Blog del suscriptor

Carta a Antonio Banderas

.

.

  1. Blog del suscriptor
  2. Opinión

Te conozco muy bien, Antonio. Sé quién eres, y sé qué hiciste para tener tanto éxito. Estuve presente el día que naciste en el Hospital de La Caleta, aquel 10 de agosto de 1960. No tenías conciencia suficiente para empezar a soñar, ni siquiera para verbalizar tus deseos. Ni tu madre ni nadie presente se imaginaban ante quién estaban. Y fue en esa Málaga donde empezaste a concebir tus sueños, esa ambición de irte a Hollywood merodeaba por tu cabeza desde bien temprano, y lo cierto es que también te acompañé a tus clases de teatro y a tus primeras salidas.

A las 6:00 pm del 3 de agosto de 1980, facturaste tu equipaje en la actual Estación María Zambrano, y me subí contigo en el tren Costa del Sol rumbo a Madrid. Eras joven y lo suficientemente inexperto como para ver a tus padres hacerse cada vez más pequeños desde la ventanilla del tren. Y, aunque no me vieras, yo vi lo que sentías, y también te hice contener más de una lágrima. Tus padres pensaron en detenerte después de darte un tiempo para que la sensatez se apoderara de ti. Pero tu voz interior no podía gritarte más alto que debías continuar tu viaje. Y te despediste de ellos, maleta en mano, para conseguir tu sueño de ser artista, porque algún Dios o Cristo malagueño te guiaba.

En el Madrid de 'la movida', fuiste junto a Pedro Almodóvar por todos lados, él fue el director que te ofreció tu primer papel, y después de ponerte varias veces a la cola el día que repartieron el talento, cobró sentido tu vida, y notaste como el puzle de tu sueño hizo encajar 3 piezas de golpe. Fuiste por ti solo y guiado por tus fantasmas, dejando huella en el panorama cinematográfico español, y yo estuve delante en cada tino y desatino. Lo cierto es que me hiciste saltar contigo el charco que separa Europa de América, y vi cómo te defendías como gato panza arriba de las conversaciones en inglés.

Ya en Hollywood seguiste tu sendero para destacar como latin lover, con tu perfil hispano y pelo largo, un físico que te ayudó a ser el zorro más internacional. El único y verdadero zorro. Pero lo fuiste en la pantalla y también fuera de cámaras, esa astucia propia de los zorros fue la que te hizo despuntar en el Nuevo Mundo. Y de vez en cuando, entre risas extranjeras, entre chistes americanos, conversaciones en inglés y cigarros Winston, noté como te acordaste de la Alameda, de Larios, de Mena, de la Merced y de Victoria. Percibí como recordabas tu Málaga natal. Incluso podría decir que aprecié que cuando pasabas con el coche por la Colina Lee, el colchón del letrero de Hollywood, tenías que mirar dos veces para comprobar que no era La Alcazaba. Llegaste a confundir Manhattan Beach con La Malagueta, y Hollywood Boulevard con la Calle Larios. Deseabas volver, pero al mismo tiempo, quisiste quedarte, porque me obedeciste cuando te dije: ‘Sube al tren’, y lo volviste a hacer cuando te dije ‘continúa aquí’.

Y después de 60 años, de varios premios y nominaciones, y habiéndote visto pasear por la alfombra roja del Dolby Theatre, aún recuerdo a ese chico de 20 años que sin dudar, facturó su equipaje para mudarse a Madrid y para seguir el dictado de su voz interior. Yo, el fantasma del futuro, te dije que lo hicieras, te invité a vivir en Madrid, y te ofrecí vivir en Los Ángeles porque acaté tus pedidos. Por eso, te digo que todas esas alfombras caminadas, esos trenes y aviones transitados, esos focos encendidos, esos personajes encarnados y esos premios recogidos, han sido pocos, Antonio. Porque te aconsejé subir al tren Costa del Sol, te obligué a continuar en Estados Unidos, y ahora me reitero: sigue haciendo tu camino, pero no pares de caminar.

Feliz 60º cumpleaños, Antonio.

Fdo: el fantasma del futuro.