Celebración del Real Zaragoza tras la victoria ante el Leganés Real Zaragoza
Yo era ateo, pero… ¿y si ahora creo?: la resurrección del Real Zaragoza de Rubén Sellés en solo 21 días
Tras la derrota en Granada y quedar a 9 de la salvación, el equipo de Sellés ve la luz y confirma su resurrección con 3 victorias consecutivas.
Más información: El Real Zaragoza de Sellés se hace mayor y ya ve la salvación a 3 puntos: Francho lidera una remontada para creer
El zaragocismo salió completamente hundido cuando Arnaiz anotó el tercer gol del Granada aquel 9 de noviembre. El equipo estaba hundido, a 9 puntos de la permanencia, había sido aturdido por el cuadro nazarí pese a adelantarse en el minuto 2, la crisis era máxima en las oficinas de Eduardo Ibarra e incluso había quien dejaba entrever con la boca pequeña que el puesto de Sellés corría peligro tras perder sus tres primeros partidos de Liga.
Solo han pasado 22 días de aquella derrota, pero todo ha cambiado por completo en el seno del Real Zaragoza en apenas tres semanas. El equipo tiene otra cara, juega con orden, criterio e intensidad, no le pierde la cara a los partidos y, quizá lo más importante, ha reenganchado a una afición a la que solo el amor por el escudo le animaba a seguir acudiendo fiel a su cita en el Ibercaja Estadio.
Desde entonces, la vida en el Real Zaragoza ha cambiado por completo. Todavía no se ha hecho nada, insiste Sellés, porque el equipo sigue en zona de descenso. O ya ha hecho mucho, porque ya ve la salvación a apenas tres puntos. En estas tres jornadas, ya ha sumado más puntos que en las 14 anteriores. Tampoco era complicado.
A 9 de la permanencia, el equipo tenía una última bala para aferrarse a la vida. Tras Granada, se enfrentaba al Huesca, Eibar, Leganés y, la próxima semana, al Málaga, cuatro rivales en la zona baja, en caída libre, y con sus entrenadores en la cuerda floja. Uno de ellos, Sergi Guilló, en el Huesca, ya ni siquiera se sentó en el banquillo del Ibercaja Estadio, y Sergio Pellicer en el Málaga cayó hace unos días. Los otros dos, Beñat San José y Paco López, posiblemente no pasen de este fin de semana.
Espectacular, zaragocistas
— Real Zaragoza (@RealZaragoza) November 30, 2025
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Así, cuando el médico ya estaba redactando el certificado de defunción, el león dio un último soplo de vida para gritar aquello de ‘Zaragoza nunca se rinde’. El equipo respondió a la urgencia con 15 minutos de intensidad, actitud y garra ante el Huesca, culminados con un misil tierra-aire de Aguirregabiria para tumbar a los oscenses y recuperar el pulso del equipo y a una afición que pasó de sacar las armas con una protesta contra la directiva a decidir que iba a creer. Porque, más allá de los 3 puntos vitales, aquella victoria sirvió para algo todavía más importante, reencontrarse con su gente.
El más difícil llegó seis días después en Ipurúa. Pese a otro buen arranque, en apenas cinco minutos al Zaragoza le pitaron un penalti, lo paró Andrada, encajó gol 20 segundos después en una caraja a balón parado (porque hay cosas que no cambian), se lesionó Insua, y se quedó con 10 por expulsión de Saidu. El cóctel ideal para que un equipo que parecía desahuciado se hundiera.
Pero Eibar iba a ser el lugar de la resurrección. Soberón puso el empate y, tras un ejercicio de resistencia que bien podría llevar la firma de Agustina de Aragón, llegó del cielo el gol con el glúteo de Sinan Bakis -hablando de desahuciados- para resurgir como el ave Fénix y confirmar a toda la Segunda División que Zaragoza nunca se iba a rendir.
Ahora, tocaba confirmar que esa reacción no había sido un espejismo, y, ante un Leganés en crisis, el equipo de Sellés mostró, sobre todo, un plan. En 20 minutos ya había convertido al portero Juan Soriano en héroe pepinero. El gol madrileño -en otro desajuste defensivo ‘made in’ Real Zaragoza- no cambió el plan marcado por el técnico valenciano y, auspiciado por la expulsión de Marvel, se lanzó a por la remontada sin desmelenarse y con las ideas claras de cómo tenía que jugar.
Kodro, que antes había perdonado el 1-0, llevó el empate al marcador y Toni Moya culminó la remontada con el primer gol de falta del Zaragoza en su casa en casi ocho años. Aun hubo tiempo para un sufrimiento que quizá nunca debería haber llegado con el descuento con el gol de penalti del Leganés, pero, al igual que nadie podía dar por muerto al león, toda la ciudad debe tener claro que la permanencia, si llega, provocará más de una, dos y tres visitas al cardiólogo.
El cambio que dio el equipo se vio tras el pitido final. Hace tres semanas, el equipo se acercaba al Fondo Sur del Ibercaja Estadio con lágrimas en los ojos y casi como una penitencia. Hoy, lo ha hecho feliz, dando saltos y reuniéndose en una piña que evidencia el estado de ánimo de un vestuario que se levantó de forma casi milagrosa.
El alma del capitán
No lo habíamos olvidado. Porque si alguien encarna esta resurrección es el capitán, un Francho Serrano que aquel día en Granada se afanó, quizá más por obligación que por convicción, en decir que el Zaragoza se iba a salvar. Solo eran palabras vacías, decían muchos, pero el 14 lo ha convertido en hechos colgándose el equipo a sus espaldas.
Francho encarnó el alivio de todo el zaragocismo tras la victoria ante el Huesca, peleó con el alma para crear el gol de Bakis en Eibar, y este domingo firmó quizá su mejor partido con la camiseta que lleva en la sangre. Forzó la roja de Marvel, dio la asistencia a Kodro, recuperó y forzó la falta del gol de Toni Moya y puso el 3-1 de la tranquilidad en una carrera ‘marca de la casa’. Su beso al escudo lo dice todo.
Relegado al lateral derecho por Gabi, el capitán ha encontrado su sitio en el costado derecho del centro del campo, desde donde sabe apoyar a un Keidi Bare recuperado para la causa y un Raúl Guti más feliz en su puesto, y desde donde tiene rapidez, verticalidad e inteligencia para percutir como cuchillo en mantequilla a la espalda del lateral. Y, si le preguntas, te diría que todavía le queda fuelle para hacerse una media maratón bajo las luces navideñas de Zaragoza.
Todavía queda mucho por hacer. Tras nueve puntos consecutivos, la permanencia todavía está a tres puntos. O ya está a 3. Cada uno lo verá desde su perspectiva, pero lo que nadie negará es que, cuando parecía que solo faltaba poner fecha y hora para el entierro, este muerto está muy vivo. Quedan 3 partidos antes de Navidad, Málaga, Cádiz y Burgos, más la Copa del Rey. Yo era ateo, pero, sí, ahora creo.