco. Lo siento García-Gallardo, esto no va por ti en particular. Lo que sí se te puede otorgar es la elegancia a la hora de dejarlo. Como en todo en la vida, es importante saber cuándo irse de los sitios.
Queda en Vox un Abascal con pretensiones, pero con poco fondo. Intenta salir en la foto con Milei y Trump, gustos a parte, ambos altamente consolidados a nivel de conocimiento económico y empresarial. Su trayectoria los avala. No es el caso del vasco, cuya andadura por cuenta propia ha sido montar un bar que no llegó a cumplir aniversario. Por otro lado, reuniones de prófugos desencantados con la política y la corrupción hacen públicos -y no por casualidad- sus encuentros. Aquí salen nombres como Alvise, Iván de los Monteros e incluso Albert Rivera… Esto ya tiene otra pinta y parece algo serio y en serio. Espero que no caiga en saco roto, a las falsas esperanzas no estoy acostumbrada, ya os lo digo.