Opinión

El retrato de Dorian Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

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Igual que en la obra de Oscar Wilde El retrato de Dorian Gray, Pedro Sánchez ha pactado con Pablo Iglesias que le pinte un retrato de España, para que pueda mantenerse siempre en el poder. El pacto consiste en que Sánchez podrá cometer toda clase de tropelías y traiciones contra su país, pero que estos desmanes nunca le afectarán a él personalmente, sino que quién sufrirá las consecuencias será el retrato de España, mientras que Sánchez siempre permanecerá lozano, y por supuesto, en el poder.

El pintor del cuadro de España, Pablo Iglesias, para conseguir la eterna juventud y poder de Sánchez, llega a un acuerdo con los diablos Otegui y Junqueras, de tal manera que estos le garantizan las peticiones de Sánchez, a cambio de que al final el cuadro de España se rompa en diecisiete trozos. Por supuesto, los diablos se quedarán con los trozos del País Vasco y Cataluña, más algún trocito adicional que les interese. Mientras tanto, después de cada nuevo desmán del presidente, los diablos garantizan que éste siempre preservará su poder y la frescura de su rostro.

Exultante por el pacto que llena su ego y colma su narcisismo, Sánchez durante los siguientes años, se lanza a un frenesí de atropellos e injusticas contra España: indulta a los golpistas, libera a los etarras, prohíbe hablar en español, controla el poder judicial, restringe libertades individuales, crea un infierno fiscal, cierra algunos medios de comunicación, soborna otros, celebra referéndums de autodeterminación, ilegaliza partidos de la oposición y fuerza el exilio del Rey.

Tras cada nueva afrenta a la convivencia, mientras el cuadro de España se deteriora y le salen multitud de arrugas y desperfectos, el rostro de Sánchez, gracias a su pacto con los diablos, permanece incólume, y él sigue en el poder. Esto le lleva a un delirio de nuevos ultrajes y desvaríos que hacen del cuadro de España algo irreconocible.

Un día, preso de su insaciable ansia de poder, se da cuenta de que si trocea España, como le piden su pintor y los diablos, no le quedará reino sobre el que reinar, ya que tendrá que dar una gran parte de éste a sus aliados. Entonces, en un ataque de ira ataca la pintura de España con un cuchillo para destrozarla y romper, así, el pacto con sus diabólicos mentores.

Pero roto el acuerdo, el cuadro de España recobra su brillantez inicial, mientras que el bello rostro de Sánchez se vuelve decrépito y pierde el poder. Una vez más, España sobrevivirá a sus peores gobernantes.