Siempre me gustó la política y la entendí como un servicio y una aportación; por eso, cuando, estando aún en la carrera, me propusieron entrar en el PP lo rechacé, pues no había nada que aportar y mucho de qué servirme.

Tras el atentado del 11-M, cuando se generó un movimiento de destrucción del PP por parte de la izquierda, consideré que era el momento en que podía, al menos, apuntalar el barco y ya tenía un desarrollo profesional digno de mención.

Llegado el momento, apoyé a quienes consideré que podían regenerar el partido, la vida pública y desarrollar un proyecto digno y dignificante... craso error, salíamos de 'Guatemala' para entrar en 'Guatepeor'.

Incluso, desde la dirección de la revista que dirigía, le hice una entrevista a Rajoy en apoyo de su candidatura a la Presidencia de Gobierno, en la que ya algunas respuestas suyas me escalofriaron y, una vez en el gobierno, me sentí profundamente traicionado, no por los recortes, no por aplicar medidas duras, sino por incumplir su palabra, por su falta de liderazgo aplicando esa dureza a sí mismo y a los propios, para los que mantuvo un guante blanco.

Llegado el día, me propusieron liderar VOX en Salamanca, donde lo di a conocer, puse tiempo, dinero, esfuerzo, ilusión y compromiso en un proyecto trasparente y limpio de regeneración política que surge como consecuencia de la decepción del PP, que no es de ultra derecha, ni disruptivo o antisistema, sino que pretende aplicar las políticas de centroderecha traicionadas por el PP y las de regeneración que precisa la Nación.

Desde unos y otros se me tildó de loco, de facha, de cometer el error de mi vida, pero la ilusión y la confianza eran absoluta, por más que se vislumbraban algunos nubarrones que estábamos convencidos de superar. Sorprendentemente, eran los chavales de la ultraizquierda los que, tras los debates electorales, se me acercaban y decían: "es usted más tolerante y coherente que el resto de la derecha.... ¿de qué partido es?" Y cuando contestaba de VOX, su cara era un poema.

No voy a desvelar, más allá de la conversación con Ortega, en la que él sostenía que Lepén era un modelo a seguir y yo que hacía daño a España, cuáles fueron las causas de mi abandono de VOX.

La formación no dejó de ser mi hijo y la seguía, apoyaba, ayudaba en todo lo que podía, hasta que se introdujo en ella una persona siniestra y muy cercana a la delincuencia, que se rodeó de sus afines, momento en el que me volví a acercar a la formación para limpiar el barco, pero las ratas se habían hecho con él y en Madrid... bueno en Madrid, no lo vieron, no lo quisieron ver, o incluso lo apoyaron, según el personaje con el que comunicases, y se rechazó mi ayuda, momento en el que afirmé "que yo los delincuentes los tengo como clientes mientras me paguen, pero no como compañeros de viaje".

Posteriormente, algunas personas se han acercado de buena fe pidiendo mi vuelta, no desvelaré si estaba dispuesto o no, pero... siempre encontraron la misma oposición por parte de las ratas miedosas que se mueven en las urdimbres oscuras del partido.

Hoy el centro derecha democrático sigue huérfano de una formación que, con solidez intelectual, política y líneas claras, esté dispuesta a gobernar el país, unos devanean entre el PSOE de la socialdemocracia y otros con tontear con la derecha de los privilegios y no de los ciudadanos. Nos falta un partido conservador en los principios, liberal y social en la economía, democrático hasta la médula y regenerador como elementos nucleares, que reponga controles a los políticos, fortalezca la democracia, liberalice la economía, adopte medidas sociales donde no alcance el ciudadano, y refuerce la solidaridad con criterios de trabajo, esfuerzo y honradez; que esté formado por personas dispuestas a servir y no servirse, a perder en lo personal para lograr logros importantes en lo colectivo y ciudadano.

Llegan unas elecciones en las que es importante que la derecha obtenga el poder, pero ello no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio para cambiar los rumbos destructivos en los que nos estamos moviendo y destruyendo la sociedad con enfrentamientos entre sexos, rupturas legislativas, hundimientos económicos y transmisión de miseria a nuestros hijos... El problema es ¿quién y cómo lo hará?

Un PP que se empeña en el engaño y la decepción del ciudadano, un VOX que disfruta en el extremo, gusta de la extrema y no se mueve, no produce acción provincial, por lo que carece de canales adecuados de transmisión y transparencia... Uf qué panorama.

Que Dios nos pille confesados y que, el que demuestre mayor grado de regeneración, se lleve nuestro voto, no sin taparnos la nariz una vez más.