Terminamos las vacaciones, han sido por primera vez después del COVID como las de antes, hemos podido disfrutar de los espacios como siempre, compartiendo con amigos comidas, cenas, tapeo y en definitiva el placer de estar con quien quieres y disfrutar del tiempo para sentirte feliz. Estar con la familia, volver a tu pueblo para estar con la gente de siempre.

Las noticias durante el verano han sido recurrentes: la inflación, la guerra en Ucrania y la pertinaz posición de Putin que no quiere cesar en los ataques. Posición de fuerza de Rusia en relación con el suministro de gas a Europa con la amenaza de cortarlo y nuevas restricciones y sanciones de Europa a Rusia. Las devastadoras consecuencias de los incendios en España, que ha superado en hectáreas quemadas a las de todos los demás países juntos de la Unión Europea.

Nuestro tiempo, nuestra vida

En este contexto que no se presenta nada halagüeño, nuestra vida es en este momento la que nos toca vivir y es la nuestra, en la que tenemos que intentar ser lo más felices posible. Recomendaba a principios de verano atender al manual de ingeniería interior de Sadhguru y pensar que la muerte está siempre presente para recordarnos que tenemos una renta limitada para vivir y que tienes que organizar tu tiempo y energía para disfrutarla al máximo. Por otro lado, 'Mi agenda y yo' de Álvarez de Mon, o los versos de Juan Ramón Jiménez: “El día de ayer no es sino un sueño y el de mañana solo una visión…¡Cuida bien, pues, este día!” Pensar que todo lo que podemos hacer está en nuestras manos, nuestra vida depende de nosotros. Vivimos un tiempo y en una sociedad en la que todo es imagen, la percepción solo de lo que se ve. No se rasca para mirar qué hay detrás. En este mundo que nos ha tocado vivir hay demasiado postureo, demasiada superficialidad, demasiada apariencia. Mucha preocupación por tener y muy poca por ser.

¿Por qué cuando terminan las vacaciones lo único que le interesa a la gente es saber dónde has estado? Se ha convertido en muy importante el destino porque es lo que acredita tener, porque no preguntamos: ¿Con quién has pasado las vacaciones? ¿Cómo de feliz has sido?

Siddhartha

Leia estos días a Herman Hesse en Siddhartha, y cómo su vida evoluciona buscando la esencia de su existencia, pasando de vivir con los brahamanes, a hacerlo con los samanas, con quienes aprendió muchos caminos para alejarse del YO pero no le convenció, porque le parecía que suponía huir de la vida. Cuando se encontró con Buda, Siddhartha decidió que debía seguir su propio camino. Decide después vivir como los hombres vanidosos, rodeado de placeres y de lujo y piensa que los seres humanos se entregaban a la vida con un apego infantil o animal que él amaba y despreciaba al mismo tiempo. Los veía esforzarse, padecer y encanecer por lograr cosas que, según él, no merecían aquel precio: dinero, pequeños placeres y escasos honores. Cuando se dio cuenta de que la avaricia se había apoderado de su alma decidió huir y se hizo barquero, analizando el lenguaje del agua y lo que quiere decir, nos describe como el agua es siempre el mismo: “El río esta en todas partes, en su origen y en su desembocadura, en la cascada, alrededor de la barca, en los rápidos, en el mar, en la montaña, en todas partes simultáneamente, y para él no existe más que el presente, sin la menor sombra de pasado o de futuro. Nada ha sido, ni será, todo es y todo tiene una esencia y un presente.

Tener o ser

Deberíamos comenzar el curso sin perder las reflexiones del verano, manteniendo la misma ilusión y la misma pasión por vivir como cuando éramos niños, dando tiempo a lo que nos importa, haciendo un hueco siempre a la familia y a los amigos. Claro que sí lidiando con nuestra economía para que nos permita destinarla a todo lo que necesitamos, pero sencillamente para lo que necesitamos para ser felices ¿para qué queremos más?

Acaso alguien cree que se va a llevar lo que atesore y aparente en este mundo al otro. Merece la pena perder la vida agitados y preocupados solo por TENER, en vez de estar preocupados por SER: por ser mejores padres, mejores hermanos, mejores amigos, en definitiva, MEJORES PERSONAS. Solo de lo que seamos permaneceremos en el corazón de los que nos quieren cuando nos marchemos ¿tenemos acaso que dejar algo más aquí?

Pasaba el otro día por la Plaza de la Independencia en Madrid, por donde he pasado en múltiples ocasiones y de repente reparé en la placa que recuerda que allí fue asesinado Eduardo Dato en 1921 cuando era presidente del Gobierno, quizás se pueda pensar que soy una inculta por desconocer este hecho y no digo que no, pero me hizo pensar sobre la irrelevancia de los acontecimientos cuando pasa el tiempo y la inmensa mayoría no tendremos ninguna placa en un lugar público que recuerde nuestra existencia.

Huyamos de la vanidad y de la superficialidad, iniciemos el curso cargados de vitalidad, de ganas de bebernos la vida, de ser felices cada día, haciendo felices a los que nos rodean. Que los acontecimientos no nos impidan ver la realidad de nuestra existencia, que nos pertenece y solo disponemos de una vida para disfrutarla. No la desperdiciemos preocupados y agobiados por circunstancias que pasarán y sólo quedara lo importante de vivir el PRESENTE cada día.