Opinión

No es la ley del 'sí es sí', es la Ley del Violín

La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez; la ministra de Igualdad, Irene Montero; la secretaria de Estado para la Agenda 2030 , Lilith Vestrynge, y la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell.

La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez; la ministra de Igualdad, Irene Montero; la secretaria de Estado para la Agenda 2030 , Lilith Vestrynge, y la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell.

Para entender el significado del título, adelanto que, en Argentina, en lenguaje carcelario, al violador, -individuo despreciable por la población privada de libertad-, se lo denomina despectivamente "el violeta" o "el violín".

Dicho esto, entre los artículos de investigación judicial que a diario suelo leer en EL ESPAÑOL, me detuve concretamente en dos de ellos escritos por prestigiosos periodistas.

El primero, desarrollado por Javier Corbacho, informando que la Audiencia de la Coruña rebaja 5 años de pena a un joven que violó a la novia de su compañero de piso.

El segundo artículo, escrito por María Peral, se titula: La Ley del sí es sí también favorece a "las manadas". El Fiscal pide bajar la pena por agresión grupal.

No existe duda que esta nueva ley favoreció al delincuente sexual en atención a la rebaja sustancial de la escala penal que contemplan algunas figuras delictivas para delitos sexuales.

Y esto jamás podría pasar inadvertido al legislador, toda vez que el principio de la retroactividad de la ley penal siempre es aplicable al reo cuando la nueva ley es más benigna que la derogada.

Este principio de aplicación de la ley penal más benigna no sólo está normado en las leyes españolas, sino en los Tratados Internacionales.

Entonces, señor lector, cuando usted lea que tal o cual fiscal o un tribunal rebajó la pena de un imputado o condenado por un delito sexual aberrante, no debe calificar la actuación de la justicia que, como Poder independiente del Estado, aplica la ley conforme fue sancionada.

La mayor y única responsabilidad por esta medida de neto corte populista parte de quienes votaron a favor de la nueva normativa, toda vez que nadie podría desconocer de manera previa a su entrada en vigor los efectos que hoy salen a la luz, que es nada más ni nada menos que la sanción de una ley "a medida" para morigerar la pena del delincuente sexual.

Ahora, lo que no se entiende es el título de la ley sólo sí es sí, toda vez que se vislumbra inequívocamente que la norma, en lo sustancial, conspiraría contra el género femenino.

En efecto, si al violador en manada se le rebajarían las sanciones penales por aplicación de esta nueva ley, la misma se encontraría lejos de proteger a las mujeres víctimas de abusos, sino que, contrariamente, protege al abusador, violador o cualquier persona que cometa un delito sexual.

Esto es clásico de la política denominada "abolicionista", donde al delincuente de la peor calaña lo consideran una víctima de la sociedad a quien culpan por no haberle otorgado las herramientas necesarias para que hoy ese individuo no sea un hombre de bien.

Lo traduzco, usted señor, señora, que trabaja todos los días, que se esfuerza por mantener u obtener una calidad de vida apropiada para su núcleo familiar, para el abolicionismo, es su responsabilidad que un hombre o mujer sea un delincuente.

Y si Usted tiene la suerte de ser propietario de dos inmuebles, no verán con malos ojos que el delincuente se quede con uno de ellos. ¿Sabe por qué? Porque es culpable de tener dos propiedades, mientras que el que se dedica a delinquir y jamás trabajó no poseería un techo propio.

Parece bizarro, pero es así de utópico, primario y descabellado.

Entonces, nos encontramos en un momento donde la justicia camina en una línea muy endeble, tal lo constituye la dicotomía de aplicar la ley como fue sancionada beneficiando a los reos más impiadosos con las mujeres o, contrariamente, no acceder a las rebajas de penas, lo cual se contradice con la norma vigente.

Para culminar, es importante que terminemos con la hipocresía y llamemos a las cosas por su nombre.

La denominación que se le otorgó a la ley sólo sí es sí es una pantalla para ocultar su verdadero nombre, tal lo sería "la ley del violín" o la ley "para el violín".