Fachada del Cine Dorado, en Zaragoza.

Fachada del Cine Dorado, en Zaragoza. Archivo municipal

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El innovador edificio de Zaragoza que ya no existe: tras la Guerra Civil se prohibió su nombre

Fue un manifiesto artístico adelantado a su tiempo que cambió la estética de otros cines de la ciudad. 

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Zaragoza fue testigo, a mediados del siglo XX, de una revolución estética y cultural en un lugar poco habitual: una sala de cine. El Cine Dorado, originalmente 'Salón Doré', no solo fue un espacio de proyección, sino "un manifiesto artístico adelantado a su tiempo que convirtió la experiencia cinematográfica en una vivencia estética radicalmente moderna".

Así lo explica a este diario Jesús Martínez, doctor en Historia del Arte, quien señala que este edificio se fundó en 1914 como 'Salón Doré', un nombre de influencia francesa acorde a la moda de la época. El cine se ubicaba en el número 14 del paseo de la Independencia, haciendo esquina con la calle San Diego.

"Fue obra del arquitecto Teodoro Ríos Balaguer, quien lo dotó de un estilo clásico y elegante", explica. Sin embargo, como ocurre con muchas salas, la necesidad de actualizarse llevó al edificio a sufrir varias reformas, la más significativa en 1949, que lo transformó en el hoy recordado como Cine Dorado.

Rompiendo las reglas estéticas

La reforma de ese año, realizada en tan solo tres meses durante el verano, fue dirigida por Santiago Lagunas (arquitecto y pintor), "con la colaboración de los artistas Fermín Aguayo y Eloy Jiménez Laguarda". Esta intervención rompió con cualquier referencia estética anterior.

Inspirados por el espíritu de vanguardia del Grupo Pórtico (colectivo pionero del arte abstracto español surgido en Zaragoza tras la Guerra Civil), los autores crearon una decoración innovadora y sin precedentes, llena de formas sinuosas y colores intensos, completamente alejada de los estilos clásicos, art déco o historicistas habituales.

Fachada de los cines.

Fachada de los cines. Archivo municipal

Tal fue el impacto de esta transformación que los bocetos originales y fotografías del interior del cine se conservan hoy en el Museo Reina Sofía. "Son el testimonio de una de las intervenciones artísticas más importantes del arte moderno español de posguerra", explica Martínez.

El Cine Dorado, con capacidad para más de 1.300 espectadores entre su gran patio de butacas y un palco elevado, proyectó su primera película tras la reforma con “Noche y Día” de Michael Curtiz. Aunque no era un cine de estrenos, "como sí lo fueron El Palafox o El Coliseo", sino que se convirtió en un espacio popular y muy querido por el público joven, "marcado por su accesibilidad y su singular estética".

Cabe destacar que su nombre original, Salón Doré, fue castellanizado como “Cine Dorado” tras la Guerra Civil, "en cumplimiento de las normas franquistas que prohibían el uso de nombres en lenguas extranjeras en establecimientos públicos", confirma el historiador.

El cine cerró sus puertas en agosto de 1980, tras una última reforma en los años 70. Actualmente, el edificio tiene otro uso, pero la memoria de su propuesta artística y su influencia en la arquitectura cinematográfica posterior, "incluida la del emblemático Cine Palafox", permanece viva entre quienes lo conocieron.