Pueblo medieval de Aragón.

Pueblo medieval de Aragón.

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El bonito y pequeño pueblo de Aragón que conserva su propia lengua medieval: tiene un impresionante casco histórico

Se trata de un aislado pueblo de Aragón que conserva el catalán ribagorzano, una variedad dialectal del catalán.

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Aragón es tierra de contrastes, de sierras, ríos y valles que esconden una enorme cantidad de pequeños pueblos aislados del mundo que parecen sacados de un cuento. Aunque muchos de ellos están lejos de las grandes ciudades y carreteras principales, conservan un encanto especial, una belleza auténtica y una paz que cuesta encontrar en otros lugares. Son el reflejo de tradiciones vivas, de arquitectura popular y de una conexión profunda con la naturaleza.

Es el caso de Montañana, ubicado en el valle del Noguera Ribagorzana y enmarcado por los barrancos de San Miguel y San Juan. Se trata de un pequeño pueblo que parece haberse detenido en el tiempo. Su cuidado casco antiguo, de estética claramente medieval, cautiva a quienes lo visitan por su atmósfera auténtica y por el entorno natural que lo rodea. Aunque hoy es una pedanía del municipio de Puente de Montañana, dentro de la comarca de La Ribagorza, en el pueblo se habla catalán en su variedad ribagorzana, reflejo de su identidad lingüística.

La conexión de Montañana con su historia es tan fuerte que sus vecinos celebran cada año unas jornadas de recreación histórica. Durante unos días de octubre, el pueblo revive sus antiguas costumbres: se hornea pan en el horno tradicional, se cocinan recetas antiguas a fuego abierto, se tiñen telas con ingredientes naturales, se hila lana como antaño y se da la bienvenida a los peregrinos, en un ambiente que transporta directamente a la Edad Media.

Esta localidad forma parte de una región en la que las tradiciones y el idioma siguen vivos gracias a la preservación de una variedad dialectal del catalán, el catalán ribagorzano, que se habla en las tierras de la Franja de Aragón.

Este idioma tiene sus raíces en la Edad Media, cuando el aragonés y el catalán convivían en los documentos oficiales de la Corona de Aragón junto al latín. En aquella época, ambos idiomas eran utilizados en los escritos administrativos y en las cancillerías, lo que muestra la fuerte conexión cultural y lingüística que existía en el reino.

El aragonés, por su parte, estaba más presente en el Reino de Aragón, pero con el tiempo fue perdiendo terreno frente al castellano, que comenzó a predominar como lengua oficial a partir de los siglos XIV y XV.

A pesar de este proceso de sustitución lingüística, el aragonés ha logrado perdurar en las zonas más remotas del norte de Aragón, aunque su uso está cada vez más empobrecido, y muchos lo consideran una lengua en peligro de extinción.

Hoy en día, el aragonés sigue siendo reconocido como lengua propia por el Estatuto de Autonomía de Aragón y la Ley de Lenguas de Aragón, aunque se habla de manera residual en algunas zonas.

Por otro lado, el catalán continúa siendo hablado en la parte oriental de Aragón, en lo que se conoce como la Franja de Aragón, una zona que históricamente ha estado influenciada por las tierras catalanas.

Este dialecto, que ha perdurado a lo largo de los siglos, tiene un gran valor cultural, no solo por su antigüedad sino también por ser una de las últimas lenguas vivas que conserva una identidad particular dentro de un territorio que está en constante cambio.

Montañana, con su arraigada identidad lingüística y su imponente casco medieval, se mantiene como un testigo del pasado, donde el catalán ribagorzano sigue siendo hablado por sus habitantes y forma parte fundamental de su vida diaria.

Esto le otorga a este pequeño pueblo un atractivo especial tanto para los lingüistas como para los turistas que buscan conocer un lado menos conocido de Aragón, un lugar donde la historia y el idioma se mezclan de forma vibrante.

Además de su valioso patrimonio lingüístico, Montañana es un ejemplo de cómo, a pesar del aislamiento y el paso de los años, se puede mantener viva una lengua que en muchos lugares ha desaparecido.

El catalán ribagorzano, con sus particularidades y matices, se enseña en las escuelas locales y es utilizado en eventos y actividades culturales, lo que ha ayudado a preservarlo como una parte fundamental de la identidad del pueblo.

En los últimos años, los habitantes de Montañana han intensificado sus esfuerzos para revivir las tradiciones del pasado. Cada año, organizan jornadas de recreación histórica que permiten a los visitantes y a los propios habitantes del pueblo rememorar cómo era la vida en tiempos medievales.

Durante estas jornadas, actividades como la cocción de pan tradicional, cocina histórica a fuego abierto y tintes naturales son el centro de atención, transportando a todos a una época en la que el lenguaje, la cultura y las costumbres se entrelazaban para formar una comunidad unida.