Jorge Sanz Oliva, ex presidente de la Comisión de Expertos para la Transición Energética en España

Jorge Sanz Oliva, ex presidente de la Comisión de Expertos para la Transición Energética en España

Economía

"Seguiremos pagando elevadas facturas de la luz al menos hasta 2025"

Jorge Sanz Oliva, expresidente de la Comisión de Expertos para la Transición Energética, explica a EL ESPAÑOL-Noticias de Castilla y León las claves de la actual crisis y las líneas por las que atraviesa el futuro de la energía

7 mayo, 2022 07:00

"Habrá que esperar a 2025 para que el precio medio de la electricidad vuelva a niveles en torno a los 65 euros/MWh. Y se espera que, a partir de aquí, siga bajando la factura eléctrica gracias a la inversión en renovables. Pagaremos aproximadamente 41 euros/MWh... en 2030". Así lo avanza Jorge Sanz Oliva, expresidente de la Comisión de Expertos para la Transición Energética de España. Pero ¿qué pasará el próximo otoño-invierno? ¿Se cortará el grifo del gas por la dependencia de Rusia, o estamos preparados para afrontar esta crisis? 

Tras más de dos meses de guerra en Ucrania y con Bruselas debatiendo sobre qué hacer para que la factura de la luz deje de ser un lastre para las economías del mercado común; y con la necesidad de encontrar soluciones a largo plazo que permitan al viejo continente disponer de energía sin depender de Rusia, Jorge Sanz Oliva habla para EL ESPAÑOL-Noticias de Castilla y León del trasfondo de toda esta cuestión. Y no: no se trata de desvincular el gas de los precios de la electricidad. 

Funcionario del Estado y director general de Energía y Minas de 2004 a 2009, fue el ministro de Energía, Álvaro Nadal (con el Gobierno de Rajoy) quien lo llamó para liderar la Comisión de Expertos de la Transición Energética allá por 2007. De aquel informe que se elaboró en tiempo récord, los sucesivos gobiernos siguieron algunas de las recomendaciones... y otras, no. Vayamos por partes.

Con una factura de la luz disparada que estrangula sin piedad la economía de empresas, familias y autónomos, el pleno del Congreso de los Diputados rechazó la semana pasada la moción presentada por Ciudadanos para ampliar el plazo previsto para el cierre de las nucleares previsto para 2035. Mientras otros gobiernos de Europa como Francia o Reino Unido invierten en nuevos reactores nucleares para depender menos de Rusia, en España se insiste en dejar de lado esta energía verde que, de hecho, no emite CO2 al medioambiente.

Sanz lo tiene claro: "No tiene sentido construir nuevas centrales nucleares porque necesitarían cobrar precios de más de 100 €/MWh durante 40 años para recuperar la inversión. Y eso no va a ocurrir a la luz de los precios que vemos en los mercados a plazo. Sin embargo, sí tiene sentido extender la vida de las ya existentes, porque tienen un coste reducido, es una tecnología que en España sabemos gestionar sin riesgos para la población y contribuye a la lucha contra el cambio climático".

¿Por qué se cierran entonces? "Todos sabemos que el Gobierno las va a cerrar simplemente por motivos ideológicos, a pesar de que sería conveniente para los intereses generales del país mantenerlas operativas y de que no existe ningún clamor social por cerrarlas".

Respecto a los últimos anuncios de la Unión Europea que apuntan a cortar definitivamente la compra de gas a Rusia, Sanz cree que "es una cuestión complicada por la elevada dependencia de algunos países de la Europa Central y del Este (que no de España, que tiene más diversificada su compra), pero sería una excelente noticia para hacer más atractivas las inversiones en renovables y en eficiencia energética", subraya.

La ventaja competitiva de Castilla y León

Precisamente Castilla y León es líder en renovables en España. En 2021 la región produjo un 8,6% más de energía verde que en el ejercicio anterior, según datos de Red Eléctrica Española.

Además, la eólica fue durante el pasado ejercicio la primera tecnología de la estructura de generación de Castilla y León al aportar casi la mitad del mix de producción (49,1%). Gracias a este volumen, ha sido la comunidad que más energía eléctrica ha producido a partir de la fuerza del viento (13.248 GWh).

Unos datos que, sumados a la baja densidad de población que hay en Castilla y León (un problema del que se deriva una oportunidad), y que es la más extensa de España lo cual permite ofrecer mucho suelo, "hacen de Castilla y León una Comunidad con una importante ventaja competitiva respecto al resto de España" en renovables.

