Miguel Luzón, Manolo Grande, José Luis Ruiz y José Miguel Fiestas, trabajadores de la construcción

Miguel Luzón, Manolo Grande, José Luis Ruiz y José Miguel Fiestas, trabajadores de la construcción E. E.

Economía

José Luis, albañil de 62 años, sobre la falta de obreros: "Formas a un chico y en 30 días prefiere trabajar en Mercadona"

El envejecimiento de los trabajadores, la falta de relevo y las condiciones laborales están lastrando el futuro de un sector clave como la construcción.

Desde los sindicatos se reclama la aplicación de coeficientes reductores de la edad de jubilación.

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Zaragoza
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Los trabajadores de la construcción no están pasando por su mejor momento. Un sector envejecido, sin relevo generacional, y con condiciones que alejan a los jóvenes y adultos de apostar por un oficio que prácticamente se ha quedado sin estímulos, con las consecuencias que ello puede tener a largo plazo.

Actualmente, según los datos de la Fundación Laboral de la Construcción, hasta 149.000 trabajadores de la construcción en España tienen más de 60 años, y 164.000 menos de 30, provocando un incremento exponencial de la edad media. Unos datos que ponen en alerta a los profesionales, que ven un futuro muy complicado si no se mejoran las condiciones.

José Luis Ruiz tiene 62 años, es encargado de una obra en Zaragoza y observa con cierta preocupación lo que se ha convertido el trabajo. “Estuve año y medio como administrativo y ganaba 20.000 pesetas, mientras que mi hermano en la obra se llevaba 85.000. Ese estímulo hoy ya no existe. Hay gente trabajando en la construcción por 1.100 y 1.200 euros”, remarca.

Todo ello teniendo en cuenta el incremento del coste de la vida, que imposibilita, con esos salarios, que un joven pueda emprender una vida en pareja o en solitario. “Un oficial de primera se podía ir a comprar un piso. Ahora, ese mismo oficial, con mujer, igual termina de pagar el piso a 30 o 40 años. Hacemos productos que no nos vamos a poder comprar”, comenta.

A ello se le suma todo el coste físico y psicológico de un trabajo exigente y que requiere de una preparación idónea para aguantar. “Yo no he tenido ningún accidente, pero la edad pesa. Nuestro trabajo es de plantear, de agacharse, de subir, bajar… Ando unos 25.000 pasos al día, subiendo y bajando. Ya empieza a pesar. ¿Cómo queremos que la gente se meta en nuestro oficio? Yo tengo 62 años, pero si tuviera 40, me iba de la construcción”, asegura.

Y eso, en definitiva, está haciendo que la construcción se esté quedando sin relevo. “Cuando llegaba el fin del mes decía que me he jodido de trabajar y pasar frío o calor, pero merece la pena. Ahora, la mayoría están porque no les queda más remedio. El 80 o el 90% no son profesionales”, sostiene José Luis.

Porque, a su juicio, la mayoría de los trabajadores, prácticamente la totalidad extranjeros, no cuenta con la suficiente preparación para trabajar en la obra. Y cuando se les forma, se marchan. “Hace años, yo quería seguir trabajando hasta los 65, porque mi trabajo me gustaba mucho. Ahora lo detesto. Levantarte por la mañana y decir ‘bueno, otro día, a ver qué nos pasa hoy’”, expone.

Una de las grandes choques culturales que este grupo de trabajadores observa con los más jóvenes es la aceptación de las condiciones de trabajo. Un rechazo que, en el fondo, reconocen que tienen razón. "Ahora la gente lo primero que pregunta es por las condiciones de horarios que van a tener, y lo veo bien. Si piensas tener familia e hijos, habrá que tener un horario para conciliar. Muchas veces no lo entendía, pero es que tiene que ser así", resalta Manolo Grande, trabajador de la construcción y responsable de la federación de Construcción de UGT en Aragón.

Y eso, dicen desde este grupo de trabajadores, se traslada a los más jóvenes. “Un chaval viene con ilusión al sector, lo formas, lo enseñas, aunque ha desaparecido la figura del aprendiz, y lo sueltas al mundo, pero al primer mes se va y no vuelve. Prefieren estar trabajando de reponedores en el Mercadona que en la construcción. No hay una estructura empresarial que quiera absorber a la gente joven”, lamenta José Luis.

Los casos de Miguel Luzón y José Miguel Fiestas

Por su parte, Miguel Luzón también tiene 61 años y es albañil desde los 16, cuando empezó a trabajar con su padre. Ahora mismo, no puede trabajar por una lesión en la espalda, que el juez no ha estimado conveniente declarar como invalidez.

Estos problemas en la espalda le afectan a las cervicales y lumbares y le llevaron a cogerse la baja, pero fue despedido a los dos días. “Las ofertas que me hacen son para hacer destajos, horas, bajarme de categoría e ir algún sábado, a cambio del jornal básico, que estarán en 1.600 euros. Pero me acaban diciendo que no”, cuenta.

En su caso, dice, sobrevive gracias a que su mujer trabaja. “Si no, tendría que haberme puesto a pedir o a vender la casa, porque todo lo que ingreso es la ayuda de 426 euros. El paro se me acabó, apenas te dan trabajo de uno o dos meses y ya no generas prestación”, lamenta.

Mientras, José Miguel Fiestas, gruista de 57 años, se encuentra de baja por un accidente laboral que prácticamente le abocará a poner fin a su carrera. Se le cayó encima una viga de mil kilos encima que lo destrozó. “Me rompió más de 28 huesos. Estoy vivo de milagro. Estuve 30 días en la UCI y aún no han terminado las operaciones”, recuerda.

Es un ejemplo extremo de cómo llegan los trabajadores a estas edades, tras sufrir los achaques de esta profesión. “En cuanto pasas de los 55 años, la gente llega destrozada”, resume.

La jubilación

Una posible solución que reclaman los trabajadores de la construcción es la aplicación de los coeficientes reductores de la edad de jubilación. Se trata de unos descuentos aplicados a la pensión en casos de jubilación anticipada voluntaria, que disminuyen el importe de la prestación en función de los trimestres que se adelante la edad legal.

Actualmente, los trabajadores de la construcción que tengan 38 años cotizados se pueden jubilar a partir de los 63, aunque con penalización, pero hay muchos que no llegan al tiempo marcado por cuestiones físicas. “Si a todos los problemas que tenemos, no llegas a la edad mínima para jubilarte con el 100%, es una de las injusticias más grandes del sistema laboral de este país”, expone Manolo Grande, trabajador de la construcción y responsable de la federación de Construcción de UGT en Aragón.

Esta petición la han trasladado ya directamente al Ministerio, que antes del verano aprobó el procedimiento que establece coeficientes reductores para anticipar la jubilación en actividades penosas y peligrosas. “Yo sería partidario incluso de que, una parte de mis salarios, los metan en una caja para jubilarnos antes”, comenta Grande.