Brasil es, en estos momentos, la nación más acosada del mundo por las malas noticias. La prensa internacional se ha empeñado en ensuciar su cálido nombre de manera inclemente y sin justicia posible. Por este motivo, ha vuelto a la ciudad de Fortaleza la india Iracema. Todos los días aparece sentada en las playas de Beira Mar con los ojos atentos sobre el intenso azul. Los jangadeiros que llegan con sus jangadas repletas de peces a venderlos, en la Praça do Peixe, la ven y no reconocen su inquietud. La india llora y solo el sol consuela sus lágrimas. ¿A dónde miran los ojos, los inmensos ojos de Brasil?
"Cuando Iracema jugueteaba en las playas, los ojos del guerrero se apartaban de ella para extenderse por la inmensidad de los mares" (José de Alencar)
Hay una ciudad colonial
de rascacielos y arena,
que nunca verá la mar
sin los ojos de Iracema.
Ojos que siempre la miran
como a una jangada ciega,
sin remos porque la viran
al puerto que nunca llega.
Cuando los pájaros limpian
las alas con el azul,
en sus mejillas de india
corre un dolor de betún.
Iracema del Brasil,
las sombras son tu esplendor,
la samba sabe de ti
y quienes la bailan, ¡no!