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En la playa de Chesil

Afiche de la película Chesil Beach

Afiche de la película Chesil Beach

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Desde que fui conocedor del proyecto de adaptar al cine la novela de Ian McEwanChesil Beach”, me marqué como prioridad ir a verla en cuanto se estrenase por 2 razones fundamentales. Por un lado está el valor inherente de una novela situada en mi altar particular de las grandes obras literarias contemporáneas y que en lo personal además fue con la que me inicié en la obra de Ian McEwan. Pasados 10 años y con un buen puñado de sus novelas leídas, puedo decir que en mi opinión es el mejor escritor vivo que existe. Por otro lado está la curiosidad de ver como se plasmaba en imágenes algo tan especial que es condicionado por un instante muy concreto que determina la vida de dos personas que se aman y cuyos destinos mutan para siempre.



No considero que “Chesil Beach” esté en su formato cinematográfico a la altura de su génesis literaria, contextualizándolo a cada uno en sus ámbitos artísticos correspondientes. Pero creo que no es poca cosa decir que a pesar de la excelsa opinión que de la obra literaria tengo, lo que a muchos que partiesen de ese punto les haría denostar ya de inicio un film que no colma la visión interior que uno se ha creado de lo que lee, yo personalmente defiendo el hecho de que la película tiene un alto valor cinematográfico intrínseco y además considero que es fiel al espíritu una historia tan íntima y emotiva, lo que hace muy meritorio el resultado de su traslación a la gran pantalla.



Un aspecto esencial es que el propio autor de la novela, Ian McEwan, es el guionista de la película, y este es el primer gran acierto, su autor y guionista, que ha sido capaz de modificar determinados elementos sin merma de la historia que él mismo creó, pero que cinematográficamente funcionan mucho mejor que si se hubiese intentado ceñir más a la literalidad del libro, lo que da muestra de una amplia capacidad visual del autor y de su generosidad y humildad para modificar un trabajo que en origen era estrictamente literario.



El segundo acierto es el trabajo de su director. Procedente del mundo del teatro, Dominic Cooke, desde la austeridad en la puesta en escena, la contención y la extrema delicadeza con la que afronta algunas de las situaciones más delicadas de la historia, acierta en el tono íntimo y reposado que debe tener una historia que en su parte final desborda emoción.



Por último, y lo más conmovedor del film, son las interpretaciones de sus dos protagonistas. Quizás Saoirse Ronan sea menos mediática que otras actrices y su belleza no tan evidente, pero que esta chica es una de las grandes de la interpretación actual es algo que no se debería ya discutir, y es que a pesar de los diferentes registros en los que se mueve resulta siempre convincente, pero al mismo tiempo especial, siendo en esta ocasión capaz de recorrer la inmensa paleta de colores emocionales que requiere la historia. Ella ya ha dado buena cuenta de esto en una filmografía más que notable, de cuya primera noticia tuve conocimiento curiosamente en otra adaptación de Ian McEwan, “Expiación” (2007) y concluyendo en las recientes “Ladybird” o “Brooklyn”. Como pareja de Ronan tenemos al casi debutante Billy Howle, que da un contrapunto perfecto de ternura a un personaje lleno de integridad que encarna a la perfección.



Pero no obstante quiero remarcar, que aunque haya mostrado bastante atención a la novela sobre la que se adapta la película, el film posee en si mismo un valor cinematográfico intrínseco que no requiere del conocimiento de su referente literario para ser disfrutado, y que solo precisa calma, atención y comprensión por la historia y el contexto en el que se mueven unos personajes puros, perdidos y cuya vida queda determinada por un instante del que ellos mismos no son realmente culpables, sino más bien la época en la que se encuentran. Algo que la propia novela describe en este fragmento. “Lo único que ella había necesitado era la certeza de que él le amaba y la tranquilidad de que él le hubiera dicho que no había prisa porque tenían toda la vida por delante……¿qué hijos no nacidos habrían podido tener oportunidades, que niña con una diadema podría haberse convertido en un familiar querido? De este modo podía cambiarse por completo el curso de una vida: no haciendo nada”. 



Esto es Chesil Beach, véanla y léanla, ambas cosas merecen la pena.