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Cacerolada feminista en la Puerta del Sol de Madrid

Cacerolada feminista en la Puerta del Sol de Madrid Efe

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Feminismo: Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres.

Cuánto consenso social generaría el feminismo de ajustarse a su definición según la RAE que es, además, la esencia real del movimiento en sus orígenes. Pero, ah. La izquierda tenía otros planes.

Del mismo modo que hicieron con otras causas justas, como la de los derechos LGTBI o la lucha contra el racismo, la izquierda se inocula hoy en el feminismo con el fin de usarlo como punta de lanza para el anclaje del marxismo en las instituciones. De todas ellas les interesa no la pulpa sino la piel, pues es la piel lo que les proporciona una cobertura beatífica y razonable de cara a la opinión pública para embaucar a los pocoinformados bienintencionados –son legión–, imposible de obtener ya con el planteamiento frontal de la ideología filocomunista tras los continuos e incontestables desmentidos sufridos a lo largo de la historia. Es sencillamente imposible sostener, siendo fiel a los datos objetivos, que el socialismo suponga ventaja alguna sobre el liberalismo para la vida de las personas.

A partir de esa conclusión la izquierda comienza a centrar sus esfuerzos en la patrimonialización de procesos de gran consenso social como los mencionados anteriormente. Para deducir que el interés de partidos como Podemos por el feminismo no es genuino sino instrumental es suficiente observar las flagrantes incoherencias en las que incurren respecto al tema, pero ni eso es necesario. La “huelga feminista” del 8M es por eso la efeméride de una gran estafa. Existe un manifiesto público de la huelga que no sé si la gente que lleva dos semanas vendiéndola como algo que a todas luces solo puede secundarse ha leído. Yo sí.

Este documento expone los puntos que se sobrentienden defendidos por todas las personas que apoyen la manifestación. Al margen de los que pueden asumirse como feministas, se incluyen algunos como el rechazo a la economía de libre mercado en favor de una regida por el estado, la eliminación de las barreras fronterizas como la de Melilla, el cierre de los centros de internamiento para inmigrantes ilegales, altos estándares de gasto público y la presunción de veracidad judicial del testimonio de la mujer solo por ser mujer. ¿Tiene todo esto algo que ver con el feminismo? No. ¿Han informado de estas cláusulas los medios y políticos que tanto han apoyado la huelga? No. ¿Por qué?

Simple. Porque el feminismo actual es tan solo el título en mayúsculas de un contrato plagado de letra pequeña que la izquierda quiere hacernos firmar sin gafas. 

“¿Eres feminista?”

Cuando uno contesta que no, la izquierda responde con la definición del diccionario –como si la RAE fuera entonces su libro de cabecera– y le imputa entonces estar en contra de la idea de la igualdad entre hombres y mujeres. Pero si la respuesta es afirmativa, entonces el feminismo al que se refieren es al suyo, al de cuotas injustas e injustificadas, socialismo y superioridad de facto de la mujer sobre el hombre. Como consecuencia, la sociedad empieza a rechazar una causa justa como el feminismo porque acaba siendo consciente de que lo usan para embaucarla.

Frida Kahlo fue una artista que sufrió innumerables desgracias, Margaret Thatcher, la mujer más poderosa del siglo XX. ¿Nadie se ha planteado nunca por qué el icono feminista es la primera en lugar de la segunda? Es más, la segunda ni siquiera aparece mencionada en la inmensa mayoría de material profeminista. Lo impide el estigma de no ser de izquierdas. De la misma manera es inevitable reparar en la incongruencia que supone la apropiación por parte del socialismo español de la defensa histórica de las mujeres cuando fue Clara Campoamor –liberal convencida– la que hubo de defender el sufragio femenino en las cortes españolas a pesar de la feroz oposición de Victoria Kent (perteneciente al Partido Republicano Radical Socialista) por entender esta última que las mujeres eran en su mayoría conservadoras y la legalización de su voto perjudicaría a la izquierda. 

El objetivo de este artículo es dirigirme como verdadero feminista a tantos verdaderos feministas como sea posible con el siguiente mensaje: el feminismo auténtico está hoy en peligro debido al auge de un mellizo perverso con el que solo comparte nombre. La aceptación social de que la manifestación del viernes es feminista es un enorme paso en esta dirección y por tanto el papel de quienes sí creemos que la igualdad entre hombres y mujeres es un ideal que merece la pena debe ser claro: rechazarla, combatirla y rebatirla. Ocupar la difícil posición de defender el feminismo frente al socialismo vestido con faldas. Porque si permitimos que el segundo sustituya al primero, el feminismo estará muerto. La izquierda lo habrá matado. Y todos seremos responsables de permitirlo.