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Un país para creer y crecer

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Uno de los aspectos en el que expertos y psicólogos se focalizan para que las personas puedan sentirse reconfortadas y aporten su máxima valía es el de la autoestima y, por ende, el que deriva en un reconocimiento propio y ajeno para estimular su desarrollo.
Haciendo un paralelismo de lo reseñado con lo que un país y su clase dirigente debería hacer, no cabe duda de que debería apoyarse en tales principios para obtener las máximas cotas de desarrollo y progreso social.   

Desafortunadamente, si nos centramos en España nos encontramos con la gran paradoja de que un país que ha forjado un legado histórico, cultural y científico casi único e inigualable en el mundo ha ido sin embargo decayendo a lo largo de los últimos siglos en términos de autoestima de las contribuciones y logros alcanzados, debido en gran medida a la falta del imprescindible y necesario apoyo institucional.
Personajes tan relevantes como Trajano, Don Pelayo, Cristóbal, Colon, Seneca, Isabel de Castilla, Cervantes, Hernán Cortes, Goya, Ramón y Cajal, Picasso, Isaac Peral entre otros muchos son solo un pequeño botón de muestra a nivel individual de la gran huella histórica española a través de los siglos.

En el apartado de éxitos colectivos, hay que resaltar las exploraciones y descubrimientos, los grandes inventos como el teleférico, el autogiro o el submarino, el liderazgo mundial en donación y trasplante de órganos, así como la gran cantidad de ciudades y registros que forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco.
La convulsa historia de España a lo largo del siglo XX, con periodos de regímenes fallidos y proclives a la división de la sociedad ha sido un gran lastre para tratar de forjar una cultura de auténtico respeto a la libertad y a la verdad, a su historia, a la defensa de un gran legado como país, y a la puesta en valor de sus tradiciones y diversidad cultural.

Tras una larga dictadura en España que fue superada con una modélica transición democrática, es triste contemplar como aún cierto sector político y de la sociedad sigue incidiendo en heridas pasadas de la historia en lugar de poner en valor y desarrollar el potencial y las fortalezas que el país atesora.

Sin lugar a dudas, en la trayectoria de España habría que resaltar que lo mejor de este país, por encima de su clase dirigente, han sido sus emprendedores, exploradores, científicos, escritores, artistas y en general todo su gran acervo cultural, turístico, gastronómico y deportivo.

Como se ha constatado recientemente, en los momentos más duros de crisis económica y social, el tejido industrial, compuesto no solo de grandes empresas sino también de un largo número pequeñas empresas y autónomos profesionales, son los que con su esfuerzo y sacrificio han contribuido enormemente a paliar y superar tales momentos críticos.

Esta labor empresarial sigue siendo escasamente reconocida y apoyada por los poderes públicos y por la sociedad en general, a pesar de su importante contribución a la sociedad en términos de empleo, fiscalidad, desarrollo formativo e incluso donaciones altruistas. 

Es el momento de poner en valor y destacar como actualmente tenemos emprendedores y empresas en sectores punteros a nivel mundial, como pueden ser las nuevas TIC, aeroespacial y científico que se han forjado con gran esfuerzo un posicionamiento y reconocimiento como proveedores de alta tecnología y conocimientos, todo ello partiendo y apoyándose en muchos casos en pequeños y humildes grupos familiares y de personas.   

Pero no solo los sectores tecnológicos más punteros y de mayor valor añadido son los más importantes, ya que sectores, frecuentemente e injustamente denostados, como pueden ser la agricultura, restauración, hostelería y los ligados en general al turismo y al ocio, son vitales en el conjunto de nuestro sistema productivo por lo mucho que aportan y representan como emblema del país.

Es digno resaltar los grandes valores e intangibles que apalancan el éxito de los emprendedores y empresarios través del largo y duro recorrido que tienen que realizar para abrirse camino en un entorno cada vez más competitivo y global: visión, conocimiento, innovación, gestión de crisis y riesgos empresarial, etc

Por tanto y para nuestro bien, es necesario superar todos los complejos que como país y sociedad se han acuñado injusta y erróneamente en España debido a la falta de apoyo y del fomento de un espíritu divulgativo constructivo en la sociedad que haga creer firmemente en el gran potencial que atesora este país y su gente. Este país merece, vale mucho más y está muy por encima del pobre desempeño que sus gobernantes desgraciadamente han aportado en determinados momentos funestos de su historia.

Sirvan estas breves líneas para dedicar un modesto, pero más que merecido, homenaje a todos los emprendedores de este país, y muy especialmente a amigos y compañeros, a los que felicito con todo mi afecto por su extraordinaria labor y entrega sirviendo a la sociedad.