Siempre, la pregunta del millón, ha sido: ¿eres rojo o azul?
A mi hijo le encanta dibujar con los “plastidecor”. Ahí hay una batería importante de colores con los que disfrutar, más amplio que el mismísimo arco iris.
Pero en política, no todo se simplifica en un color. Ante todo está la lógica, el saber hacer, el razonamiento, el bien y el mal, la honestidad, y, por último, y no menos importante, la profesionalidad.
Éstos son los principios de todo político que se respete.
Luego están los ideales, que siendo prácticamente imposible que coincidamos al 100%, es necesario saber con cuáles te identificas.
Parece el ABC, algo que deberíamos de tener tan innato como el dar las gracias, o como que para entrar un sitio, sin pensar, sabemos abrir la puerta.
Sin embargo, nos hemos corrompido hasta la médula obligándonos a elegir. Hemos olvidado que las instituciones están para hacernos más felices, para mejorar nuestras vidas, para tener un futuro.
Hemos preferido elegir como el que elige playa o montaña para pasar sus vacaciones.
Y lo peor de todo, somos capaces de dividirnos, de enfrentarnos entre nosotros como sociedad, entre amigos, familiares. ¿A caso ellos saldrán a apaciguar los ánimos cuando perdamos a nuestros amigos por las ideas extremas que defendemos?
Una idea extrema es una provocación a la división. Una idea intermedia, no es más que un debate. Cuando llegamos a crear dos bandos indivisibles, es porque defendemos ideas extremas.
No hablo de “fascismos” o “nazismos”, hablo de algo tan básico como defender lo indefendible.
¿Por qué aceptamos que está mal mentir en unos currículums y otros no?. ¿Qué diferencia hay entre el currículum de la Sra. Cifuentes (ex-Presidenta de la Com. de Madrid), al Sr. Puig (Presidente de la Com. Valenciana)?. ¿Qué diferencia hay entre unas imputaciones a otras?. ¿Qué diferencia hay entre la corrupción del PP de Valencia con la Diputación de Valencia del PSPV?.
No sé en qué momento decidimos poner pasión y subjetividad en lo que está mal, para no juzgarlo como sociedad, en lugar de ser honestos con nosotros mismos, y ver qué esto no cumple lo mínimo para representarnos.
Es triste. Una cosa es tener un ideal económico de izquierda o de derecha, liberal o progresista, monárquico o republicano, y otra cosa, es poner adjetivos descalificativos a los colores rojo y azul.
Por mucho que nos enfrentemos, por mucho que queramos defender lo indefendible, el que paga la fiesta, eres tú. No lo olvides. No pierdas ese “target”, ese objetivo. Tú eres el que seguirá la senda. Los de arriba, que ya tienen su futuro solucionado, son los que deciden o no plantar árboles, poner un asfalto más cómodo, más alisado, o lleno de piedras y dificultades.
He avisado. Luego no habrá vuelta atrás.