No es un tema nuevo, pero mantiene su actualidad desde hace más de 20 años: me refiero a la unificación de los múltiples locales que albergan a los distintos órganos de administración de la justicia en Valladolid. Desde el viejo y señorial palacio que acogía la antigua Audiencia Territorial, pasando por el edificio de los nuevos juzgados de la calle de las Angustias, que se quedó pequeño antes de estrenarlos y las distintas dependencias que desperdigadas a lo largo y ancho de la ciudad han multiplicado las dependencias judiciales en nuestra ciudad.

Conscientes de la gravedad del problema, del que me puso al corriente a poco de acceder a la alcaldía el presidente de la Audiencia Provincial, el magistrado Feliciano Trebóllez, y ante la imposibilidad de ampliar ninguno de los dos edificios tradicionales, la Audiencia y el edificio de los juzgados, comenzamos a buscar algún edificio o solar que posibilitara la deseada unificación. He de reconocer que el presidente de la Audiencia me ganó por la mano y se presentó en la alcaldía para mostrarme una parcela municipal que podía acoger todos los servicios de la administración de justicia en Valladolid: se trataba de una parcela rectangular de dimensiones más que suficientes, situada en la calle Mieses entre los barrios de la Huerta del Rey y Girón, pero a la que se llega en 10 minutos andando desde la calle de Doctrinos, o a 5 minutos en coche, (hasta que Oscar Puente y su fichaje madrileño nos trajeron los atascos).

El único inconveniente es que el lugar elegido está en la margen derecha del Pisuerga y no en el colorido casco histórico, pero su fácil acceso desde las rondas evitaba la necesidad de que hubiera que entrar en el centro de la ciudad con el consiguiente ahorro en tiempo, en la búsqueda de aparcamientos y en la contaminación. Y en todo caso no debe olvidarse que en la margen derecha del Pisuerga viven más de 100.000 vallisoletanos.

Convencidos de que ésta sería la mejor decisión de las posibles, el presidente de la Audiencia, el magistrado representante del Poder judicial en Valladolid y presidente de la Sala de lo Contencioso del TSJ (Antonio Fonseca), y yo, nos acercamos al ministerio de Justicia en Madrid que entonces dirigía Ruiz Gallardón, a presentar nuestro proyecto. El planteamiento era sencillo: el Ayuntamiento permutaba la parcela de propiedad municipal por el edificio de los juzgados que en opinión de los técnicos del Ayuntamiento tenían un valor equivalente, edificio en el que teníamos previsto instalar la comisaría de barrio del distrito centro y un equipamiento social en una zona que carece de ellos, y el ministerio de Justicia construía un edificio que albergaría todas sus dependencias excepto la Audiencia y las integradas en el Tribunal Superior de Justicia en Valladolid.

Convencidos todos de la excelencia del proyecto, se convocó el oportuno concurso, que fue ganado por el arquitecto vallisoletano Primitivo González, con el que preparamos una exposición en el Centro Cívico José Luis  Mosquera, eso sí, después de que el Ministro de Justicia, Fernández Bermejo, tuviera la poca vergüenza de presentar el proyecto, no en la Audiencia o en la Delegación del Gobierno, sino en la sede del Psoe en Valladolid, pues estábamos en campaña electoral, presentación a la que por supuesto no fuimos invitados, lo que no me impide reconocer que el proyecto era espléndido y su construcción por fases  permitía utilizarlo de forma progresiva.

La permuta entre el Ministerio de Justicia y el Ayuntamiento se hacía a un coste cero para el Ayuntamiento y agrupaba todas las dependencias judiciales en dos únicos edificios con el ahorro en tiempo y dinero, pues preveía hasta de una escuela infantil para los hijos de los funcionarios, un gran aparcamiento etc.

Y ¿cuál es la situación actual? ¿Cuáles han sido los logros del dúo Puente-Saravia? Pues celebramos las elecciones, que volvimos a ganar, bien es verdad que, sin mayoría absoluta, y el aspirante a Alkalde nos advirtió que al estar en funciones no podíamos firmar el convenio y que si lo hacíamos nos llevaría a los tribunales. Como nuestro interés estaba en solucionar el problema de la administración de Justicia en Valladolid y no en la foto electoral y esperando que el nuevo gobierno municipal siguiera adelante con el proyecto, no firmamos nada. Nuestra sorpresa es que el nuevo Alkalde decidió desechar el proyecto y buscar un nuevo emplazamiento y descubrió el Colegio del Salvador, entonces propiedad del Sareb, y planteó una permuta por determinadas parcelas municipales en la zona del Zambrana, además de comenzar a negociar con la Seguridad Social para hacerse con la propiedad del aparcamiento del antiguo hospital Río Hortega. Nuevo fracaso del equipo municipal y nueva genialidad: comprar el Colegio del Salvador, que habrá que derribar para construir un nuevo edificio.

En resumen: el Ayuntamiento ha invertido más de 8 millones de euros, (en el proyecto anterior el coste para el Ayuntamiento era cero euros), el Ayuntamiento pierde la oportunidad de quedarse con un edificio dotacional en pleno casco histórico ( el edificio de juzgados), y ahora tiene que solicitar a la Junta una modificación urbanística, (nueva demora), y si algún día se hace realidad el proyecto que ahora ni existe, serán tres edificios los que alojarán las dependencias judiciales, y habrá que esperar a que el Gobierno Municipal convenza al ministerio de Justicia de que presupueste una cantidad suficiente para hacer realidad todo esto, porque con los 200.000. € presupuestados este año, no hay ni para pagar el proyecto.

El alcalde finge enfrentarse con la ministra de Justicia por lo que él mismo llama una tomadura de pelo, que hay que dar la cara ante el electorado. Al menos esta vez el Grupo Municipal Popular ha reaccionado a tiempo y vuelve a llevar el tema de la Ciudad de la Justicia al pleno. Ahí veremos qué intereses defiende el alcalde.

En resumen, ocho años perdidos, ocho millones invertidos (hasta el momento) en el proyecto de la Ciudad de la Justicia, como en tantos proyectos que el actual gobierno municipal ha abandonado. Con pintar de colorines el casco histórico, sembrar de macetas gigantes y jardines verticales los espacios libres, construir el muro de la vergüenza en el Paseo del Hospital Militar y organizar un caos circulatorio donde no existía, a base de carriles variados e infrautilizados tienen bastante. Eso sí, cuando lleguen las elecciones tres o cuatro inauguraciones para engañar a los ingenuos. Y mientras tanto las aceras invadidas por los ciclistas.

Hasta el viernes que viene.