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El vacío de las redes sociales

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El mundo de la red social, enfermizo, paranoico, alegre y útil, todo a la vez, un cóctel de “me encanta”; “me gusta” o “me enfada” superficial y mentiroso.

No hay una comunicación directa, es controlada y embustera, no es natural ni tampoco improvisada, es planeada. Esa es nuestra realidad en Facebook, una red social en la que compartir los mejores momentos, las mejores fotos  (o no), mostrar a nuestro mundo lo que queremos que vean, ¿ Y que vemos? Un acantilado de felicidad constante, riendo, positividad, soñando, marcando y editando las fotos que se nos ve bien y felices las publicaciones son continuas, la realidad no virtual es distinta, postrado tras un ordenador o móvil, contando la buena vida que tienes, la superficialidad más destructiva, cuando esas fotos quizá son veces contadas al año, tienes problemas económicos o personales, fallecimientos y tristeza pero lo importante es que nos vean felices aunque sea mentira.

¿Por qué ese disfraz? Por orgullo, por materialismo, por amor a uno mismo, claro está que no vamos a subir desgracias y si las subimos también están pensadas, es para la consecución de un fin, mantener informado de las penas y alegrías a otro que está tras una pantalla y que sienta o pena o envidia.

Así de simple es la jugada, no todos los días estamos de vacaciones, no todos los días estamos de cañas con los amigos, estamos trabajando, intentando llegar a fin de mes, con niños pequeños llorando y buscando desesperadamente un colegio, con quien dejarles mientras trabajas, padres desolados por la actitud de su hijo, facturas amontonadas, personas que se han ido, tristeza llena por alguna actividad que ni tan si quiera te gusta, personas solas deseando conocer gente a cualquier precio, buscando amor tras una pantalla, dando pistas de tu personalidad, amigos, familia a alguien que conoces de una red y tomar unas cañas de vez en cuando, es decir, nada.

Las personas se las conoce como siempre, charlando en directo, con tiempo, con días, no es necesaria la imagen de felicidad a tus amigos, no es necesario, sobra, porque las personas que verdaderamente te quieren te conocen aunque subas una foto con 10.000 “me encanta” subida a un fiordo noruego, la vida que llevas la conoce y tus sentimientos.

¿Para qué dar esa imagen? ¿Llena? Parece que si, es un llenado que dura unos minutos, pensemos en las cosas que nos llenan ahora, que tengamos una foto de felicidad embusteros subida a nuestra cuenta, que nos envidien, la envidia es lo fundamental, somos humanos y por tanto envidiosos y egoístas, da igual pensar que nuestra vida la resumimos en dos momentos que ni tan si quiera lo hemos pasado del todo bien, cargando imagen y subida con éxito, es lo que queremos.

Ya no nos llena hacer reír a un amigo y verle esa sonrisa, no nos llena contar nuestras penas y vida de verdad, queremos hacer pensar a los demás que tenemos suerte en la vida, dichosa suerte que a todo el mundo le toca, nadie busca trabajo, nadie pasa penurias, nadie tiene tristeza, nadie tiene problemas…

Suerte a todos los que llenan el vacío de su vida, con fotografías, estados, vicio a Facebook y por mostrar cual espía recibiendo una orden, de manera controlada, porque el vacío que llegará es brutal. Tenemos que acostumbramos a las relaciones de antes a las sonrisas de antes, amistades puras y desinteresadas sin querer generar envidias falsas, porque, amigo internauta, como tú, el virus se extiende a millones de personas.