A.T.

Economía

"Castilla y León se beneficiará de su baja densidad de población ante la crisis energética"

Antonio Turiel, doctor en Física Teórica e investigador del CSIC, considera inevitable un futuro racionamiento de la energía y asegura que los modelos de crecimiento y consumo "ya no volverán a ser los mismos"

30 noviembre, 2021 07:00

Los vaivenes económicos y sociales consiguen en ocasiones poner las cosas del revés, de manera que lo que se consideraba un problema se convierte en un aliado dependiendo de qué circunstancia se dé.

Es el caso de Castilla y León, una de las comunidades autónomas más golpeadas por una sangría poblacional que las diferentes administraciones no han conseguido frenar pese a los intentos por poner en marcha planes específicos para ello. Algo que podría ser una tabla de salvación frente a un futuro racionamiento de la energía no tan lejano.

Los mercados se encuentran ante el reto de poder adivinar cómo se van a solventar los principales problemas a los que se enfrentan las economías de medio mundo a medio y largo plazo: la escasez de agua potable, las migraciones, la crisis energética y la de materias primas.

Antonio Turiel (León, 1970), doctor en Física Teórica e investigador del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) lleva tiempo advirtiendo del escenario real al que vamos abocados, "por mucho que ningún político quiera decir la realidad tal y como es" por el elevado coste electoral que podría tener esta honestidad.

Se habla mucho de la crisis energética y la Agenda 2030 impone una transición en esta materia que nos lleve a reducir la contaminación hasta niveles de emisiones cero para dentro de ocho años, "lo cual es absolutamente imposible si queremos mantener los actuales índices de crecimiento y consumo, que a su vez son la rueda de la Economía".

"Nadie quiere salir ahí fuera y decirle a la gente que el ciclo de crecimiento que hemos conocido se acaba, y que vamos a un estilo de vida diferente porque estamos llegando al límite que la Economía puede asumir en costes energéticos", advierte Turiel.

En este sentido, este leonés afincado en Barcelona advierte de que cuando un país tiene que destinar un 10% de su PIB a su factura energética, "se produce la quiebra económica".

¿Habrá energía para todos?

En pleno debate sobre la transición energética hacia un modelo de mix productivo que perjudique menos el medioambiente pero garantice nuestro actual sistema de crecimiento, Turiel apunta a la ventaja competitiva que tendrán comunidades autónomas autosuficientes energéticamente en las que, además, haya una baja densidad de población, como es el caso de Castilla y León con una media de 25 habitantes por kilómetro cuadrado.

"Da igual las reservas que haya de petróleo, uranio o gas en el mundo: el coste de seguir extrayendo estas fuentes de energía, que además están muy dispersas, ha llegado al límite de su eficiencia", indica Turiel. 

Este tope de rentabilidad supondrá, según sus propias palabras, un "inevitable racionamiento de la energía" que traerá consigo crisis migratorias y conflictos de diversa índole en aquellos núcleos con altas densidades de población, mientras que las comunidades con niveles demográficos bajos, podrán adaptarse mucho mejor a esta situación.

La realidad es que la producción de uranio (necesario para obtener la energía nuclear) lleva cayendo desde 2006 y las previsiones apuntan a que se reducirán a la cuarta parte para 2040. La Agenda 2030 desafía las economías con condiciones inexorables de eliminación de huella de carbono a pesar de que las centrales de carbón junto con las de ciclo combinado del gas y las hidroeléctricas son las únicas que pueden adaptarse a la demanda, y la extracción de petróleo convencional comenzó a caer en 2005.

Por su parte, las renovables son intermitentes por lo que necesitan del apoyo de otras fuentes de energía para garantizar el abastecimiento.

Sin embargo, Castilla y León no sólo es autosuficiente energéticamente hablando y primera potencia en renovables de toda España (el 95% del parque de generación de la región es renovable) sino que, además, se puede permitir exportar la energía que no consume. 

Sólo por el Impuesto sobre la afección medioambiental causada por el aprovechamiento de su agua embalsada -otro importante vector energético-, así como por los parques eólicos y las instalaciones de transporte de la energía eléctrica que produce, la Comunidad ingresa 63 millones de euros

De igual manera, es la Región líder en producción energética por Biomasa, así como en energía eólica, encabezando el ranking nacional con un 23% del total. 

No hay alternativas reales

El modelo que la ONU ha impuesto con la llamada Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ha llevado a las economías de los mercados más importantes del mundo a apostar por la eliminación progresiva de combustibles fósiles derivados del petróleo como fuentes de energía para el transporte. 

