El barrio que vio nacer a Elena Rivera.

El barrio que vio nacer a Elena Rivera.

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Ni Sagasta ni Montecanal, el barrio de Zaragoza en el que creció Elena Rivera: "Toda mi infancia está allí"

La actriz Elena Rivera revela en qué barrio de Zaragoza creció, un lugar humilde y lleno de recuerdos que marcó su infancia y su camino hacia el éxito en televisión.

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Pocos rostros jóvenes del panorama audiovisual español son tan reconocibles como el de Elena Rivera. Desde su irrupción en televisión siendo apenas una niña, su carrera ha ido creciendo con firmeza, convirtiéndola en una de las actrices más respetadas de su generación. Pero a pesar de haber vivido el éxito muy pronto, Elena nunca ha perdido la conexión con su origen: Zaragoza.

Quienes piensan que creció entre las calles más acomodadas de la ciudad, como Sagasta o Montecanal, se equivocan. La propia actriz ha confesado en varias entrevistas que su infancia transcurrió en un barrio muy concreto de la capital aragonesa, lejos del centro y de los focos. Un barrio que guarda para ella los recuerdos más auténticos y que ha marcado su personalidad tanto como su trayectoria profesional.

"Toda mi infancia está allí", asegura Elena al hablar de su querido barrio, un lugar donde dio sus primeros pasos, fue al colegio y empezó a soñar con ser artista. Ese entorno, familiar y cercano, fue el que la vio crecer antes de convertirse en la joven promesa que triunfó en Cuéntame cómo pasó y, años más tarde, en producciones como Alba o Inés del alma mía.

El barrio del Actur (acrónimo de Actuaciones Urbanas) surgió en los años 80 como un proyecto urbanístico moderno al norte del Ebro, y desde entonces ha sido uno de los lugares más representativos del crecimiento de Zaragoza. Es un barrio amplio, con bulevares, colegios públicos, zonas deportivas y centros culturales, donde la vida de barrio y la conexión vecinal son parte de su ADN.

Para Elena Rivera, crecer en el Actur significó tener una infancia rodeada de vida cotidiana real. Asistió a centros educativos del barrio, vivió los veranos en sus parques, y desarrolló allí su primer contacto con el mundo artístico. Antes de ser actriz, la joven Elena ya despuntaba en la música: participó en el programa Menudas Estrellas, donde imitaba a Paloma San Basilio, y esa primera experiencia televisiva fue el comienzo de todo.

El barrio no solo fue su hogar físico, sino también su entorno emocional: sus raíces, su refugio y su punto de partida. A día de hoy, pese a haber vivido en Madrid y trabajado en proyectos internacionales, Elena nunca ha perdido el vínculo con Zaragoza, y especialmente con el Actur, que continúa siendo parte esencial de su identidad personal.

Con apenas 13 años, Elena fue seleccionada para unirse al reparto de Cuéntame cómo pasó, donde interpretó a Karina, uno de los personajes más memorables de la serie durante más de una década. Ese papel la convirtió en una figura muy presente en los hogares españoles y marcó el comienzo de una carrera que no ha dejado de crecer.

Tras su etapa en Cuéntame, la actriz ha protagonizado series como La verdad, Alba o Inés del alma mía, demostrando una gran madurez interpretativa. Pero en todas sus apariciones públicas, entrevistas o eventos, mantiene un tono cercano, humilde y natural, muy ligado a sus orígenes. Su evolución profesional no la ha alejado de su barrio ni de su ciudad natal.

El Actur sigue siendo para ella algo más que un recuerdo. Es su lugar en el mundo, el espacio que la formó como persona y como artista. En un momento en que muchas figuras públicas pierden conexión con sus raíces, Elena Rivera destaca por mantener vivo ese vínculo, y por recordar, cada vez que puede, que el éxito no la cambió, solo la hizo más consciente de lo importante: saber de dónde viene.

Para muchos jóvenes de Zaragoza, y especialmente del Actur, Elena Rivera representa un modelo de esfuerzo y constancia. No llegó a la televisión por casualidad ni por contactos. Lo hizo trabajando desde muy joven, siendo disciplinada y demostrando su talento con cada oportunidad que se le presentaba.

Hoy, cuando pisa una alfombra roja o protagoniza una serie, lo hace con la misma naturalidad con la que recorría las avenidas del Actur camino al colegio. Esa autenticidad la ha convertido en una figura inspiradora para quienes sueñan con abrirse camino en el mundo artístico sin renunciar a su identidad.

Además, su ejemplo es un recordatorio de que el talento no tiene código postal. No hace falta haber nacido en grandes capitales ni crecer en barrios elitistas para alcanzar el éxito. Lo importante es tener claro el objetivo, contar con una red de apoyo sólida y mantenerse fiel a los valores con los que se ha crecido.

El Actur no solo vio nacer a Elena Rivera. Fue el escenario de sus primeros juegos, sus primeras canciones y sus primeras decisiones importantes. Hoy, cuando se la reconoce como una de las actrices más solventes de la televisión española, es imposible no mirar atrás y entender cómo ese entorno forjó su manera de ser.

En definitiva, fue en el Actur donde comenzó todo. Y aunque sus pasos la han llevado lejos, su historia sigue teniendo ese punto de partida como raíz y referencia. Porque no hay éxito más sólido que aquel que se construye desde lo cotidiano, desde lo real, desde casa.