Opinión

Proteccionismo logístico

Amazon

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«Proteccionismo logístico». No existiendo este término, bien podrían denominarse así al conjunto de acciones abordadas por empresas logísticas encaminadas a obstaculizar la trazabilidad de sus productos por terceros.

La digitalización del seguimiento multimodal de paquetería o mensajería supone un innovador negocio que solventa una de sus ineficiencias, la elevada fragmentación de actores intervinientes, a la par que mejora la percepción de calidad global por parte del usuario final. En su momento, diversos emprendedores percibieron a tiempo un pequeño vacío insatisfecho, a pesar de la enorme competitividad y complejidad del ecosistema, y desarrollaron aplicaciones web y/o móviles que complementaban eficientemente los servicios ofrecidos por las grandes empresas del sector (Amazon, FedEx, UPS…). Sin embargo, tras esta hipotética simbiosis, no es oro todo lo que reluce, como apunta Mitchell Clark en The Verge.

En dicho artículo, Clark confirma que la aplicación móvil Deliveries ha dejado de dar seguimiento a los envíos de FedEx, la cual, sin necesidad de establecer una barrera de entrada clásica (conforme a la definición de Michael Porter), ha creado un muro infranqueable. Deliveries es una plataforma digital cuya ventaja competitiva consiste en ubicar los paquetes transportados por terceros en tiempo real. Para ello posiciona cada envío en un mapa, a la par que notifica de inmediato cualquier cambio de estado. La empresa incumbente sólo ha tenido que bloquear el acceso a su información para impedirles ejercer la actividad concerniente a sus envíos. No siendo ésta una amenaza ni una disrupción a su negocio principal, pues no le resta clientes potenciales ni existentes, ¿por qué no ceder una ínfima parte de un pastel que ellos tampoco disfrutan?

Para la startup, renunciar a FedEx supone un impacto en plena línea de flotación, dado el número de transacciones del gigante logístico norteamericano. A esa pérdida se añade, además, la de Amazon, según refleja Juli Clover en Macrumors, dinamitando la viabilidad de su modelo de negocio. Por tanto, si la dirección ha tomado esta decisión es porque no ha tenido más remedio. Según ha denunciado Junecloud, desarrollador del software de Deliveries, impidiendo el acceso a su API, FedEx estaba provocando errores en la información que ofrecían a sus clientes. Como mal menor, han dejado de trazar los envíos de FedEx al no poder garantizar la calidad del servicio con la consecuente pérdida de imagen asociada entre sus usuarios.

Otras aplicaciones similares como Parcel aún no se han visto afectadas, pero su desarrollador Ivan Pavlov reconoce desconocer si pronto seguirán sus mismos pasos. Mike Piontek, creador de Deliveries, es pesimista, como él mismo anunció en Twitter ante los comentarios perplejos de algunos usuarios cuyo servicio estaba siendo peor al habitual. Mientras tanto, desde FedEx ni se confirma ni se desmiente nada, aunque surgen noticias oficiosas que apuntan a que estarían agregando en su propia aplicación la capacidad de rastrear paquetes de otros transportistas, lo que le convertiría de facto en un competidor directo de Deliveries o Parcel. ¿Acaso es éste el motivo oculto que ha propiciado este nuevo escenario?

A simple vista, Goliat ha vencido a David, pero habrá que estar atentos. Quizás ese movimiento acabe teniendo un efecto boomerang ante la mayor dificultad para rastrear sus envíos. De hecho, podemos estar en la antesala de una carrera por restringir y controlar el acceso a la información de cada empresa de mensajería, atomizando nuevamente ese servicio. Igual que FedEx ha cerrado el acceso a su API mientras agregan el rastreo de paquetes de la competencia, no es desdeñable que otros competidores hagan lo propio, en un paso atrás en la eficiencia global del consumidor final. Cuando la digitalización y los avances tecnológicos habían solucionado una de las debilidades que presenta el sector logístico, volvemos a un escenario de atomización de la información en la cadena de suministro. Una involución especialmente punzante cuando atañe al comercio internacional.

En efecto, con independencia de las causas reales que han motivado esta decisión, bajo la que subyace una guerra empresarial, los daños colaterales recaen en el cliente y usuario final, quien ve cómo se restringen sus opciones de elección e, incluso, se verá obligado a cambiar varias veces de aplicación para dar seguimiento integral de origen a destino a sus diferentes envíos. Es decir, para tener un servicio como el que ya tenía antes con una única aplicación. La realidad muestra que, en lugar de hacer converger intereses, se han disgregado, a fin de acaparar la gestión de la mayor cantidad posible de datos para sacar la mayor rentabilidad posible, e impedir que ésta se comparta.

La fragmentación ha dado paso a una refragmentación que ha vuelto -mientras nadie lo impida- para quedarse, con el inevitable perjuicio que ello conlleva.