Esto ha supuesto un impulso cada vez mayor de la electricidad como sustitutivo de esos combustibles en los vehículos, de manera que se han incrementado las inversiones en la fabricación de coches eléctricos que garanticen un menor impacto de emisiones de CO2 a la atmósfera. 

Algo que no soluciona el problema de base, según indica Turiel. "El 80% de la energía que se consume no es eléctrica dado que no permite una eficiencia en los costes. No necesitamos más electricidad, porque ni los aviones, ni los barcos, ni las máquinas excavadoras o los tractores, pueden funcionar con baterías sino con derivados del petróleo".

En este sentido, y dadas las circunstancias, este científico del CSIC advierte de los problemas que puede acarrear la falta de combustibles bien por su encarecimiento o bien por la escasez de oferta, en el sector sobre el que se sustenta la propia vida: el sector primario.

"El sector agroindustrial que tenemos, que depende del petróleo para producir a través de maquinaria pesada y para el transporte, y del gas para elaborar los fertilizantes necesarios para producir alimento, no puede depender de la electricidad", aclara.

La crisis de alimentos que se avecina

Es precisamente Castilla y León una de las más importantes despensas de cereal de Europa, economía que tradicionalmente venía produciendo estos bienes de forma barata porque la energía necesaria para elaborarlos, también lo era, lo cual se traducía en poder satisfacer la primera de las necesidades de supervivencia, la de comer, de forma asequible.

Sin embargo, el alza de los precios de los combustibles y las reservas de los fertilizantes (se necesita gas para obtenerlos) necesarios para su actividad, así como del incremento del precio del resto de insumos agrícolas como la electricidad, están llevando al sector primario contra las cuerdas de la rentabilidad y anticipando "un desabastecimiento alimentario que podría traer consecuencias muy graves", indica Turiel.

En este sentido, el científico leonés recuerda que en nuestro entorno ya hay economías que han cerrado varias plantas de fertilizantes nitrogenados (Reino Unido) y que "China advierte de que no piensa exportar más".

"En los próximos años veremos cómo se hará inevitable que sigan subiendo los precios de los alimentos, y la distribución de la renta familiar en según qué productos cambiará drásticamente: habrá que disponer de más capital para comer y las prioridades de qué es lo necesario y qué no, se modificarán de forma importante", asegura Turiel.

"Entiendo que es muy duro ser tan claro con la población, pero nos encontramos ahora mismo con todas las principales economías mundiales trabajando por poner las bases de un sistema nuevo sostenible, sin estar en absoluto preparados para esa transición energética, y sin que nadie reconozca la magnitud real del problema al que nos enfrentamos", advierte.

"Decir que vamos a un modelo de crecimiento y de consumo totalmente diferente al que hemos conocido, es un suicidio político; por eso nadie quiere hablar claro sobre el escenario que nos vamos a encontrar", añade.

Según este doctor en Física Teórica y matemático, "el precio de los alimentos se va a multiplicar y habrá países donde se produzcan revueltas por desabastecimiento, además de que podrá hundir a las clases medias que son quienes sustentan la Economía de cualquier zona".

A todo ello habrá que sumarle el problema del uso eficiente del agua, que en su variedad potable se destina casi el 80% a las labores del sector primario, además de para dar de beber a la población.

Castilla y León cuenta en este aspecto con infraestructuras que le permiten mantener cierta tranquilidad frente a estas previsiones, con algunos de los embalses más grandes de todo el país, como el de Almendra en Salamanca, que, además, posee la presa más alta de España, o el de Ricobayo, en Zamora.

Sin embargo, la presión sobre el sector agroalimentario "se hará inevitable" frente al crecimiento de la demanda de alimento y los problemas que se derivarán de una energía cada vez más cara y de zonas que, según los expertos, irán progresivamente desertificándose.

En este sentido, y según el Ministerio para la Transformación Ecológica y el Reto Demográfico, la Región se encuentra en un grado medio de riesgo de desertificación, frente a comunidades autónomas en riesgo alto o muy alto como las islas Canarias, Andalucía y el Levante español.

El futuro se presenta con cambios que será necesario abordar desde una perspectiva a medio y largo plazo que permita abastecer de alimentos, agua y energía a la población, pero, según este científico del CSIC, "con un modelo de crecimiento y de organización social que nunca volverán a ser los mismos".