Recientemente, la consejera de Medio Ambiente y Movilidad de Zaragoza ha asistido en Vilna, Lituania, a una reunión del grupo de trabajo de las Cien Ciudades Inteligentes y Climáticamente Neutras de la Comisión Europea, del que formamos parte. Pero al mismo tiempo, mientras nuestra consejera departía sobre esas cuestiones en la otra punta de Europa, muchos zaragozanos comprobábamos en las paradas de autobús cómo los tiempos de espera entre un vehículo y el siguiente superaba en muchas ocasiones los veinte minutos. Y los vecinos de Valdefierro y de otros barrios siguen expresando su malestar por los cambios introducidos como consecuencia de la remodelación de las líneas de autobús.
Ante esos hechos, es razonable preguntarse si la prioridad de todos esos miles de personas que diariamente usan el transporte público en Zaragoza es la neutralidad climática o una mayor frecuencia del autobús. Y no sé cómo valorarían los esfuerzos económicos y las restricciones de la movilidad que asumimos -o nos obligan a asumir (zonas de bajas emisiones, ¿otra prioridad?)- si supieran que, por ejemplo, en China se están construyendo ahora alrededor de 300 nuevas centrales de carbón que van a quemar millones de toneladas de combustible. La India está construyendo también en torno a 40 nuevas centrales de carbón. Añadamos a esto, ahora que está vivo y candente el debate sobre la energía nuclear, que China también está construyendo 40 nuevos reactores nucleares y la India otros 8. Eso significa, sencillamente, que nuestros esfuerzos y restricciones van a ser estériles ante el reto global de la neutralidad climática, porque si no es global, es inútil.
Hemos conocido, porque se ha publicitado abundantemente, el propósito del Ayuntamiento de colocar con motivo de la llegada de la primavera, un enorme anillo dorado hinchable en torno al Puente de Piedra durante un fin de semana. ‘Ring de Luxe’ se llama la ocurrencia, y no hay duda de que había generado una gran expectación. La iniciativa se frustró por el mal tiempo y, por lo que dicen, sólo se ha retrasado a la espera de circunstancias meteorológicas más favorables. Cuesta un dinero, no es gratis. Pero muy cerca se halla el Puente de Hierro, con un aspecto lamentable desde hace años y que viene pidiendo a gritos una mano de pintura. Entre una iniciativa y otra, ¿no sería esto último prioritario para cualquier persona sensata?
Hay más. Con motivo de la negociación presupuestaria, el grupo municipal de VOX consiguió introducir una partida de 250.000 euros para la instalación de videocámaras en las zonas más conflictivas de la ciudad, ahí donde se ha evidenciado un incremento notable de la delincuencia. Zaragoza es una de las grandes ciudades, a pesar de hallarse todavía en niveles de criminalidad relativamente bajos, en que más ha crecido en el último año y, tal como denuncian los vecinos y publican los medios de comunicación, en algunas zonas del Casco o de Delicias son frecuentes las peleas tumultuarias e incluso se han producido apuñalamientos recientes. Las asociaciones vecinales entregaron un listado de los puntos más problemáticos donde interesaría colocar esas cámaras. Pues bien, el equipo de gobierno ha decidido dedicar esa partida para videocámaras ¡en la plaza del Pilar!, para controlar aforos durante las fiestas. Se sacrifica la seguridad ciudadana ante el incremento de la delincuencia a la mejor organización de eventos festivos en el salón de la ciudad, que es a lo que parece volcado el Ayuntamiento últimamente.
Podríamos seguir. Recientemente se han licitado los puntos de información al consumidor, once, una competencia que debería corresponder al gobierno de Aragón, pero que ha cedido al Ayuntamiento sin la dotación económica para prestarla. Sevilla cuenta con tres puntos de información al consumidor, Málaga dos y Bilbao otros dos. ¿Necesitamos once? ¿Tiene que dotarlos y pagarlos el Ayuntamiento? ¿Tanta información necesita el consumidor zaragozano? ¿El dinero que empleamos en dotar de personal esos puntos de información no podría dedicarse a otras cosas más necesarias?
Y sí, podríamos seguir con muchos más ejemplos, más de los que caben en un artículo, pero estoy seguro de que cada uno de los lectores podría aportar su particular lista de prioridades. La cuestión es, ¿cuántas de ellas coincidirían con las que tiene y planea el equipo de gobierno municipal?