Opinión

Más y más mentiras

4 enero, 2017 19:21

Si los países civilizados y prósperos son aquellos en los que se ha conseguido formar una clase media amplia y numerosa, es evidente que ésto no se consigue  más que con la contribución de capas sociales cada vez más extensas que acceden al consumo de bienes culturales y económicos de forma continuada. Umberto Eco afirmaba que los héroes populares tranquilizan la conciencia de la colectividad. Pero ya no nos quedan héroes al ir cayendo uno tras otro víctimas de la crisis y, al final, estamos cada vez más vacíos de contenido...

Empieza un año más y nos siguen bombardeando con más y más mentiras... La mayoría con fines ocultos, y otras tantas para hacernos sentir culpables, cuando en realidad no somos culpables de nada. Las noticias de los USA, sus elecciones presidenciales, siguen llegando mediatizadas, como siempre. El que ha vivido allí se da cuenta que la realidad no tiene que ver nada con lo que vemos en los medios de comunicación. Nadie nos dice que la campaña de los Clinton estaba financiada por dinero saudita, que se perdió por la poca inteligencia de depender de las apps, pues si tu mandas noticias a tu grupo de seguidores, éstos sólo leerán noticias que les gustan, no las del contrario, y encerrados en su burbuja allí se quedarán.

Trump parece estar al margen de los lobbys tradicionales, y no es partidario de la política internacional de aislar a Rusia, ni de apoyar primaveras que se ha demostrado que no van a ningún lado salvo a la creación de estados fallidos, o guerras como la de Siria. Esperemos que como buen empresario se dedique a generar dinero.

Los populismos no son lo que nos quieren hacer ver. El que la mayoría esté hasta el moño de su clase política no es nada nuevo bajo el sol. La crisis económica que ha tenido que pagar la sociedad no la ha generado ésta, como bien se ha visto, pues ha sido capaz de superarla.

El tema de Cataluña es un polvorín al que no se quiere dar solución, salvo que estemos esperando a que estalle, y ya no tenga más solución que la de toda la vida “borrón y cuenta nueva”. Cada día vemos una burrada tras burrada, ahora la del farolillo y los Reyes Magos, la próxima...

Las responsabilidades cambian a la vista de la realidad, al pasar del pragmatismo aplicado a la labor del bien social, al que se practica para tener más poder o tratar de no perderlo. En la actualidad la memoria colectiva es escasa, y poco efectiva, la rapidez con que se suceden los acontecimientos hace que se sepa mucho sin recordar mucho.

La lucha por mantenerse dentro de una economía difícil y cada vez más global, no nos engañemos, en manos de unos pocos, los mismos de siempre, es difícil; para un país como el nuestro que carece de recursos, y los que tenía los ha dilapidado, y que ha sido incapaz de crear una clase social media acompañada de un nuevo mensaje moral o ético para ir más allá, para cambiar nuevamente.

La cultura llena de contenido se ha dejado a un lado cuando no se la ha necesitado para ganar audiencia, algunos ya no saben si quiera sí existió. Hoy, y otro día también, se entregan premios a la cultura, el Nobel, el Cervantes, el Asturias, etc. a los que dedicamos unos minutos tranquilizadores de conciencia, mientras los niños seguirán dando gritos en las clases e insultando a los profesores.  Por otro lado algunos de los protagonistas de la sociedad y la cultura se nos muestran vacíos de contenido, al gritar, por ejemplo, soflamas contra España o el día de la Fiesta Nacional, mientras abren cuentas en Panamá y financian sus películas con dinero del Estado; al final parece que sólo les importa el dinero y su slogan, incapaces de saber que el trabajo bien hecho, en común, también conduce a buen puerto. Los vemos en homenajes, pero al final todos nos conocemos como en cualquier oficio, y sabemos lo que hay, y allí están faltos de vergüenza propia y ajena con un discurso vacuo y soez.

Si analizamos o leemos, un artículo o un libro de cualquiera de ellos, o vemos una entrevista, es una sucesión de letras o palabras, que puede juntar cualquier pegaletras porque leyéndolos no llenan, no aportan, no enriquecen. Lo mismo pasa en los discursos de los políticos de nuevo cuño, sin mirás de Estado. Si toleramos a este tipo de visionarios o totalitaristas sociales, la sociedad va camino de una catástrofe preparada y anunciada, cual burro con sus orejeras. España ya paso por la crisis de 1898, y otras más que seguramente provocaron los mismos pegaletras irresponsables de siempre.

Es la historia sin fin de los que quieren llenar sus alforjas sin trabajar; y las de los demás con ideas confundidas. Es la misma historia de los confundidos para seguir los pegaletras progresistas lanzando sus soflamas contra todo, como si los demás no tuvieran buen juicio. Al final la vida tiene un discurrir natural contra el que no se puede ir, el sentido común o de supervivencia.