Justo cuando aún resonaban los aplausos y las carcajadas en el Teatro Romano de Mérida tras la última representación de Ben Hur, el Alcalde de Mérida con sus manifestaciones ha dejado caer una teja a los pies del gobierno de Guillermo Fernández Vara, al igual que lo hiciera Tirzah, hermana de Ben Hur al paso de la comitiva del gobernador de Judea Valerio Grato, generando un conflicto y siendo arrestada por ello.
En esta ocasión Antonio Osuna se lamentaba de la cantidad de compromisos incumplidos por parte del gobierno autonómico con el ayuntamiento emeritense. Nada de excepcional ocurriría si el rifirrafe hubiera ocurrido entre correligionarios de distintos partidos, pero en esta ocasión son compañeros de filas y precisamente esta circunstancia es la que lo convierte con la protesta en rara avis dentro del panorama político actual. Lo más habitual hasta el momento ha sido el comulgar con ruedas de molino, esperar en silencio y en primer tiempo de saludo hasta que el líder o lideresa de turno pagara algún que otro obediente silencio con alguna poltrona más cómoda y mejor remunerada.
De esta manera hemos sido testigos de cómo algunos han medrado a costa de otros y quizás no sea muy difícil traer a la memoria el nombre de alguno de ellos. El caso es que el Sr. Osuna ha puesto a disposición su cargo a quien pueda mejorar la situación, a la vez que ha puesto el foco de atención en el hecho cotidiano de incumplir lo prometido, algo que debería ser anecdótico y que por desgracia es la moneda de cambio de los programas electorales. Quizás haya llegado el momento de dejar de vender humo y de defender los derechos de los ciudadanos y ciudadanas. Ojalá otros alcaldes de otros muchos municipios sigan su ejemplo y comiencen a defender los intereses de sus vecinos y tengan en cuenta el refranero que nos advierte así : “si el alcalde no es ejemplar, ¿quién lo ha de respetar?”. Mientras tanto, podremos asistir a la siguiente obra que se representará en el referido teatro, Nerón. Pero sobre éste, hablaremos otro día.