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Nuestra defensa en el Congreso de los Diputados

Macarena Olona junto a Santiago Abascal en el Congreso. EP

Macarena Olona junto a Santiago Abascal en el Congreso. EP

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Algunos grupos parlamentarios realizan el control al gobierno socialpodemita —de socialistas y comunistas— en la Cámara Baja; otros, recordando momentos en plazas de toros, cuando los astados flojean o su casta está ausente, podrían corear "que se besen, que se besen". Este periodo va a ser duro, muy duro, para una parte muy importante de este hermoso país llamado España.

Los parlamentarios proetarras campan a sus anchas. No es nuevo, gracias a la inacción del Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español —no vale reírse de estas siglas, su significado anterior y el actual—, quienes no impulsaron la ilegalización de una formación tan afín al terrorismo de ETA. Esa gentuza odia a la mayoría de españoles. Los etarras nunca han mostrado ni un mínimo de humanidad por las víctimas del terrorismo y han conseguido el favor del gobierno. Mejor dicho, ha comprado la delicadeza de cada uno de sus miembros por el apoyo en la investidura.

La dichosa pregunta del parlamentario bilduetarra iba cargada con varios insultos e insinuaciones presuntamente ilícitas hacia miembros de la Guardia Civil y Policía Nacional. Muchos de nosotros hemos muerto, luchado o dejado parte del pellejo contra el terrorismo, cuando ahora vemos arrastrado el nombre por la moqueta del Parlamento. Los cobardes se refugian en el «olivo» del Parlamento para intentar evitar ser llevados ante los tribunales.

La Justicia «está como está», por decirlo fino. El gobierno colabora con ello, aunque parezca raro. De hecho ha nombrado fiscal general del Estado a una diputada del PSOE. Esa mujer hizo campaña hasta hace días y méritos para lograr el poder ejecutivo para esa formación política. ¿Quién va a dudar de su imparcialidad en el cargo? No se amontonen, era retórica.

Ante dicho ataque, vía pregunta, se dispuso el ministro del Interior a defender a sus subordinados. Peinado, complicado; corbata, con gusto dudoso; una lucha por abotonar la chaqueta con cierta dificultad, quizá al vestir una talla menor, hacía presagiar un auténtico desastre. Ese ministro hablaba con voz queda, sin ánimo ni intención de molestar; tono tan dulzón y empalagoso que, con medios técnicos adecuados, hubieran podido acompañar sus palabras con música de estilo "perreo".

¿Qué nos iba a extrañar? Muchos hemos perdido la sensación de asombro, respecto a los terroristas y sus amigotes. Sin embargo, quizá por aquel término tradicional "la esperanza es lo último que se pierde", esperábamos una defensa de los agentes de la benemérita y la Policía por parte del ejecutivo. Sí, algo que no fuera muy ardoroso, tranquilo, sin levantar muchas ampollas, aunque estarían bien merecidas. Nuestra esperanza se fue al garete, como si el jefe se fuera a comer un "bocata", beber vino y tomar un mojito de postre, mientras una muchedumbre enloquecida de bastardos separatistas intentaran acabar con tu patria tirando piedras a la cabeza de tus compañeros en una ciudad española.

Tragas, más que digieres, esos hechos como si fuera de lo más normal. Los profesionales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sufrimos en silencio esas afrentas, las cuales, no por ser las primeras, parece no serán las últimas. ¡Alto ahí! Una valerosa mujer se levantó y pidió la palabra a la presidencia del Congreso de los Diputados. Apelando al reglamento de la propia institución, como si hubiera escrito ella misma el articulado. "¡Qué sentimiento! ¡Qué valor! ¡Qué cojones!", dirían los más castizos. La firmeza al hablar fue una sorpresa. El poderío se hizo presente para intentar se escucharan todos y cada uno de sus argumentos ante una presidenta que, con malas artes, pretendida autoridad y cobardía infinita, intentó acallar a la valiente diputada.

Quienes amamos nuestro hermoso país estamos de suerte. Los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y aquellos encargados de la seguridad e integridad de España tenemos en la Cámara Baja un grupo que nos protegerá. Se corresponde a Vox. La diputada doña Macarena Olona tiene mucho mérito, conocimiento y valor.

Un auténtico poema. Así quedó la cara de una presidenta, a quien esperan días gloriosos tragando bilis. Ha llegado un grupo al Congreso que no se calla ni rehúye ni mira para otro lado, ante las insinuaciones de bastardos amigos de terroristas o delincuentes de cualquier tipo.

En cambio, aquellos pendejos "chiquilicuatres", unos recién avenidos, otros que llevan más años que el hilo negro pisando moqueta, subidos a un coche oficial o pagado por el partido, nos volverán a poner a los pies de los zarrapastrosos. Sí, amigos, esos a quienes protegimos, protegemos y protegeremos porque es nuestro trabajo y misión, de aquellos que intenten acabar con su vida o producir daño físico, esos, nos traicionarán en cuanto puedan.

Apretemos los dientes, calemos la gorra y miremos para adelante. Nuestra lealtad está fuera de toda duda. Los otros... nosotros somos diferentes. Señora Olona, diputados de Vox, gracias.