Opinión

Treinta años

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Los años pasan de manera inexorable, pese a las trabas de algunos individuos; ellos llegan a atrasar la ideología cien años con el fin de recoger votos en los comicios. Sin embargo, a diario, algunos recordamos a víctimas del terrorismo asesinadas por ser españoles, esa nacionalidad de la Unión Europea, a cuya Justicia cualquier piltrafilla político se sustrae poniendo tierra de por medio, barrotes a sus contumelioso y residencia en otro país miembro.

Hemos sufrido acciones terroristas violentas en carnes propias durante más de cuarenta años. Me parece sólo hay un día del calendario donde ETA u otros grupos no pudieron matar a nadie en este hermoso país llamado España. No, no fue por ausencia de intento, sino gracias a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Ejército, otras Policías, incluso la colaboración y auxilio de ciudadanos. Muchos pusimos nuestro granito de vida, presente y futuro en pos de la Justicia, Paz, Memoria, Dignidad y Verdad; esos términos en mayúsculas, además de un par de güevos, algo que se echa de menos en política.

Se han iniciado diversos proyectos para explicar el fenómeno terrorista a los chavales, próximo contingente de nuestra sociedad comenzado ya el siglo XXI -21 para víctimas de los 17 sistemas educativos-. El día 11 de diciembre será el trigésimo aniversario -30 años- del atentado contra la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. A mi hijo, de once años de edad también, yo, su padre, con secuelas de un atentado terrorista en fecha 11 de marzo de 2004, voy a explicarle ese hecho de aquella fecha... sujetando las lágrimas del alma que intentan brotar de mis párpados.

Querido hijo,

Francisco José, nuestro amigo de Jaén, reside en el pueblo al lado de mamá. Tenía un hermano y dos sobrinas gemelas; se llamaban Pedro Ángel, Esther y Miriam. Las niñas eran como tu primo Jesús, de 3 años de edad. Su padre es Guardia Civil y trabajaba en Zaragoza. Sí, donde la Virgen del Pilar -cada vez que pasamos por Zaragoza, paramos a ver la Basílica y echar unos rezos en memoria de todas las víctimas-.

Eran las seis y diez de la mañana. Dormían en la Casa Cuartel. Un coche llegó frente al edificio de viviendas, se bajó el conductor y huyó corriendo. El compañero de seguridad salió a decir que allí no podía aparcar. Estalló una bomba de setenta kilos de explosivo en el maletero, derribando gran parte de los pisos y sepultando a 11 personas; de ellas, 5 eran niñas.

Se tardó dos años en detener a los autores materiales y dos más en capturar al conglomerado de dirigentes de la organización terrorista ETA. Uno de ellos, posteriormente en libertad, llegó a ser diputado en el Parlamento de la Comunidad Autónoma Vasca. Sí hijo, así es la democracia. Pero no es sólo eso. Una de las comisiones de dicha cámara, llamada “Derechos Humanos”, fue presidida por José Antonio Urruticoechea Bengoechea, llamado Josu Ternera.

En el año 2003 huyó de España, ya que iba a ser enviado a prisión por ordenar dicho atentado. Desde entonces está huido de la Justicia. Si miramos en los libros de historia, ese asesino ha estado vinculado a la banda terrorista desde su juventud. Sí, así es la Justicia en nuestra democracia... asesinos con derechos.

Ahora continúa en búsqueda y captura internacional. Europa es muy grande. Tanto que, aun habiendo cometido varias masacres, ordenado asesinar a personas por ideología, puedes ir de un lado a otro con mucha libertad. Oí hace un tiempo que estaba pachucho; dicen que padece cáncer.

- Se habrá mordido un dedo -apunta mi hijo-. ¿Cómo es tratado un enfermo así?

Pues no sé, pero mucho nos gustaría saber el lugar, método, forma, medios y dinero empleado para mantener con vida a semejante bicho.

¿ETA? Ahora ya no mata; vive de las subvenciones, mamandurrias, prebendas y del negocio de haber dejado las armas bajo la mesa. ¿Desaparecer? No ha desaparecido; sigue latente con estrategias menos violentas, pero igualmente dañinas. ¿Arrepentidos? Unos se arrepienten de boquilla; piden perdón en un papel para obtener beneficios penitenciarios. Otros no; incluso son recibidos como héroes cuando salen de la cárcel y vuelven a sus pueblos. Sí, las recepciones esas tan raras para nosotros, donde hacen ruidos con maderas, cencerros en la espalda y se ríen -esto no se lo digo- de haber vencido al asesinado dos veces: al matarle y al volver vencedor a su casa.

Aquí es diferente de otros países. Claro, en Estados Unidos si matas u ordenas asesinar a alguien, te pasas el resto de la vida hasta que mueres entre rejas; también en otros muchos países son más duros que nuestra forma de entender la Justicia. Digo esa palabra con mayúscula por el respeto hacia esa figura, aunque muchas veces dude de aquellos encargados de impartir sus preceptos.

¡Claro que me gusta España! Algún día cogeremos al Ternera y pagará lo que ha hecho. La ilusión es lo último que se pierde, incluso en Navidad.

Acabo llorando por fuera.