Lo que "no tiene sentido, es hablar de soberanías energéticas. Se trata de maximizar el bienestar de los ciudadanos. Y las inversiones en energía deben abordarse cuando son rentables, a precios de mercado que asuman los daños ambientales, y no sólo para ser independientes energéticamente", apunta.

Pero no es todo oro lo que reluce en torno a las renovables, por muy rápido que queramos ir en la transición a un modelo energético más sostenible. "Las energías renovables (eólica y solar fotovoltaica) tienen la ventaja de ser baratas y limpias. Pero no son fiables, porque son intermitentes, por lo que siempre necesitarán de tecnologías de respaldo".

Hasta ahora, ese respaldo para que hubiera siempre electricidad "la daba el gas con bajos costes fijos y un coste variable que fluctuaba en torno a los 20-25 euros el MWh." Por lo tanto, "hasta ahora hemos aprovechado la combinación tecnológica que minimizaba el coste de suministro eléctrico", concluye Sanz.

Cambio de escenario tras la guerra en Ucrania

Pero las cosas han cambiado. La crisis actual, debido en resumidas cuentas por un exceso de demanda y una menor oferta que ha obligado a Europa a virar hacia EEUU para buscar alternativas al gas ruso, ha hecho saltar las alarmas. ¿Qué pasará el próximo otoño-invierno con la calefacción o la electricidad? "Ahora nos encontramos con un shock en el mercado de gas. Si es coyuntural y se acaba cuando termine la guerra, volveremos al mix que teníamos, que era el de mínimo coste. Pero si es estructural, habrá que acelerar el desarrollo de las tecnologías de respaldo alternativas".

Si precisamente no se había invertido tanto hasta ahora en estas dos últimas formas de tecnología energética (bombeo y baterías), "ha sido porque lo más barato era aún el gas". En el actual escenario incierto y sin saber aún cuándo terminará la tensión bélica que afecta gravemente a los mercados, aquellos países que lleven más tiempo invirtiendo en un mix energético diversificado estarán en ventaja competitiva con respecto las economías del resto.

Inversiones sí, pero sólo si son rentables

Cada vez son más las empresas que invierten en renovables. Sin embargo, Sanz considera que "la apuesta por el ahorro energético sólo tiene sentido cuando el valor de la inversión que es necesario acometer para conseguir dicho ahorro es menor que el valor de la energía que se va a ahorrar. Lo contrario es despilfarrar recursos".

Esto es muy relevante en un país como España, "en el que el coste de evitar una tonelada de CO2 es menor invirtiendo en renovables que invirtiendo en ahorro energético. El ahorro energético es una opción mejor para países del norte de Europa, donde consumen más energía para calefacción que en países más al sur".

La Agenda 2030 y los ODS siguen marcando el futuro no sólo energético sino también de las economías que se han marcado ser climáticamente neutras en apenas 20 años como España. Pero cuando los precios de la electricidad se disparan, esto genera un sobrecoste en el tejido productivo que obliga a los gobiernos a tomar medidas para amortiguar estos desajustes: no se puede competir en el mercado produciendo más caro que en los países del entorno.

En este sentido y tras la crisis desatada en Argelia y Marruecos, ¿qué futuro nos espera? El gasoducto que comunica Argelia con España a través de Marruecos ha dejado de ser operativo por decisión del Gobierno argelino. Y la actual coyuntura geopolítica "no hace pensar que se vaya a reabrir a corto-medio plazo".

Así las cosas, y con las consecuencias de la pandemia aún estrangulado las cuentas de resultados de la industria, el reto es garantizar la llegada del gas por vías alternativas. En este sentido, Sanz asegura que "España cuenta con suficientes centrales de regasificación y con un suministro suficientemente diversificado. No es previsible que vayamos a tener interrupciones de suministro por ese motivo".

Respecto a la decisión del Gobierno de prohibir el fraking en España, con el cual podría extraerse gas que el territorio nacional atesora, Sanz lo tiene claro: "Son cuestiones absolutamente demagógicas".

¿Desvincular el precio del gas en el pool?

En medio de la crisis de la electricidad, con picos históricos de 700 euros el MW/h, el foco se encuentra ahora en la medida anunciada por el Gobierno de desvincular el precio del gas en el pool energético. 

El martes pasado no salió adelante en el Congreso la promesa de Pedro Sánchez de limitar el precio del gas en la fijación de precios de la electricidad en cuanto la Unión Europea le diera el visto bueno. ¿Se están lanzando simplemente globos sonda para tranquilizar a la sociedad con medidas que finalmente no se llevan a término? ¿Sería ésta una opción que aseguraría una caída de los precios desorbitados de la electricidad? Sanz lo tiene claro: "Es un gran error. La electricidad es cara porque es escasa; igual que lo es el gas que se utiliza para producirla. La desvinculación sólo sirve para trasladar a los consumidores una falsa sensación de abundancia que siempre conduce a despilfarrar el recurso escaso y a incrementar las transferencias de renta a los países exportadores, por lo tanto, a empobrecernos más como sociedad".

