Opinión

El corazón de la Mar

Playa de las Torres de la Horadada (Alicante)

Playa de las Torres de la Horadada (Alicante) EFE

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Insaciable, incansable, fuerte e indomable, color turquesa, color verde, azul marino o depende de cómo lo mire tu cristalino. Tan veloz y poderoso que a penas puedes entender lo que tienes delante, un pacto para no desaparecer jamás, no es posible, da vida o la quita, un mundo rodeando a nuestro mundo de a pie, de tierra y seres de dos patas.

Eclipsa su belleza, el ruido que hace contras las rocas, las paredes o cualquier puente de hierro, nada lo frena, lo atraviesa con fuerza, golpea, no deja nada sin tapar, se mete por todos los rincones y no hay manera alguna de evitarlo. En calma deja atravesarse, pequeños veleros, barcos, pescadores y marineros, algunos turistas surcando sus olas hasta alguna Isla desierta, la única manera de llegar a ella es pasando por él.

De noche un color negro lo envuelve, sólo deja que veamos algún resplandor, una luz blanca inmaculada, sale de algún faro, para avisar, para que la furia de éste no nos haga sentir en el más absoluto y sórdido último rincón del mundo. Porque él tiene un poder muy especial, y es que, depende de cómo te sientas puede hacerte ver reflejado en un rincón abandonado cerca del fin del mundo, o puede que te deje ver una esperanza, puede que veas tu reflejo afortunado de estar viviendo esta vida, y todo lo que da, lo que llena y lo que sobrevuela en aquel color azulado, con nubes arriba y pececillos abajo, puedes mirar a un punto infinito de el y ver a los que se fueron, convertidos en fuerza, poder, ilusión, barcos surcando los mares a mucha velocidad, Ángeles, pájaros, puede que delfines saltando, puede que cualquier cosa que te inspire nuestro corazón.

Abarrotado de peces, caballitos y estrellas de mar, plantas, arena, delfines y ballenas, desde el fondo con unas gafas de agua subir la mirada y ver una especie de tablón negro, una sombra, subes a la superficie y reconoces que son tablas de surf flotando en el mar, barcos y rocas… Choca, se escapa, va y viene una y otra vez, no cesa, puede mojarte los pies una y mil veces, sin parar, aquel que nunca va a cambiar, puede que sea el único milagro de la vida, de éste mundo custodiado por él, que tiene una vida propia y que jamás cambiará, no se extinguirá. Si se enfada no tiene piedad, incontrolable, puede acabar con el mundo que conocemos, inundarlo, es un arma de destrucción masiva, y somos tan inconscientes, incluso una bomba puedes pararla, huir, desalojar… pero, ¿y el mar?

Da igual que huyas, te cogerá, no puedes pararlo, no hay manera de evitar que te envuelva, como de algún modo a lo que todos tememos, ese fin de la vida ese éxito, ese arrebato de almas de destrozos de corazón partidos en dos, en tres, en cuatro y quinientos pedacitos repartidos por todo el cuerpo, solos y arrasados, devastados, lágrimas con temperatura congelada , manos heladas y pies como un iceberg incapaz de romperse, puede que nada tenga sentido o puede que no lo encontremos, puede que el sentido sea un símil de algo que no vemos no valoramos no nos percatamos, esta ahí, podemos observar algo que tienes durante un instante que roza los dedos de tus pies, un viento que da aire a respirar, puro, frío… y que se escapa, se marcha, nos abandona, y sólo se repite porque él quiere que se repita, la persona que se fue se fue y sólo si el o ella quiere podremos volver a verla, nosotros tenemos que prestar atención, captar las señales cual marinero navegante en busca y alerta de una luz destelleante que le indique la señal. A la vez de ser ese arma de destrucción, es un arma de paz, de vida y alegría, de espiritualidad, de ver cosas que en una ciudad de asfalto y hormigón no puedes ver, porque no te deja verlo.

Ese es sin duda el verdadero corazón de la mar, el que te puede hacer sentir la persona más feliz y afortunada del mundo, por un instante, un momento que se lo lleva acto seguido la brisa que roza tu cara y caen lágrimas, o puede hacerte sentir triste, que buscas en esa visión una ola que se lleve tus lágrimas y las seque, que limpie tu tez… Es el poder del mar y su corazón incomprensible, su mundo inexplorable y desconocido capaz de dejar a la imaginación los seres que nadan bajo ese color cielo, capaz de hacer que tu alma salga para andar por la orilla del mar, capaz de sentir amor por algo que no puedes retener, se escapa, capaz de montar abismos y oleaje dignos de un corazón salvaje que se escapa y es indomable. El corazón de la mar, libre y rebelde lo que todos queremos conseguir que nadie nos someta ni nos dome, que nadie nos retenga ni nos corte las alas, que el amanecer visto desde un saliente de alrededor nos de el convencimiento que siempre estará ahí, por muy solos que nos sintamos por muy destrozados… hay algo que vibra y suena, gratuito y sin permiso, siempre nos rodeara el mar y eso es un alivio lleno de esperanza a la vez que un temblor tremendo de miedo y lágrimas… ¿Qué es lo que sientes tú?