Un hombre bueno se va y vuelve. Nadie dijo que hacer política fuera fácil, ni que te fuera a hacer feliz a ti y a los tuyos. Tengo cuatro días en este mundo y comprendo a Albert, ni se imaginan cuánto.
Bajo la sombra de su magnífica oratoria y coherencia miles de españoles empezamos a mirar hacia una zona del Congreso que no tenía ni moqueta por aquel entonces. Consiguió tener capacidad de gobernar ese grupo de “locos muy cuerdos” y lograron lo que nadie esperaba: hacer política y gestión desde un pequeño grupo de la oposición.
Disfruté de dos semanas más de paternidad por ellos, vi como, junto a mis compañeros de la Policía Nacional y Guardia Civil que tomaron las calles, obligaban a hablar de equiparación salarial a los Gobiernos de rojos y azules, cuando jamás lo habían siquiera planteado. Puedo seguir...
Pero no, hoy vi a un hombre liberado, a un demócrata que ha visto con meridiana claridad que hay una vida que le espera y debe ser vivida porque cuando se ha dado tanto por los demás, se hace imprescindible ocuparte de ti mismo y, sobre todo, de los tuyos.
Tiene una mujer, unos padres y una niña que necesitan a Albert y su tiempo ha llegado. Tiene un tesoro y por fin va a disfrutarlo. Cuida de ellos hermano, nosotros te ayudaremos.
A unos días de cumplir 40 este gran político, (para mí el mejor de este siglo), y mejor persona se enfunda en responsabilidad y vuelve con los suyos. Detrás deja a su otro hijo. Pero lo deja formado y sobradamente preparado para volar sólo.
Ahora el bote de remos en el que empezaste a remar es un portaaviones majestuoso que ha zarpado con miles de marineros dispuestos a pelear por su país, por servir a los demás con el ejemplo del mejor capitán posible, el tuyo.
Solo te reprocho una cosa, no haber podido conocerte más y aprender más de ti. Pero ya me las ingeniaré...
Gracias por crear el centro, hoy es más necesario que nunca y pronto, muy pronto los españoles lo van a ver. Si hoy hablar de política y de políticos es menos despectivo es por ti, con tu ejemplo nos has hecho a todos mejores.
Ahora me conjuro contigo, (sé que te encanta conjurarte), tu familia va a ver cómo vamos a pelear por lo que has creado, por tu Cataluña, por tu Andalucía, por todas las familias y la tuya, por la unidad y progreso de un país que llevas tatuado en el ADN.
Albert Rivera Díaz de España. Gracias demócrata.