Por ese motivo, "las instituciones europeas y la mayor parte de los países de nuestro entorno están en contra de desvincular ambos mercados. La solución no pasa por abaratar la electricidad sino por destinar compensaciones monetarias a los consumidores vulnerables", es decir, tanto a los domésticos que no llegan a un determinado umbral de renta, como a los industriales que compiten en el mercado internacional.

En este sentido, el expresidente de la Comisión de Expertos para la Transición Energética apunta a que "la vicepresidenta Ribera sólo alcanzó un acuerdo político sobre los temas que preocupaban a la comisaria de Competencia, es decir, los relacionados con las ayudas de Estado. Falta que España envíe formalmente su propuesta, que los servicios técnicos de la Comisión la valoren y que la propuesta sea formalmente aprobada por todo el Colegio de comisarios, dado que es un órgano colegiado".

En todo caso, Sanz cree que desvincular los precios del gas de la factura eléctrica es una medida "de dudoso beneficio para España, dado que sólo beneficia a los pocos consumidores que siguen comprando en el pool y perjudica a todos los que han comprado la energía a través de contratos a plazo y a precio fijo -que son la inmensa mayoría- porque no pueden beneficiarse de la bajada del precio y tendrán que contribuir a financiar la subvención".

En última instancia, Sanz apunta, además, a que una medida así "beneficiaría también a los consumidores franceses, marroquíes y portugueses, que podrían comprar energía subvencionada por los consumidores españoles", lo cual no resulta muy lógico. Por último, "también beneficia a los traders que han vendido coberturas financieras a comercializadoras españolas, la mayoría de los cuales tienen su sede fiscal fuera de España". 

Pero ¿cómo garantizar entonces el suministro de gas sin tener gas? Sanz apunta a que a corto plazo la única salida pasa por "la diversificación de los suministros y a la reducción de la dependencia de países vulnerables o inestables desde un punto de vista geoestratégico". Y a largo plazo, "acelerando la transición energética". 

Lo que espera para el próximo otoño-invierno

En estos momentos el debate político de la factura energética se ha ido suavizando, en primer lugar, porque el precio de la luz ha descendido (también lo ha hecho la demanda) y porque las familias necesitan menos gas para calentar sus hogares. Pero la industria, sigue teniendo que pelear con sobrecostes que lastran su viabilidad y competitividad en los mercados internacionales.

Sin embargo, ya hay quien piensa qué va a ocurrir con vistas al próximo otoño-invierno, una vez comprobada la inestabilidad geopolítica desatada tras las crisis con Argelia y la guerra en Ucrania.

En este sentido, Sanz apunta que para la próxima temporada de frío y dado que los precios de los mercados de futuros apuntan a que los precios se mantendrán en los niveles actuales, es decir, en torno a los 80-85 €/MWh, "nos espera un próximo otoño-invierno de precios altos". Un panorama que dependerá también, en buena medida, del tiempo que dure la invasión de Putin en Ucrania.

Los datos de la dependencia europea a este respecto son claros: en 2021, el 43,5% de las importaciones de gas natural procedieron de Rusia, aunque también de Noruega (23,6%), Argelia (12,6%) y en menor medida, de EEUU (6,6%).

Es este último país, EEUU, el que mejor está saliendo parado de la crisis en Ucrania, dado que la Unión Europea ha virado su estrategia hacia Norteamérica para diversificar aún más y mejor sus proveedores energéticos. Así, el presidente Biden ya ha salido a la palestra anunciando que "ayudará a la Unión Europea" si Rusia corta el grifo del suministro al viejo continente.

"El gas natural ha sido la opción elegida a lo largo de los últimos años para desplazar al consumo de carbón en la generación eléctrica (cuya tasa de emisión medida en toneladas de CO2 por MWh llega a triplicar a la del gas). Y, en efecto, gracias al gas natural licuado, España ha podido diversificar sus suministros. De lo contrario, dependeríamos exclusivamente del gas que pudiéramos traer por gasoducto", puntualiza Sanz.

Seguiremos teniendo precios altos en la factura eléctrica y buena parte de la recuperación dependerá de la capacidad de los países por diversificar su cartera de proveedores, así como de la rapidez con la que la tecnología permita adaptar las economías y sus sistemas productivos a un mix energético fiable, pero también sostenible.