Pilar recogiendo en bolsas sus pertenencias y las de sus hijos.

Pilar recogiendo en bolsas sus pertenencias y las de sus hijos. E.E Zaragoza

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Pilar, madre de ocho hijos desalojados en Zaragoza: "¿Qué hago yo con ocho criaturas dentro de un albergue?"

Tras una inspección técnica, el Ayuntamiento ha avisado a los vecinos de los edificios 72 y 74 de la calle Ramón Pignatelli para que abandonen sus viviendas ante las "graves deficiencias estructurales".

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Pilar Dos Anjos lleva más de una década viviendo en el mismo piso con sus ocho hijos, "la mayor de 20 años y el menor que apenas tiene un año". Sin embargo, han recibido un aviso para que abandonen su hogar por el estado del edificio.

Así lo han decretado desde el Ayuntamiento de Zaragoza, tras una inspección dentro del plan especial de Inspección de Edificios que se puso en marcha el pasado mes de mayo en Zamoray-Pignatelli y El Gancho. Dentro de ese plan, y tras una inspección técnica realizada el pasado 11 de julio, el edificio en el que reside Pilar en la calle Ramón Pignatelli - y otros dos inmuebles, el número 74 de esa misma calle y el 13 de la calle José Zamoray- ha sido señalado por presentar "graves deficiencias estructurales y de saneamiento".

En los edificios número 72 y 74, según han detallado desde el área de Urbanismo, existe un problema estructural "grave y prolongado en el tiempo" causado por el mal estado de las tuberías. Las conducciones de aguas fecales (del baño) y pluviales (de la lluvia) no están correctamente conectadas, lo que ha provocado que estas se filtren directamente al subsuelo del edificio.

Problema estructural "grave"

Con el paso del tiempo, esa acumulación de agua bajo tierra ha ido debilitando el terreno y desplazando los cimientos, lo que a su vez ha provocado una inclinación progresiva de los edificios, "en algunos puntos de hasta 50 centímetros".

Se trata de una situación de riesgo estructural creciente y, pese a que todavía no se ha decretado la ruina inminente, se ha informado a los propietarios (en su mayoría residentes) de que deben desalojar preventivamente las viviendas para poder ejecutar las actuaciones.

Esta situación ha dejado a Pilar y a sus hijos, junto al resto de residentes de las otras tres viviendas, en una situación crítica "sin una alternativa clara de vivienda y con el miedo a ser expulsados de su casa en cualquier momento".

“Me enteré ayer por el vecino del segundo. Me dijo que su asistente social le había llamado para avisarle del desalojo. Yo no sabía nada”, relata Pilar. Asegura que, tras llamar a su propia trabajadora social fue cuando confirmó que tienen que dejar el edificio "lo antes posible".

"¿A dónde voy con mis ocho hijos?"

Explica que la única alternativa por ahora es ir al albergue. Pero, Pilar lo tiene claro: "¿Qué hago yo con ocho criaturas dentro de un albergue?". Ello le ha llevado a contactar con una amiga que "vive fuera de Zaragoza". No obstante, se trata de una situación que se prolongará durante unos meses y ello le preocupa porque la mayoría de sus hijos "son menores, muchos de ellos aún escolarizados, y cualquier traslado forzoso interrumpiría su educación y rutina diaria".

Pilar insiste una y otra vez: no está ocupando una vivienda ajena, ni se ha negado jamás a pagar lo que le corresponde. Hace años, cuenta que el Ayuntamiento reformó parte de la fachada del edificio y que ella pagó "religiosamente su cuota mensual durante meses".

Pilar, en la puerta de su edificio.

Pilar, en la puerta de su edificio. E.E Zaragoza

"He terminado de pagarla hace un año y medio. Lo único que quiero ahora es lo mismo: que hagan la reforma y yo la pago a plazos. Pero no puedo afrontar 30.000 o 40.000 euros de golpe", explica nerviosa. Las condiciones del edificio se han ido deteriorando con el tiempo. Pilar y sus vecinos lo han denunciado "en varias ocasiones", sin respuesta efectiva.

"He avisado al Ayuntamiento. Han venido bomberos, ha venido la policía. Hemos visto grietas en las escaleras. Se está cayendo todo", asegura la mujer. Parte del problema, según cuenta, se debe a una instalación de agua mal hecha por los okupas que viven en el local que hay junto al edificio. "Metieron una tubería mal conectada, y toda el agua se ha estado filtrando a mi vivienda", denuncia.

Durante años, Pilar y otros residentes han convivido con "humedades, grietas y un deterioro" que nadie parecía atender. "Yo he hecho escritos, he puesto denuncias. ¿Y ahora qué? ¿Tiran el edificio abajo y a mí quién me paga la hipoteca?", se pregunta, angustiada.

"Nunca me he negado a pagar nada"

Más allá del miedo a perder el techo, lo que más preocupa a Pilar es el futuro de sus hijos. "Tengo a mis hijos estudiando. Si nos vamos a un pueblo, pierden todo: los repasos escolares, la cercanía a los colegios, el centro de salud… todo", cuenta con desesperación porque toda su vida está construida allí.

Irse implicaría una ruptura con todo su entorno. "Yo no tengo coche, ni carné. ¿Cómo me voy a mover con ocho hijos?", lamenta. Pilar insiste en que nunca ha pedido ayudas sociales salvo en momentos puntuales. "Yo me organizo con lo que tengo. Pago mi hipoteca, mi luz, mi agua. Nunca me he negado a pagar nada", asegura.

Lo que le duele profundamente es recibir el mismo trato que quienes no cumplen con sus obligaciones. "Nos están tratando como si estuviéramos de okupa, cuando nosotros hemos avisado desde hace años de los problemas que hay. Pero ahora que todo se viene abajo, nos echan sin más. ¿Y mis hijos qué?", sentencia.