Opinión

Pesas y medidas

La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, conversa con los vecinos de Castro Urdiales (Cantabria).

La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, conversa con los vecinos de Castro Urdiales (Cantabria).

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Abusar de una de esas dudas existenciales cuando éstas ya están más que anticuadas nos devuelve a la época de la naftalina. Por ejemplo, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Hay cosas que exigen ser regeneradas aunque solo sea por lo rancio y su propio desgaste. Ahora lo que se discute en todos los foros es otra cuestión ¿Qué fue antes, el túnel o el tren?

Reconozco que he tardado en pronunciarme sobre este fenómeno, pero el tema exigía de un profundo estudio por mi parte. Les aseguro que no resulta nada fácil encontrar una respuesta fundamentada, porque el túnel es una obra subterránea que comunica dos puntos, mientras que el tren es un vehículo compuesto por una serie de vagones que en su origen eran impulsados por caballos o tirados por cables haciéndolo sobre raíles. Luego la cosa ha ido evolucionando como casi todo, aunque a día de hoy sigamos teniendo problemas con los excesos de cabida.

Pues eso mismo es lo que nos ocurre para que un tren del siglo XXI pueda entrar por un túnel de los de siempre. Como no hay mal que por bien no venga, todo este conflicto ha demostrado que lo que está mal es el sistema métrico decimal, y ahí ha estado el problema del porqué los trenes se quedan encajados en los túneles. Entonces ¿por qué no recurrir a los expertos de toda la vida? Ya saben, personas capaces de medir el ancho y el alto de las cosas con un simple vistazo. Hay gente experta que sabe la hora exacta sin necesidad de llevar reloj. Otros conocen cuando va a cambiar el tiempo con solo mirar al cielo; por no hablar de personas que saben si un kilo de hierro pesa lo mismo que un kilo de paja. Como digo, son personas que tienen el don de saber que es mucho más fácil que un elefante entre por el ojo de una aguja, que un tren de los de hoy entre por un túnel de los de antes. 

En la Hispania de los romanos, recordemos que Trajano mandó construir diferentes túneles para facilitar el tránsito de tropas, carruajes, catapultas, escaleras de asedio y torres de asalto cuyas dimensiones se antojan de gran alzada, pero les movía la fe –que siempre mueve montañas- y también los celtíberos a los que tenían que darles matarile. En resumen, grandes obras para grandes empresas. Lo referido a los trenes de Cantabria y Asturias es de menor rango que lo de Trajano porque tienen uno de esos fallos tan propios de nuestra idiosincrasia: "Muchos asesores y un solo operario". Fácil de entender cuando no habiendo víctimas humanas de por medio, la cosa enamora y hasta se vuelve seductora.

Como es costumbre la culpa de que los trenes no quepan por los túneles ha sido del cartero comercial o del repartidor de pizzas a domicilio. Es lógico que así sea porque teniendo en cuenta que Trajano y sus romanos están criando malvas está descartada su dimisión,  y claro, esperar a que lo hagan los grandes iluminados del gobierno tampoco porque no está contemplado en el códice de Moncloa. El propio Miguel Ángel Revilla lo dijo: "Tienen que rodar cabezas", pero se lo dijo a Pablo Motos en El Hormiguero, que como todos sabemos es un programa de televisión muy entretenido y que regala cosas, aunque no creo que Antena 3 regale túneles. Por otro lado, Raquel Sánchez, actual ministra de Pesas y Medidas participa en el Consejo Informal de Ministros de Transportes y Energía de la Unión Europea que se celebra estos días en Estocolmo, donde ha defendido la importancia de priorizar el desarrollo de la red ferroviaria europea. Me parece bien el énfasis puesto sobre lo de "priorizar", porque el bueno de Revilla lleva esperando el tren desde que Trajano construyó los túneles y desde entonces los habitantes de Cabezón de la Sal guardan sitio en el andén esperando la llegada de Míster Marshall. Total, una chapuza de 258 millones de euros que no conducen a ninguna parte.

Como quiera que la mala métrica no depende de un día aciago, sino más bien de la eficiencia del operario de turno, pues resulta que el Ministerio de Pesas y Medidas también se ha hecho hueco en Alicante con sus nuevos tranvías o trenes Tram que unen la ciudad alicantina con Denia. Aquí es un exceso de peso el que hace imposible que pasen por los puentes de la infraestructura.  Al parecer los nuevos trenes tienen un peso de 63 toneladas y los puentes no lo soportan, de tal manera que los pasajeros se tienen que bajar cuando llegan al primer puente metálico y hacer trasbordo, lo que equivale a coger un total de tres trenes diferentes y dos trasbordos consecutivos si se quiere completar el trayecto. Una aventura propia de la serie Indiana Jones en busca del destino perdido. ¿El precio de esta nadería?, pues 43 millones de euros, que al no ser una cifra mareante se queda en nada. Eso sí, otra ronda a cargo del contribuyente.   

En fin, nos queda elevar una plegaria. Valga como ejemplo una tomada al azar: "Santa Urna bendita, que en el cielo estás escrita, líbranos de este calvario antes que el gobierno monclovita acabe con nuestro erario".